Dalia González Delgado – Granma.- Donde gritó con más fuerza el neoliberalismo fue en América Latina. Tal vez por ser el sitio privilegiado para la aplicación de esa política ya senil, el continente se convirtió no solo en el principal foco de resistencia sino en un terreno de construcción de alternativas.


Pero siempre hay quienes se resisten, y desde ultratumba reclaman regresar al estado anterior de cosas. La derecha más anquilosada iberoamericana tuvo una cumbre la semana pasada bajo los auspicios de la Fundación Libertad (FL), que tiene su sede principal en la ciudad argentina de Rosario.

Asistieron, entre otros, el escritor peruano Mario Vargas Llosa y el exjefe del gobierno español José María Aznar, quienes llaman populistas y totalitarios a los gobiernos más progresistas de Latinoamérica.

Según la intelectual Stella Calloni, que bautizó el evento como "cónclave del fundamentalismo ultraderechista", la FL está vinculada con la norteamericana Fundación Heritage, la Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos (USAID), y la National Endowment for Democracy (NED), que han participado en golpes de Estado en América Latina.

El congreso fue efectuado con hermetismo y en medio de inusuales medidas de seguridad para una cita académica. No obstante, trascendieron declaraciones posteriores a la prensa de algunos de los invitados.

Vargas Llosa fue el más activo crítico de los líderes regionales. Al expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva lo acusó de "propagandista entusiasta" del chavismo.

"Es un espectáculo verdaderamente lamentable el de presidentes democráticos, que en sus países impulsan políticas democráticas, por la complicidad descarada con la que actúan en el plano internacional apoyando por ejemplo regímenes populistas, dictatoriales como el de Chávez", dijo el premio Nobel de Literatura, que atacó también al mandatario de su país, Ollanta Humala, e incluso al conservador presidente chileno, Sebastián Piñera.

El escritor, publicista del neoliberalismo, afirmó que "los países pobres no crecen porque no quieren". A Chávez, que llevó la batalla a las urnas y empoderó al pueblo venezolano, lo tildó como "la negación absoluta de la democracia".

Defensor de la invasión a Iraq en el 2003, de la cual destacó "la firmeza" de Bush, Vargas Llosa asegura que en Perú los pueblos originarios son un "peligro para la democracia".

A su turno, Aznar afirmó que la libertad "es el vínculo más importante que hay que fortalecer entre Europa y América Latina"; la misma libertad en nombre de la cual decidió bombardear iraquíes. El español no hizo referencia a la crisis que vive su país, ni al escándalo por corrupción de su partido.

En el evento también se escucharon las voces de los venezolanos Marcel Granier, presidente de RCTV, cadena de televisión de activa participación en el golpe de Estado de abril del 2002, y de la diputada opositora Corina Machado.

Intelectuales, políticos y miembros de movimientos sociales publicaron una carta de repudio al encuentro de la Fundación Libertad, por "atacar la unidad latinoamericana y los gobiernos progresistas de la región". El comunicado, que condena lo que ellos llaman "encuentro del fascismo y la derecha mundial", fue firmado por personalidades como el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y el sociólogo argentino Atilio Borón.

Los signatarios "denuncian la campaña de asedio y desestabilización que este grupo de individuos y las entidades que representan (y que los financian) vienen encarando impunemente contra los gobiernos y pueblos del continente que han optado por un curso independiente, progresista y contestatario hacia la política injerencista de los Estados Unidos y sus aliados europeos". Asimismo, convocan "a la ciudadanía a cerrar filas en unidad de acción" para evitar que ese tipo de campañas "puedan desarrollarse impunemente".

Quien definió mejor esa reunión fue el canciller venezolano, Elías Jaua, al calificarla como una confluencia "de viudas y nostálgicos del neoliberalismo y el ALCA". "En esos encuentros se expresa la nostalgia de quienes quisieron imponerle a los pueblos de Latinoamérica y el Caribe un modelo de exclusión, hambre, miseria y atropello", dijo al ser interrogado por la agencia argentina Télam.

Organizaciones de izquierda en Rosario —ciudad natal del Che— y Buenos Aires, protestaron contra los asistentes a la cita. Según constató AFP, los activistas se instalaron frente al teatro capitalino Colón, con un gran cartel donde se leía: "Fuera la derecha golpista internacional", junto a las fotografías de Vargas Llosa y Aznar. Los manifestantes cortaron el tránsito y quemaron una bandera estadounidense.

 

 

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