Dunnia Castillo Galán - Cubainformación.- Gran revuelo mundial y mediático conmovió al mundo en la tarde noche de este 2 de julio cuando se conocióla noticia de que Francia, Portugal e Italia habían impedido al presidente boliviano Evo Morales sobrevolar su espacio aéreo, mientras España,le había negado la autorización para aterrizar en Islas Canarias cuando regresaba de Moscú a su país, tras haber participado en la Cumbre de Países Exportadores de Gas Natural.


En pocos segundos muchos fueron los pensamientos que cruzaron por nuestra mente:violación del derecho internacional, irrespeto hacia un presidente, conspiración mundial y así infinidades de explicaciones que –por lo menos en mi caso- no estuvieron para nada cerca de imaginar que la causa de semejante agravio, sería la suposición de que a bordo del avión presidencialviajase el ex agente de la Central de Inteligencia Norteamericana (CIA), Edward Snowden.

Convertido por un lado, en héroe –al revelar como la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU. (NSA) nos espía a su antojo- y por otro en villano y traidor,pues develó información confidencial de los servicios de inteligencia norteamericano, Snowden se ha convertido en la figura más buscada de la actualidad -parafraseando a un amigo- a usanza de las películas del oeste donde se recompensaba a quien entregara al personaje, ya fuese vivo o muerto.

Amén de que las noticias indican que el ex agente de la CIA se encuentra en la zona de tránsito de un aeropuerto moscovita, confirmar su paradero no es del topo posible, pues nadie lo ha visto desde su llegada a esa nación y solo se ha conocido de él por terceros y comunicados.

Según un listado publicado en el portal Wikileaks, 21 es el número de países a los que Snowden ha solicitado asilo político en su afán de salvar su vida, pues sabe que en EE.UU. no contará nunca con un juicio justo –utilizando sus propias palabras-. Rusia, Venezuela, Bolivia, Cuba, Ecuador son algunos de los países a los que se ha dirigido el norteamericano, mas ¿quién se atreverá a acogerlo?

Para nadie es un secreto que EE.UU. se ha impuesto como la potencia dominante del mundo, mientras otros países bajan la cabeza para no buscarse problemas ni afectar sus relaciones económicas y políticas con el imperio. En pocos días hemos visto como al mismo tiempo que muchos aplauden la valentía del joven de solo 29 años, dudan para considerar válida la propuesta de asilo y los hasta ahora más valientes –pues muchos son los países sumergidos en el silencio respecto al caso- solo dicen apoyarlo y estar analizando la situación, pero de la concreta nadie se atreve a decir nada; sobre todo después de que el mundo ha presenciado cómo se puede castigar a quien intente desafiar al gobierno estadounidense.

No reconocer los riesgos que podría enfrentar quien decidiera brindarle apoyo directo a Snowden sería realmente muy ingenuo, pues todos sabemos –sin temor a errar- que la potencia norteamericana no dejará pasar por alto una acción de este tipo o correría el riesgo de que se repitiera en otras ocasiones y ya todos fuimos testigos del caso de Assange, aunque para ventaja de este, él no era ciudadano norteamericano, no obstante, sabe que su vida estaría en riesgo si solo pone un pie fuera de la embajada de Ecuador en Londres.

Hasta ahora solo algunos países latinoamericanos como Venezuela, Bolivia y Ecuador, unido a Rusia –aunque este dejó bien claro que solo lo hará cuando Snowden cese de revelar información sobre su “socios”- han manifestado su intención de asilar a Snowden, aunque de ahí a que sea un hecho todavía falta un largo camino por recorrer.

En mi modesta apreciación, no considero que Bolivia o Venezuela sean quienes primero den el paso al frente y no por falta de principio o valentía política de sus dirigentes, sino porque sus situaciones políticas no están, en este propio instante, lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a las trabas políticas y económicas que pudiera costarles una situación de este tipo, que no serían solo con EE.UU. sino con todos sus aliados, compinches y subordinados.

Maduro, a pesar de haber ganado las elecciones y estar reconocido como presidente genuino, cuenta con una fuerte contrarrevolución interna financiada y apoyada por ya sabemos quién, que no desperdicia oportunidad alguna para intentar deslegitimar el accionar del gobernante. Evo, aunque ha demostrado la efectividad de sus mandatos presidenciales, revertido en beneficios económicos y sociales para una Bolivia que hasta muy poco presentaba un índice de pobreza y desigualdad bastante alto, tiene en desventaja la no aceptación de muchos por ser un descendiente indígena y se encuentra prácticamente a las puertas de un nuevo proceso eleccionario, pues en el 2014 deberá realizarse el mismo.

Putin por su parte, ha dejado bien claras sus condiciones y aunque Rusia ha demostrado en sobrados momentos no ser un país que le tema a EE.UU. y que mantiene posturas contrarias frente a los designios norteamericanos que considera irracionales, sabe que no es conveniente intervenir directamente cuando se está frente a un caso de esta magnitud que –por muy justo que sea- todos sabemos es un delito tipificado en las leyes estadounidenses y de otros muchos países.

Correa y Ecuador, parecen ser –a mi juicio- los que más posibilidades tienen de asumir una postura favorable a Snowden, a pesar de todos los riesgos comentados anteriormente. ¿Por qué?

Primero hay que destacar que Correa se ha caracterizado por ser un presidente que le gusta desafiar a los poderosos y no callar ni dejarse doblegar; ha demostrado ser un líder en la región y respetado en el mundo –calificativo que ha correspondido también a Fidel y Chávez en sus momentos-;ya se impuso ante un intento de golpe de estado perpetrado en octubre de 2010 por lo que ha dejado claro que no es fácil derrotarlo;acaba de salir de un proceso eleccionario -febrero de este año- donde evidenció su apoyo popular al ganar en primera vuelta con un respaldo del 57.17% de los electores que representaban en 81.08% de los habitantes, además de lograrse –por primera vez- que el Movimiento Alianza País domine 100 de los 137 escaños de laAsamblea Nacional, logrando de esa forma mayor independencia política; y por último, ya ese país brindó asilo a Assange en su embajada en Londres, dejando visible que no tolera las injusticias hacia quienes luchan contra un imperio que se ha impuesto a costa de violar cualquier principio humano, ético e internacional.

Lo cierto es que Edward Snowden continúa siendo la manzana de la discordia y aun no se sabe quién será capaz de retenerla en sus manos. Hasta ahora, solo podemos hablar de suposiciones, no obstante, esperemos que alguien tienda su ayuda y el destino del ex agente no sea tan drástico como el de los esposos Rosenberg. Aunque a decir verdad, no creo que EE.UU., aun cuando lograse echarle garras, usase una medida tan radical, pues el escándalo generado a partir de las develaciones de Snowden, aumentaría ferozmente y su ya desgastada imagen mundial, podría caer de una vez y por todas. ¿Quién se atreverá a ponerle el cascabel al gato? Ese es la gran interrogante mundial.

 

 

 

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