Por José Luis Méndez Méndez/El Heraldo Cubano-Martianos-Hermes-Cubainformación.- Miami ciudad estadounidense del sureste de Florida, es la sede del Condado Miami-Dade, que según el censo de 2014 tiene una población estimada en 417mil 650 personas. Por su área metropolitana está clasificada como la novena de los Estados Unidos, con más de cinco millones de habitantes.


MartianosEs considerada una ciudad global con importancia en las finanzas, el comercio, los medios de comunicación, el entretenimiento, el turismo, el comercio internacional, la televisión, la moda, el cine y las artes escénicas.

Su puerto recibe el mayor volumen de cruceros del mundo por ser la sede de varias compañías de líneas de cruceros. Además, posee la mayor concentración de bancos internacionales de todo los Estados Unidos.

Todas estas bondades la hacer parecer como la ciudad anhelada, apetecible y símbolo del sueño americano; pero es solo un espejismo, pues otras verdades ocultan se imponen.

Entre las cuestiones que no se divulgan está la creciente inseguridad alimentaria y el no acceso para muchos de sus habitantes a los niveles básicos de sustento.

En 2008, Miami fue galardonada por la revista Forbes con el título “Ciudad más limpia de Estados Unidos”, debido a la calidad del aire, tener grandes espacios verdes, sus limpias aguas potables, calles, y diversos programas de reciclaje. En ese mismo año la situaron como la tercera ciudad estadounidense más rica y la vigésimo segunda del mundo.

Según datos oficiales publicados en el 2010, el 14,50% de las familias que residían en el Condado de Dade tenían entradas por debajo del nivel de pobreza y de estas el 22,90% eran menores de 18 años y el 18,90% tenían más de 65 años.

El 24 de mayo de 2011 se celebraron las elecciones condales para elegir a un nuevo alcalde después del referendo revocatorio que sacó del puesto al anterior debido a no saber enfrentar la crisis financiera local.

Un resumen del reporte de la administradora del condado indicó que la deuda oficial era de 27 mil 9 millones de dólares, de los cuales 14 mil 3 millones correspondían a pagos por intereses. Para disminuir ese déficit, la administración hizo recortes por aproximadamente mil millones de dólares que afectaron a los de menos ingreso, en nuevos puestos de trabajo, seguridad, salud y educación.

Las promesas de los aspirantes a la Alcaldía coincidieron en persuadir a los votantes con alusiones como estas: “balancear” el presupuesto, “eliminar” el aumento del impuesto a la propiedad, “recortar” la administración, “limpiar” la corrupción y “crear”., pero sin explicarles cómo lo harían.

En junio de 2011 otro alcalde asumió la conducción de Miami-Dade, con escasa participación del electorado, sólo acudieron a las urnas condales el 16,35 % de los inscritos para votar. En medio de esa cruda realidad, surge la propuesta de permitir los casinos de juegos en Miami, como la posible solución para la pobreza existente en ese Condado.

A finales de 2011 se anunció la construcción en Miami del mayor casino de juego del mundo, junto a otros de similar magnitud al estilo de Las Vegas.

El más espectacular de los proyectos presentados fue del grupo malasio Genting, el que compró terrenos en pleno centro de la ciudad con la intención de crear allí el mayor casino del mundo, con 8 mil 500 máquinas tragamonedas y más espacio para mesas de juego que los ofrecidos por los tres mayores casinos de Las Vegas juntos. El complejo supondría una inversión de 3 mil 800 millones de dólares.

A esa opulencia se contrapone la miserable vida de los pobres en Miami, donde muchos desconocen o no quieren reconocer esa triste realidad, al vivir de espaldas a ella.

Hoy en Miami persisten y emergen barrios colmados de tugurios de cartón prensado y lona, donde sobreviven cientos de personas, otros duermen en bancos de paradas de autobuses y se convierte en una de las ciudades más pobres de los Estados Unidos, contrario a la imagen de glamour que se publicita.

MartianosMás allá de lo que muestran las telenovelas y revistas para turistas, existe otro Miami, crudo y hostil que se disputan los pobres en el terreno municipal en Liberty City, un vecindario con predominio de negros e hispanos.

Max Rameau, quien organizó la comunidad de Umoja, otro asentamiento precario de la moderna Miami, afirmó esa ciudad se preocupa más en mantener la ilusión del encanto, que lidiar con la realidad de su pobreza.

La comunidad de Umoja, parece más una locación para filmar una película sobre los orígenes de los Estados Unidos, o del tercer mundo que un sitio del, país más rico del mundo.

Allí hay que recoger agua de lluvia, porque hielo y agua potable son bienes ausentes. Todos usan un baño portátil y una ducha común, al no existir en las chozas donde duermen sus habitantes.

A pocas cuadras de Liberty City, de Umoja, bulle un mundo diferente, donde algunos piensan que los casinos de juegos serán la solución de la pobreza creciente. Desgraciadamente para muchos en Miami cada día se hace más difícil alcanzar el llamado sueño americano.

Más de medio millón de floridanos padecen de acceso limitado a los alimentos debido a la falta de dinero y otros recursos, según un estudio de Feeding South Florida, del 2015.

La imagen de cientos de hombres y mujeres hurgando todo lo que pueda ser comestible en los depósitos de basura, y mendigando alimentos en centros de organizaciones religiosas, se ha hecho común.

En vecindarios como Allapattah, nacen niños marcados por la pobreza y crecen sin esperanzas.

Recientemente, la cadena de supermercados Publix anunció que donaría 1,5 millones de dólares a 12 bancos de alimentos de Feeding America en todo el sureste de los Estados Unidos, entre ellos Feeding South Florida.

Pero la batalla contra la inseguridad alimentaria abarca algo más que logística: ¿cómo se rompe el ciclo que genera esa falta de acceso a los alimentos?

Los esfuerzos insatisfechos se dirigen a procurar no solo alimentación, sino también a poder reintegrar a esa creciente masa de personas a la sociedad y que puedan vivir con cierto nivel de normalidad. Estas organizaciones también enfrentan la falta de conocimiento del público sobre la llamada inseguridad alimentaria.

Miami presenta muchas imágenes de aparente bienestar, pero una buena parte de ella son solo espejismos, y hacia allí van miles de nuevos emigrantes cubanos, muchos de ellos posibles aspirantes a ser parte de esa pobreza.

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