Para Estados Unidos y sus aliados las mentiras se han convertido en algo cotidiano, con el marcado propósito de manipular la mente de quienes reciben a diario un bombardeo de noticias falsas o tergiversadas, para engañar a los usuarios e inclinar la balanza a favor de su política imperial.


Cuba, Venezuela, Nicaragua, Siria, Irán, China y Rusia son blancos principales de esas informaciones falsas, al integrar un grupo de países que luchan por su soberanía e independencia y por eso deben pagar un alto precio, al satanizarlas a diario para que la gente se crea que realmente son parte del calificado “eje del mal”, cuando la única verdad es que Estados Unidos invade a naciones, masacra a civiles, saquea los recursos, mantiene en cárceles a opositores bajo regímenes de tortura y viola los derechos humanos de millones de personas en el mundo.

¿Quién no recuerda el argumento para invadir a Viet Nam, Laos y Cambodia; las mentiras de la falsa existencia de armas químicas para ocupar a Irak; la culpa escamoteada de los que en verdad derrumbaron las Torres Gemelas, pretexto utilizado para declarar la guerra contra Afganistán que dejó solo destrucción, cientos de miles de muertos y mutilados, sin poder probar que ese pueblo fue responsable del hecho; la invasión y destrucción de Libia, con el asesinato del presidente; la conformación de un ejército de opositores en Siria para ocupar ilegalmente parte de su territorio y robarle el petróleo, dejando muertes y la ruina de ciudades desbastadas por las bombas y la instalación de bases militares yanquis?

 

Ante esas acciones de terrorismo de Estado no hay condenas de la ONU, ni sanciones de la Unión Europea, a pesar de los millares de seres humanos asesinados.

Sin embargo, contra Cuba que no se arrodilla a pesar de la guerra económica, comercial y financiera, los actos de terrorismo, asesinatos, invasiones mercenarias y la guerra biológica para enfermar y matar personas, animales y la fauna, desatan un criminal guerra informativa cargada de mentiras.

Una de esas campañas falsas para deformar la realidad cubana fue el plan de la CIA, sobre la mentira del “ataque acústico” contra sus diplomáticos en La Habana, a lo que se sumó de forma sumisa el gobierno de Canadá, como prueba de su debilidad política por presiones yanquis. 

Ahora ante los reclamos a Estados Unidos para abrir el consulado en La Habana y evitar las crecientes salidas ilegales de quienes llevan años esperando para reunirse con sus familiares, el gobierno de Canadá vuelve a sumarse a la guerra desinformativa contra Cuba, al decir su sede diplomática en la Isla que:

Más de 20 niños están afectados por el llamado Síndrome de La Habana, unos padecimientos cuyas causas se desconocen y que comenzaron a sufrir funcionarios de la embajada de Estados Unidos en Cuba”, según informó el programa 60 minutos de CBS.

La noticia falsa agrega:

“Entre los más de 20 casos están una madre y su bebé, quienes se vieron afectados mientras estaba amamantando y han sido diagnosticados con una lesión cerebral traumática”.

Para darle más dramatismo a la información malsanamente inventada y puesta en boca de una supuesta diplomática canadiense, no identificada por el programa 60 minutos, exponen:

“Los síntomas que sufren los menores de edad son problemas con el habla, el equilibrio y la vista”.

La información aportada asegura que la diplomática y su familia estuvieron en La Habana en 2017, donde sufrieron múltiples episodios en su casa y durante uno de ellos su hija se despertó tres veces durante la noche con fuertes hemorragias nasales

 

¡Mentira por la que debería ser condenada la supuesta diplomática, al hacer acusaciones falsas!

Cuba pudiera dar a conocer las entrevistas que hizo la comisión investigadora conformada por especialistas de alta calificación, y las declaraciones de los gastronómicos y empleados de los centros recreativos visitados por los diplomáticos y sus familiares, hasta horas antes de salir de la Isla, para demostrar que en La Habana disfrutaron libremente y con seguridad total, algo que el resto del cuerpo diplomático extranjero conoce perfectamente.

Ninguno de los diplomáticos yanquis y canadienses que fueron obligados a salir de La Habana, mostraron síntomas de enfermedad, quienes, “casualmente”, eran miembros de los Servicios de Inteligencia con fachada diplomática.

Basta de engañar a la opinión pública internacional con ese barraje de mentiras que cuestan cientos de miles de dólares, algo que el gobierno de Estados Unidos no declara ante su propio pueblo, quien en realidad paga con sus impuestos las aberraciones de sus políticos, obsesionados por destruir a la Revolución cubana.

La mentira de los “ruidos” ha servido para que los evacuados reclamen dinero a sus gobiernos, bajo el argumento de que “lo necesitan para tratamientos médicos”, chantaje que obligó a los yanquis a asignar ciertas sumas de dinero para pagar el silencio de quienes conocen la verdad.

La misma “diplomática” canadiense que acudió a la prensa como acción de presión, presentó una demanda ante las autoridades de Ottawa:

Creíamos que nuestro Gobierno nos respaldaría si algo nos sucediera a nosotros o a nuestros hijos, porque no nos informó, protegió o trató lo suficiente a los diplomáticos y sus familias afectadas por el Síndrome de La Habana”.

Otro diplomático canadiense que reclama dinero al gobierno, se sumó al dramatizado y declaró:

“Mi familia y yo, fuimos despertados por un sonido extraño y fuerte en medio de la noche. Desde entonces mis hijos han experimentado hemorragias nasales, mareos, dolores de cabeza y episodios de pérdida del conocimiento”.

 

Vergüenza deberían sentir quienes aceptaron ser cómplices del plan contra Cuba, que solo buscaba el pretexto para el cierre de la embajada yanqui y ahora exigen dinero como chantaje para callar, evidenciado en las palabras de la “diplomática” canadiense a la prensa:

“Nuestros hijos son las víctimas olvidadas del Síndrome de La Habana”.

El plan yanqui de los inventados “ruidos” en La Habana, está estructurado sobre la Guerra Cognitiva, la cual afirma en su concepción: “La mente humana se ha convertido en una nueva esfera de la guerra, porque las capacidades cognitivas individuales ya no son suficientes para garantizar una toma de decisiones, lo suficientemente informada y oportuna”.

Con total desfachatez sus especialistas explican:

“Los instrumentos de la Guerra Cognitiva, van de la mano de las neuro-armas desarrolladas por esta nueva tecnología, especialmente porque alteran la comprensión y la reacción, de forma gradual y sutil, ante ciertos acontecimientos”.

Por este motivo, los Estados y las organizaciones multinacionales, nutriéndose de las técnicas de desinformación y propaganda, persiguen el objetivo de:

“Agotar psicológicamente a los receptores de la información y con sus métodos desatar una gran inestabilidad en la sociedad. La guerra cognitiva es una guerra ideológica, que busca erosionar la confianza sobre la que ha sido construida la sociedad. La desinformación se aprovecha de las vulnerabilidades cognitivas de sus objetivos, especialmente las ansiedades o creencias que predisponen a sus objetivos a considerar, como verdadera, toda clase de información falsa”

“La guerra cognitiva explota las vulnerabilidades innatas, por medio de las cuales la mente humana procesa la información. La explotación de las capacidades cognitivas de la humanidad se ha convertido en una industria de masas y se espera que en un futuro nuevas herramientas, como la inteligencia artificial, proporcionen a la propaganda la capacidad de manipular radicalmente las mentes humanas e incluso cambien nuestro comportamiento”.

 

El barraje de informaciones falsas o tergiversadas sobre Cuba, están diseñadas sobre esta Guerra Cognitiva, como advirtió en 1953 Allen Dulles, director de la CIA:

“El objetivo final de la estrategia a escala planetaria, es derrotar en el terreno de la idea, las alternativas a nuestro dominio, mediante el deslumbramiento y la persuasión, la manipulación del inconsciente, la usurpación del imaginario colectivo y la recolonización de las utopías redentoras y libertarias, para lograr un producto paradójico e inquietante: que las víctimas lleguen a comprender y compartir la lógica de sus verdugos”.

No se equivocó José Martí cuando expresó:

“De esta tierra no espero más que males”.

Mundo
Canal Caribe.- Una ofensiva mediática contra Palestina busca colocar en el subconsciente colectivo un grupo de “verdades” que ayuden a entender los acontecimientos desde una visión favorable a Israel....
La aerolínea española bajo control del gobierno estadounidense....
Mesa Redonda.- La situación en torno a la Franja de Gaza y otros conflictos de Oriente Medio serán los temas principales a tratar por periodistas y académicos....
Lo último
La Columna
La Revista