Arsenio Rodríguez Pérez - trabajadores.cu.- Faltan solo unos días para que termine el año y la humanidad se enfrenta ante un dilema que puede afectar terriblemente a la vida en el planeta.
Se trata de la confrontación de dos posiciones relacionadas con el sistema internacional, impuesto por una de ellas al resto de las naciones. La otra se trata de una mayoría de países que, cansados de ese mundo, buscan uno más justo y equitativo.
En el primer caso preside esa posición Estados Unidos y se apoya en mecanismos, uno bélico, como la Alianza Atlántica y otro menos bélicos, la Unión Europea (UE). En ellos participan la mayoría de las naciones de Europa, especialmente occidental, así como Estados Unidos y Canadá.
Sin embargo, se ha ido desarrollando una poderosa fuerza que, sumadas las potencialidades de cada uno de los países que están por un cambio, supera en todos los planos a quienes quieren mantener a cualquier precio el mundo que crearon para su conveniencia.
La existencia de un grupo BRICS ampliado, en el que participan potencias económicas y militares que apuestan al cambio, apoyadas por la mayoría de países del Sur global, permite predecir que finalmente se logrará ese cambio, aunque no será fácil, porque los creadores del actual sistema están en contra y dispuestos a defenderlo por la fuerza.
Ucrania y Medio Oriente, posiciones de fuerza
En febrero próximo se cumplirán tres años de la operación militar especial de la Federación Rusa para desnazificar y desmilitarizar a Ucrania, convertida por Estados Unidos en instrumento para intentar la destrucción de Rusia, lo que hace tiempo demostró ser un proyecto fallido.
No es casual ni espontánea la situación creada en Siria, agredida desde mucho antes y cuya ocupación pretende la pérdida de su soberanía, como lo demuestran las acciones de fuerza empleadas en su contra y el actual intento de repartirse el país.
Surge así un problema cuando está a punto de finalizar el que ya existía, para mantener caliente el escenario internacional y permitir a las fuerzas dirigidas por Estados Unidos aparecer como los personajes buenos de estas historias.
En Ucrania, un presidente saliente de Estados Unidos trata de crearle al entrante un escenario complicado y aspira a darle fuerzas a un régimen moribundo que desde hace meses presenta los síntomas de su descomposición.
En Siria, declaraciones del todavía presidente estadounidense, Joe Biden, califica lo que allí acontece como un “momento histórico” para el pueblo sirio en busca de la democracia y la libertad, pues da como realizados los planes para desestabilizar Medio Oriente.
Israel se apodera de los altos de Golán sirio y se presenta a un Netanyahu eufórico por la “conquista”, que dice no abandonarán, mientras que Ucrania mantiene su exigencia de más armas y ayuda, aunque cada vez son más las bajas en un frente de batalla que no aguanta más.
La guerra o la paz, esa es la cuestión
Zelenski, se envalentona en París y plantea que le pedirá a Biden apoyo para su entrada a la OTAN. Si este complace a su discípulo será la última provocación que soportaría Rusia y el mundo entonces se pudiera enfrentar a la temida Tercera Guerra Mundial.
Mientras todo esto pasa, Estados Unidos desarrolla nuevos misiles de corto y medio alcance para desplegarlos en Europa, situación que incrementa el peligro a la paz, especialmente en el territorio que fue escenario de las dos primeras guerras mundiales.
No es casual que se estén creando las condiciones que favorecerán a los planes bélicos de la OTAN y la UE, utilizando como siempre la violencia, las sanciones y el miedo entre los europeos, creyentes de la propaganda anti-rusa.
Se acerca el nuevo año y es tradicional que desde el más simple ciudadano del plantea, sin importar su religión o posición política, aspire a que la paz prevalezca en el mundo.
En esta ocasión las reuniones en la ONU o los llamados de todos los organismos internacionales deben intentar frenar la locura que llevan adelante los que están a favor de la guerra. ¿Vencerá la paz?