Canal Caribe - Foto: Tomada de Radio Miami Today.- Esta semana medios de todo el mundo se hicieron eco del encuentro entre los presidentes de #EstadosUnidos, Donald Trump, y el de #Ucrania, Volodímir Zelenski. Con un análisis sobre esta cita en la Casa Blanca, ya se encuentra en nuestro estudio el periodista de #Cuba, Oliver Zamora Oria.


La arrogancia aleja la paz

Jorge Gómez Barata

Artículo de opinión publicado en Radio Miami Today

Supongo que, entre perpleja y avergonzada, la opinión pública de Estados Unidos y el mundo, el pasado viernes presenciaron el desagradable (grotesco dicen algunos) espectáculo escenificado en la Casa Blanca a la cual el presidente Donald Trump había convocado al mandatario ucraniano Volodymyr Zelenski para un encuentro que pareció una emboscada.

Si la encerrona fuera su última oportunidad, Zelenski “Clavó una pica en Flandes”. Ningún gobernante se había enfrentado a Donald Trump como él lo hizo.

Más que en ninguna otra cosa, Trump y Vance se esforzaron en  desacreditar, hasta la humillación a Zelenski y hurtarle el cuerpo a la derrota.

Al recordar la Guerra de Corea, nadie menciona como perdedor a Syngman Rhee, entonces presidente de Corea del Sur, tampoco se alude como derrotado en Vietnam a Ngo Dinh Diem, sino a Estados Unidos. ¿Por qué en Ucrania habría de ser diferente? ¿Por qué Donald Trump atribuye toda la derrota a Zelenski?

Ante el desastre militar y político de bahía de Cochinos, Kennedy actuó con mayor altura: “Las victorias, dijo tienen muchos padres, mientras las derrotas son huérfanas”. Cuando se escriba la historia de estos ingloriosos días, Rusia recordará esta guerra como una victoria suya frente a la OTAN y Estados Unidos, cosa que es históricamente cierta.

Por la parte estadounidense no hubo ni un ápice de buena fe, y si excesos de arrogancia. En ningún momento el anfitrión se mostró a la altura requerida. A la vergüenza de tratar como trató a un aliado, sumó el modo como evadió las responsabilidades que tiene en una guerra de la cual es coprotagonista y principal aliado de Ucrania.
Puede que Zelenski, en el período previo a 2022 cuando se iniciaron las acciones militares de esta guerra, haya errado al apreciar la situación política de Europa y de Rusia y calculado mal las opciones de su país, subestimando la determinación de Rusia, pero durante tres difíciles años, ha conducido, como ha podido, la resistencia de su país frente a un adversario muchas veces superior, dotado de uno de los mayores ejércitos del mundo y con el mayor arsenal nuclear.

En un gesto típico de su desempeño, ante el reclamo de Ucrania de que, en la postguerra con Rusia que se anuncia difícil, Estados Unidos sea garante de su seguridad, el presidente norteamericano pasó la pelota a Europa y a la OTAN, aludiendo que la seguridad colectiva es allí su responsabilidad.

De ese modo, sin una necesaria transición, Trump elude una  obligación  adquirida por el estado americano que desde 1949, cuando la Unión Soviética detonó su primera bomba atómica, instaló la llamada “Doctrina Truman” para la contención del comunismo, asumiendo, como obligación suya la seguridad de Europa, entonces vulnerable ante la URSS y carente de armas nucleares.

Al recular del modo como lo hace, Trump modifica caprichosamente las esencias de la doctrina de seguridad colectiva, aunque precaria todavía vigente y pone en crisis el Tratado Para la No Proliferación de Armas Nucleares. Sin armas de este tipo en la cantidad y calidad suficiente, es imposible que, en medio de las tensiones heredadas de la guerra, Europa pueda velar por su propia seguridad.

Por otra parte, desde los años cincuenta los presidentes Eisenhower y Kennedy se percataron de que prácticamente todos los países de Europa Occidental estaban en condiciones económicas y técnicas para producir armas nucleares, lo cual llevó a procurar detener la proliferación con los acuerdos de seguridad y el programa Átomos para la Paz. La posición de Trump”, entre otras cosas, pudiera desatar una carrera de armamentos, incluidas armas nucleares.

No es difícil calcular los riesgos del caos que se desatará cuando, ante la abstención de los Estados Unidos, los países europeos, incluidos los ex socialistas y los surgidos en territorios ex soviéticos, decidan dotarse de sus propias armas nucleares, como también pudieran hacer Japón, Australia, Irán, Corea del Sur, Turkiye, Sudáfrica, Nigeria, Siria y la propia Ucrania y otros países, económica y tecnológicamente capaces de hacerlo.

Esta situación ocurre porque, después de los jóvenes ucranianos y rusos muertos en combate y el despojo territorial, la baja más significativa de la guerra en Ucrania es la cohesión de Europa y la alianza trasatlántica con Estados Unidos puesta en solfa por Donald Trump.

Al descalificar a Zelenski cuya credibilidad se ha quebrantado sensiblemente, Trump se queda sin interlocutor para negociar la paz: ¿Con quién lo hará? Allá nos vemos.

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