Daniel Díaz Mantilla - La Jiribilla.- Una de las paradojas más inquietantes de las sociedades contemporáneas es la dualidad en que se debaten casi sin excepción sus miembros: sea cual fuere su edad, su género, sus filiaciones ideológicas o el signo político de la comunidad en que vive, cada quien se halla —con más o menos angustia, con mayor o menor conciencia— inmerso en el conflicto entre individuo y masa.