En los últimos dos meses una oleada de protestas populares ha sacudido vastas regiones del mundo árabe, en el Oriente Medio y el Norte de África.
La justa indignación de los oprimidos ha desembocado en cambios revolucionarios que intentan ser manipulados, con perfidia y oportunismo, por los poderes hegemónicos mundiales. La intromisión imperial ha sido particularmente desfachatada en torno a las complejas circunstancias que vive Libia, en tanto que las grandes corporaciones mediáticas compiten entre sí para legitimar la ya anunciada ocupación.