Leticia Martínez Hernández, enviada especial (Foto: Roberto Ruiz) – Granma.- Parecía el conjuro perfecto para aquella confusión de la Torre de Babel, para el enredo de los mil idiomas que de pronto se apoderó de quienes levantaban la edificación que pretendía rozar el cielo. Y es que bastó con el apretón de manos, amén de orígenes, idiomas, cultura o creencias, para borrar las fronteras de este mundo apocalíptico. Eran los jóvenes, los de ahora, los de estos tiempos imperiosos, que se juntaron en el estadio Lucas Masterpieces Moripe de esta ciudad. Comenzaba así el XVII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes.