Enrique Ubieta Gómez - Especial para CubaSí.- Cansado, feliz de encontrar a colegas de Nuestra América y de otras regiones de este pequeño planeta llamado Tierra, que se reúnen para armar redes de solidaridad, de empatía, para rescatar sueños cuando se incendian los almacenes, en un evento llamado Patria. Cansado y feliz, de vuelta de la Feria del Libro en Santa Clara, que ofrecía un oasis de luz y de saberes, donde la gente compraba libros en lugar de lámparas para alumbrar las noches. “Tráeme huevos”, le dijo una señora a su nieta, pero la muchacha oronda regresaba a casa con una jaba de libros de la Biblioteca del Pueblo; y los jazzistas, en el bar Mas allá, la orquesta femenina de guitarras en La Luna Naranja, los trovadores en El Mejunje, los decimistas mofándose unos de otros, y hasta de nosotros en el Club de los Postes, y yo imaginándome cómo sería Santa Clara sin apagones. Pero el SEN cayó exhausto, y pese a ello, la alegría mezclada con cierta dosis de venganza no se apagó en la ciudad. Ocurrió poco después de que abrazara al doctor Ricardo Carrillo, veinte años sin verlo, el hombre que me recibió en la selva amazónica de Venezuela, y que permaneció en ella, solitario, superhéroe cubano de los comics por escribir y dibujar, durante tres años. Justo ahora en que son atacados los internacionalistas que salvan vidas.