Aline Pérez Neri, corresponsal de Cubainformación en México.- Cuando la prensa del engaño, aquella que defiende el capitalismo sin importar que es justo ese sistema el que oprime, el que mata, habla de la Cuba anterior a la Revolución Cubana y afirma que es ésta la que encareció la vida de las cubanas y cubanos.


¿Realmente esa Cuba les proveyó de mejores condiciones de vida a los ciudadanos cubanos? Si nos dejamos llevar por las fotografías de las lujosas construcciones, de los hoteles y casinos de aquella época, podríamos pensar que sí, que fueron tiempos de maravillosa opulencia. ¿Vivían así todos y todas?

El profesor revolucionario, jefe de la sección de Internacionales del Periódico Granma Raúl Capote Fernández nos lleva de la mano por la Cuba de los años 50. ¿Todo tiempo pasado fue mejor? Él nos lo cuenta en una nueva entrega.

La maravillosa Cuba de los 50. Raúl Capote Fernández

https://www.facebook.com/raulantoniocapote/videos/2743979395887259/

Cuando los grandes medios de comunicación al servicio del gobierno de Estados Unidos, la prensa corporativa, la red de sitios digitales contrarrevolucionarios, se refiere a la Cuba de antes de 1959, hablan de un país que nunca existió.

La Cuba anterior al 59 es la Cuba de los crímenes de la dictadura batistiana, es la Cuba de las instituciones que sirvieron de modelo para la represión en América Latina. Instituciones como el Buró para la Represión de Actividades Comunistas (BRAC), el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el Servicio de Inteligencia Naval famoso por los horribles crímenes que cometió, la Policía Marítima, el Buró de Investigaciones y la Policía Nacional, fueron verdaderas academias de la tortura y la muerte que sirvieron después como ejemplo para la represión al movimiento revolucionario en Nuestra América.

En carta escrita por el jefe de la CIA Allan Dulles a Fulgencio Batista expresaba: “… permítame decirle, señor Presidente, qué gran honor y placer ha sido reunirme y conversar con usted, y confío estaremos en una posición para ayudarle a su país en nuestro mutuo esfuerzo contra los enemigos de la libertad”. El jefe de la CIA dirigiéndose a un golpista, un asesino, que en el año de 1955 tenía sobre sus espaldas la desaparición, tortura y asesinato de miles de cubanos.

Esa era la Cuba de antes del 59. La Cuba de Esteban Ventura, de Conrado Carratalá, de Rolando Masferrer. Donde se estrenó el uso de la tortura electrónica, donde experimentaron formas de martirizar a los prisioneros para obtener información, y de la desaparición de mucha gente, no solamente revolucionarios, sino también personas que no pertenecían a ninguna organización revolucionaria.En la Cuba de los años 50 ser joven era un peligro.

La Habana era el paraíso de la mafia, del ron y las drogas, un reino de la impunidad que crecía como ciudad del pecado en paralelo a Las Vegas, con grandes ventajas sobre la perla de Nevada.

No había lugar concurrido de la ciudad que no contara con un expendio de droga, con una mesa de juego, un apuntador y cientos de prostitutas. También contaba con cientos de bares, cantinas y pequeñas barras. En aquel estado de corte delictivo todo iba bien para la mafia y sus testaferros cubanos. Con el dinero robado al pueblo por los gobernantes se construyeron esas grandes obras públicas de las cuales alardean algunos hoy.

Se muestran siempre las mismas imágenes de aquellas obras, pero no se difunden las de los barrios marginales, como el inmenso barrio de Las Yaguas, aquella Cueva del Humo horrible donde la gente construía sus casas con las yaguas que se desechaba la industria del tabaco. Así era la mayor parte de La Habana, no aquella parte donde se negociaban y construían los bienes raíces, los casinos, los deslumbrantes hoteles, que además se construyeron con créditos otorgados por bancos cubanos, pero las ganancias salían diariamente rumbo a Estados Unidos, lo cual les generaba el negocio perfecto.

Gracias a Fulgencio Batista, el pueblo cubano financiaba un negocio sucio que no le reportaba ninguna utilidad. Las grandes obras públicas que reciben tanta publicidad como muestra del éxito de aquella República burguesa, fueron en realidad grandes acciones de corrupción. El dinero lo otorgaba el Estado a propiedades y personeros del régimen, se entregaban millones por hora que costaban miles de pesos, y las ganancias eran para ellos mismos. Batista recibía el 35% de todas las transacciones, de todas las ganancias espurias de la corrupción, del juego y del latrocinio que se vivía en esa época.

La formación de un imperio delictivo comenzó a gestarse en La Habana desde finales del año 33, cuando se produjeron los primeros contactos entre el Coronel Batista y Meyer Lansky, por órdenes de Lucky Luciano. Amadeo Barletta, llegó a ser una autoridad financiera en el país, que conformó poco a poco, a través del Banco Atlántico S.A. una verdadera red de negocios con decenas de compañías tapaderas.

Meyer Lansky controlaba hoteles, casinos, apuestas, cabarés, la prostitución, el tráfico de drogas, lavado de dinero a gran escala, y hastael juego a nivel de barrio, además de los medios de comunicación.

La mafia se mimetizó en la política y la economía cubana, estrechando los lazos de tal manera que se enraizó en aquel gobierno delictivo que amparaba y formaba parte del gran negocio.

La cocaína que provenía de Medellín salía en barcos (supuestamente cargados de azúcar) por el puerto de La Habana custodiados por la policía, directo a Estados Unidos.

Jóvenes campesinas eran llevadas con engaños a la capital, para ser explotadas en el famoso servicio de prostitución que daba servicio a los hoteles, casinos, y a los cabarés.

Otro de los elementos que nombran sobre esos años es que Cuba era un país desarrollado.

Ciertamente Cuba tuvo un papel destacado en el desarrollo de la telefonía. Pero Cuban Telephone Company era una empresa estadounidense, un monopolio con grandes privilegios que obsequió a Batista con un teléfono chapado en oro, como “premio” por haberle permitido incrementar las tarifas telefónicas.

En esa Cuba que presentan como país desarrollado, según indica el Censo de 1953:

  • El 68.5% de los campesinos vivían en bohíos miserables, con techos de guano y piso de tierra.
  • El 85% no tenía agua corriente, y el 54% no disponía de ningún tipo de servicio sanitario.
  • Sólo 11% de las familias consumía leche en esa República que ponen como ejemplo de prosperidad.
  • El 4% de las familias cubanas consumía carne con regularidad.
  • Sólo el 2% de la población consumía huevo.
  • El 44% no sabía leer ni escribir (en las ciudades 1 de cada 5 personas, y en el campo de cada 2 uno era analfabeta, y las pocas escuelas que existían permanecían abandonadas y sin recursos).
  • El total de personas desempleadas en 1958 alcanzaba la cifra de 738 mil personas en una población de poco más de 6 millones de habitantes.
  • Casi 3 millones de cubanos (la mitad de la población) carecía de luz eléctrica.

Cuando triunfó la Revolución existían 600 mil niños sin escuela y 10 mil maestros sin trabajo (a pesar de la inmensa necesidad de su labor). 1 millón y medio de habitantes mayores de 6 años no tenía aprobado ningún grado de escolaridad. El 17% de los jóvenes entre 15 y 19 años recibía algún tipo de educación. La población mayor de 15 años tenía un nivel educativo promedio inferior al 3er. grado.

De los miles de niños que vivían al margen de la escuela, la instrucción pública languidecía mientras crecía la escuela privada. La enseñanza industrial se impartía en un solo centro, con un nivel equivalente a técnico medio. Los 16 centros restantes sólo preparaban obreros calificados en pequeñas cantidades y su formación era muy limitada por carecer de presupuesto y de base material necesaria.

A pesar de ser un país agrícola, la enseñanza agropecuaria presentaba la misma crítica situación, ya que sólo contaba con 6 granjas-escuela y 1 instituto forestal con escasas posibilidades de matrícula y de recursos.

El mayor desarrollo se apreciaba en las escuelas de Comercio, con los estudios de Economía y Administración. Existían centros estatales y un número mayor controlado por organizaciones privadas.

La Educación Especial para impedidos físicos y mentales era virtualmente inexistente. Las pocas instituciones que funcionaban (únicamente 6) sólo tenían un exiguo apoyo estatal y dependían fundamentalmente de patronatos particulares.

Existía una Escuela Normal oficial en cada capital de provincia, para la formación de maestros, con matrícula limitada, donde el fraude para obtener una plaza era frecuente, y sólo existían 3 facultades de Educación en la Universidad de La Habana, Las Villas y Oriente.

Sólo se explotaba el 20% de la tierra cultivable, mientras Cuba exportaba la mayor parte del consumo alimentario (comprados en su inmensa mayoría en Estados Unidos).

El 55% de los alimentos que consumía Cuba se importaba de Estados Unidos. Más del 50% de las mejores tierras del país estaban en manos de compañías extranjeras.

Se dice también que en esa época estaba resuelto el tema de la vivienda. Parece que en esa afirmación no se toma como cubanos a todos los pobladores de los barrios como el de La Yagua.

Según datos de Inter Press Service (IPS) en Cuba, cuando el gobierno revolucionario tomó el poder, el sector de la vivienda estaba gravemente deteriorado debido al enorme déficit habitacional. La notable diferencia entre el campo y la ciudad, la variabilidad de los materiales usados y la existencia de cordones de pobreza en las principales ciudades, sobre todo en La Habana, eran características de la vivienda en Cuba de esos años. Según la investigación censal realizada en Cuba en 1953 dirigida y coordinada por la Oficina del Censo de Estados Unidos, se reflejaba que sólo el 13% de las casas existentes podía considerarse como buena. En Cuba se edificaba donde la rentabilidad fuera la más elevada, por eso el 80% de las construcciones buenas fueron levantadas en La Habana, lo que provocó un gran desequilibro en el desarrollo urbano del país. Dentro de la misma capital, por un lado había un ostentoso litoral con exclusivas edificaciones de la burguesía, lujosos edificios de apartamentos y fastuosas residencias, y por el otro lado, enormes zonas de barrios indigentes.

En el 59 la demanda, sólo por reposición de viviendas ruinosas o malas era de 700 mil viviendas. La Revolución Cubana heredó una situación sumamente grave en el sector de la vivienda.

Cuba era una neocolonia yanqui, un país subdesarrollado y dependiente, mono productor y monoexportador, gobernado por una satrapía de militares asesinos, de funcionarios corruptos y banales, y de mafiosos.

Por eso el pueblo cubano tomó las armas con el sacrificio de miles de sus hijos para poner fin a todo eso. Por eso la Revolución de los humildes y para los humildes, que se hizo realidad en el año 59.

Esa Cuba de los 50 fue también la Cuba del despertar, la Cuba que acabó con la gesta tenaz del coloniaje. Cuando parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, y que la “carga para matar bribones” que pedía Rubén Martínez Villena no se iba a realizar nunca, un grupo de jóvenes encabezados por Fidel se impuso la misión de que Martí no fuera más sólo de mármol y de piedra, y que Rubén volviera a la tribuna con su mensaje lírico-civil.

Aquella gesta épica fue el motor impulsor que echó a andar definitivamente el motor grande de la Revolución. Un motor que no tiene marcha atrás.

Fue también la Cuba del heroísmo, del patriotismo, donde ofrendaron la vida muchos jóvenes cubanos enfrentando la dictadura. Fue la Cuba del Ejército Rebelde, la Cuba del asalto al Palacio Presidencial y la Cuba del Moncada. La Cuba que triunfó sobre ese Ejército y rompió el mito de que un Ejército constituido no podía ser derrotado por un pueblo armado y en rebeldía.

Es la Cuba donde el Comandante llegó y mandó a parar.

Opinión
Foto: Roberto Suárez. Fotos obtenidas de Juventud Rebelde....
Los congresistas anticubanos Mario Díaz Balart y María Elvira Salazar. Foto: Archivo / Tomada de transmisión en video....
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