Volker Hermsdorf - Versión en español para Cubainformación - Original en alemán en Junge Welt.- Con el éxito de la izquierda en las elecciones parlamentarias, los votantes en Venezuela han rechazado a los golpistas y a Washington. Al mismo tiempo, las fuerzas progresistas de América Latina han ganado más terreno en el continente tras la victoria del "Movimiento por el Socialismo" en Bolivia. Pero Nicolás Maduro no sólo es responsable ante su propio pueblo.


Los próximos meses tendrán que demostrar si el gobierno de Caracas, fortalecido por los resultados de las elecciones, será capaz de soportar los retos que plantea la intensificación de los ataques que ahora se esperan del campo de la derecha, de los Estados Unidos, de la Unión Europea y de los gobiernos profascistas de países vecinos como Brasil y Colombia. Aunque la baja participación electoral es una señal de advertencia que apunta a una creciente despolitización y a la resignación de la población, que también está siendo desgastada por las sanciones de los Estados Unidos, el mensaje claro para los partidarios nacionales y extranjeros del cambio de régimen sigue siendo: "¡No pasarán!"

Las perspectivas de la oposición radical y en gran parte violenta de presentar el alto número de abstenciones como un éxito de su llamado a un boicot electoral son pobres. Por un lado, tendría que basarse en los resultados publicados del Consejo Nacional Electoral (CNE), al que ellos mismos acusan de fraude. Por otra parte, no puede superar la división en el campo de la oposición, desesperadamente dividido, cuya ala moderada rechaza el "referéndum" anunciado por el títere de Washington, Juan Guaidó. Mientras la mayoría de los 193 estados miembros de la ONU, incluyendo China, Rusia y numerosos gobiernos latinoamericanos, respetan los resultados de las elecciones, los medios de comunicación estadounidenses como el derechista Nuevo Herald difunden la afirmación de que las elecciones parlamentarias y su resultado serían "rechazadas por el mundo".

Algunas reacciones recuerdan a las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, con un perdedor que percibió el "fraude" por adelantado y que, a pesar de su derrota, sigue creyendo que es el presidente. Sin embargo, aparte de la importancia global, hay otras diferencias. Mientras que Donald Trump sigue teniendo numerosos partidarios y un fuerte respaldo en casa y está aislado en el extranjero, la situación es exactamente la contraria con Guaidó. Aislado en su casa, es apoyado en su creencia de que es el legítimo presidente de Venezuela, no sólo por el actual gobernante de la Casa Blanca, sino también por la mayoría de los estados de la UE, entre ellos Alemania. Con esta posición, que es por lo menos problemática según el derecho internacional y tiene una motivación exclusivamente política, el gobierno de Berlín no pone en tela de juicio la legitimidad del recién elegido parlamento venezolano sino más bien la reputación del Ministerio de Asuntos Exteriores, que ha maniobrado internacionalmente para ponerse del lado de su vasallaje al gobierno de Trump.

 

Opinión
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