Sergio Ortiz - Plsergio.- Las protestas en Cuba se produjeron el 11 y 12 de julio, con pocos centenares de personas en cada una de ellas, lo que daría unos pocos miles en todo el país de 11,2 millones de habitantes.


El dato cuantitativo no desmerece en sí el sentido de la protesta, porque muchas grandes causas suelen empezar con un puñado de personas. No es el caso. Esta no es una gran causa, ni cubana, ni latinoamericana ni mundial.

Es lícito opinar y apoyar o criticar las marchas, o bien al gobierno de Miguel Díaz-Canel, pero el requisito indispensable es partir de datos reales o comprobables de lo sucedido. No mentir ni falsificar. Esto es exigible a todos y todas, en particular a los intelectuales y políticos que tienen acceso a la información, al conocimiento del pasado inmediato y mediato de Cuba, y una base cultural como para entender e integrar todos esos planos.

Sin embargo ya en ese aspecto de lo cuantitativo se nota que los enemigos de Cuba socialista faltan a la verdad.

Es que los que apoyaron las protestas y trataron de legitimarlas aseguraron que fueron “en toda Cuba”, en al menos “50 ciudades” y con “muchos miles de ciudadanos”, que describieron como “multitudes”.

Falso. Las marchas, que produjeron daños en más de 50 tiendas y negocios, apedrearon escuelas, hospitales y comisarías, tuvieron en cada caso una asistencia de centenares de personas. Fueron en algunas ciudades de 5 provincias, como La Habana, Granma y otras, siendo que el país tiene 14 provincias y un municipio, Camagüey.

Inventar la cifra de 50 ciudades es una bestialidad que ni siquiera comparten los medios extranjeros, caso de la BBC, que en su despacho del 12 de julio dijo que fueron 20.

¡Cómo será de falsa la idea de las multitudes protestando, que muchos canales de televisión y redes metieron videos y fotos de manifestaciones a favor del gobierno, incluso algunas con el presidente a la cabeza, presentándolas como parte de la protesta! No tenían fotos reales. A falta de pan, buenas son las tortas…

SOBRE LOS PRESOS

La otra infamia contra Cuba es decir que en esas protestas habría habido centenares de “desaparecidos”. “El exilio cubano denunciará ante la ONU y la OEA los más de 500 desaparecidos tras las históricas protestas”, titulaba Infobae el 21 de julio. Estaba citando al “Movimiento Democracia del exilio cubano en Miami” que “denunciará ante Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos (OEA) las desapariciones de al menos 500 jóvenes”.

La organización anticubana PEN Internacional el 23 de julio publicó un documento de artistas e intelectuales donde aseguró que “la policía y las fuerzas de seguridad han llevado a cabo detenciones arbitrarias y agresiones físicas contra manifestantes pacíficos, y los medios de comunicación informan de que más de 600 personas han sido detenidas o han desaparecido”.

Claro que hubo detenidos, sobre todo las que estaban cometiendo delitos con violencia, pero sus familiares supieron dónde estaban detenidos. No hubo ningún desaparecido. Desaparecidos, arrojados vivos desde los aviones, bebés robados a sus madres en cautiverio, violaciones y otros delitos de lesa humanidad fueron cometidos por las dictaduras militares-cívicas en América Latina en los ‘70.

José Luis Reyes Blanco, jefe del Departamento de Supervisión de la Dirección de Procesos Penales, de la Fiscalía General de la República explicó: “en nuestro país después de 1959 nunca han existido desaparecidos”. Dijo a Granma que “a partir del 12 de julio, por hechos asociados a los disturbios, se han dirigido a este órgano 63 personas. Pero ninguna de estas denuncias o reclamaciones ha estado relacionada con desapariciones sino con detenciones, o sea, en busca de determinada información, la cual han recibido en los lugares a los cuales han acudido los interesados”.

En otros países latinoamericanos sí hubo represión violenta y antipopular, contra quienes reclamaban contra ajustes, por falta de trabajo y una democracia real. La más reciente es en Colombia, con 74 muertos, además de las masacres contra líderes sociales, dirigentes de derechos humanos y exguerrilleros desmovilizados. El Instituto Indepaz tiene registradas 58 masacres en 2021, con 215 asesinados, hasta el 26 de julio pasado.

LA CONTROVERSIA POLÍTICA

Hay que esclarecer aspectos concretos de los sucesos, para – sobre esa base- opinar con propiedad. Ahí ya ganan, ganamos, me incluyo porque no soy neutral, los que defienden a Cuba y su gobierno socialista.

Después viene el debate político propiamente dicho. Y allí aparece el otro gran elemento, determinante, que pone el contexto a esos dos días de julio: el bloqueo de sesenta años que sufre la Patria de José Martí a manos del mal vecino del Norte.

Como denunció el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, el 23 de junio pasado, cuando la Asamblea General de la ONU trató su resolución contra el bloqueo, y la aprobó por 184 votos contra 2 escuálidos (EE UU e Israel), ese acto que califica como genocidio provocó daños económicos directos por 144.413 millones de dólares. Eso no se mide solamente en divisas sino en vidas dañadas y perdidas, en falta de alimentos e insumos médicos, menos combustible y transporte, menor comercio, caída de la actividad económica, etc. Y a este factor principalísimo se le acopló el daño provocado por la pandemia, como al resto del mundo pero con un matiz en particular duro para Cuba. Es que sus ingresos mayores dependen del turismo y en 2020 en vez de recibir a 4 millones de turistas sólo llegó un millón.

Algunos artistas que alguna vez fueron cubanos, como Pablo Milanés, condenó a su propio gobierno sin siquiera detenerse en mentar el tema bloqueo. En eso parecía un gusano más. “Es irresponsable y absurdo culpar y reprimir a un pueblo que se ha sacrificado y lo ha dado todo durante décadas para sostener un régimen que al final lo que hace es encarcelarlo”, escribió en Facebook.

Otro que alguna vez fue progresista, nunca revolucionario, Jorge Lanata, quien de crítico del grupo Clarín terminó ladrando para ese monopolio, tituló su editorial “La crisis de Cuba y los ídolos con pies de barro”. Y escribió: “Las dictaduras nunca confían en la gente. Es más, les temen, y por eso tratan de aplastarlas metiéndose en su vida”.

En esa lista anticomunista se anotó Beatriz Sarlo, ex PCR y ex tantas cosas. En su columna “Otra vez Cuba”, el 17 de julio citó el libro de Claudia Hilb, “Silencio, Cuba”: “un régimen del que no podemos decir que viola derechos humanos, sino que, en su forma misma, no reconoce la existencia de esos derechos tal como son sostenidos en el horizonte de nuestras sociedades liberal-democráticas modernas”.

TROTSKISMO, MEANDO FUERA DEL TARRO

Como en otros temas y especialmente en este de Cuba, la corriente trotskista le erró feo. Como se dice en Argentina: mearon fuera del tarro.

Jorge Altamira, líder de una fracción ida o venida del Partido Obrero, Política Obrera, dio un reportaje a alumnos de un curso privado de Periodismo de Perfil Educación, y publicó un artículo en su prensa partidaria.

Altamira dijo ser un defensor de esa revolución, pero mintió con que “la Revolución Cubana no está encarnada por el gobierno cubano”. Y metió largos párrafos alabando a “estas movilizaciones, forman parte de una protesta contra un régimen que quiere restaurar el capitalismo”. Denunció la supuesta “represión policial” del 11 de julio y apuntó contra Fidel Castro y Cuba porque al menos desde 2011 estaría en un proceso de “restauración del capitalismo” a imitación de China y Vietnam. Ya que estaba, el trotskista enlodó no sólo a la isla sino también a esos dos países socialistas.

Si no fuera casi trágico, sonó cómica su defensa de la seudo “protesta de los trabajadores en Cuba”, en especial su valoración de los ataques a las que él llama “diplotiendas”, en realidad tiendas que reciben MLC (Moneda Libre Convertible). El referente del PO los valoró como lo más valioso de la movilización porque tendrían un sentido de clase contra los enriquecidos dirigentes restauradores del capitalismo. Dijo: “Si la gente que protesta tira piedras contra las tiendas especiales en donde se compra en dólares, yo no diría que es una manifestación a favor del capitalismo, de ninguna manera”. Le faltó poquito para afirmar que era una movilización anticapitalista y por el socialismo, espontánea, con límites de dirección política. Ese es su desviado pensamiento que repite sus mentiras ochentosas de que la caída del bloque socialista en el Este europeo y la URSS eran una “revolución obrera”.

DEFENSORES DE CUBA

En esta polémica los mejores defensores de Cuba han sido su presidente y demás dirigentes, que han dicho la verdad. Díaz-Canel fue a San Antonio de los Baños, donde se inició la revuelta, a dar la cara y hablar con los manifestantes y otros vecinos. Luego dio un mensaje a toda la población y llamó a los revolucionarios cubanos a ganar las calles, cosa que ocurrió con 100.000 personas en el Malecón, invisibilizadas por las agencias internacionales de noticias con sintonía fina con el Departamento de Estado y la Sociedad Interamericana de Prensa.

En ese marco, de defensa de la revolución y el legado fidelista-martiano, el presidente también admitió que eran reales esas dificultades y carencias de las que se quejaba esa parte de la población. Y aún adjudicando en su mayor parte a las consecuencias del bloqueo, no rehuyó que también influían errores, carencias y demoras atribuibles a la gestión de su gobierno, comprometiéndose a corregirlas.

Los tantos están claros: el gobierno cubano admite sus insuficiencias, marcando al bloqueo como causa primordial. En cambio los detractores de Cuba niegan o minimizan el bloqueo y echan toda la culpa al Partido Comunista. Para ellos no existen las 243 medidas de recrudecimiento del bloqueo dispuestas por Donald Trump y continuadas por Joe Biden. Toda la culpa sería del socialismo…

Ese enfoque anticubano ni siquiera reconoce la buena performance de la isla en la lucha contra la pandemia, con bajos índices de contagios y muertes, 56 Brigadas Médicas Internacionales Henry Reeve, con 2.500 médicos y personal de salud ayudando a muchos países. Tampoco admiten el hecho inigualable para la región de haber logrado 5 candidatos vacunales propios y dos ya convertidos en vacunas, la Abdala y la Soberana 02, cubanas cien por ciento y fabricadas a pesar del bloqueo.

Esa unilateralidad de criticar todo lo que haga o diga Cuba habla muy mal de los intelectuales mencionados. Se supone que tendrían que mirar la realidad con los dos ojos, en forma multilateral y objetiva. Por ejemplo, han ocultado el manejo del Departamento de Estado y la cloaca de Miami, con sus fondos y ayudas a la gusanería “local”, soporte tecnológico y redes para convocar al estallido social que no llegó a esa altura.

La Mayor de las Antillas tiene intelectuales y artistas que la aprecian y defienden, con buenos argumentos, en todo el mundo. Hubo columnas de opinión del teólogo Leonardo Boff, reportajes de Roger Waters, notas de Atilio Borón, Stella Calloni, Gustavo Veiga, Sandra Russo, conferencias virtuales de Dilma Rousseff y Evo Morales con legisladores argentinos del Parlasur, etc. Y respaldando esas palabras con acciones, se hicieron marchas y actos en Buenos Aires, Córdoba y ciudades patagónicas, así como en ciudades de Brasil; en París, Nueva York, Bruselas y ciudades de otros países. Y se han pintado murales, compuesto poesías y canciones, en honor a la isla. Se han defendido sus embajadas y consulados de las agresiones de los gusanos y las derechas locales, los macristas y otros de Juntos por el Cambio en Buenos Aires.

Cuba no está sola. Rusia, México, Nicaragua y Bolivia han anunciado envíos solidarios para ayudar. Cuba agradece todo eso, pero lo que más aprecia -es una opinión personal – es que se diga la verdad. La verdad es revolucionaria. La verdad es cubana.

Opinión
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