Darío Machado Rodríguez - Rebelión - Foto: Diario Mineño.- No pocas veces desde nuestro partido se han hecho críticas dirigidas a la necesidad de un cambio en el estilo de trabajo sin lograrse realmente un resultado eficaz.


Recuerdo, por ejemplo, toda una etapa cuando se hizo hincapié en la necesidad de promover el diálogo en la relación  con los diferentes sectores de la sociedad y un compañero durante una reunión informó que ya tenía hecho su «plan de diálogo». Es que el cambio en el estilo de trabajo requería  también de un cambio de mentalidad.

La revolución cubana desde sus inicios ha tenido como pilar fundamental el enriquecimiento cultural del pueblo, política que ha derivado en una mayor capacidad de análisis y valoración de la realidad local, nacional e internacional del cubano. En la misma proporción, de modo ascendente se han incrementado las exigencias sobre la capacidad, preparación y nivel de información  de los dirigentes, cuadros y funcionarios partidistas y estatales.

Los procesos participativos han sido estudiados y desarrollados por diferentes instituciones del país: el Instituto de Filosofía y el Centro de Estudios Psicológicos y sociológicos de la Academia de Ciencias, el Centro Memorial Martin Luther King, entre otros. Durante los años del período especial participé en procesos participativos en los barrios de Cayo Hueso y en el de Novoa este último perteneciente al Consejo Popular Balcón Arimao de La lisa, en el que con diferentes resultados se promovió activamente la participación popular. Esos resultados y experiencias revolucionarias resultan valiosos.

La práctica de esperar que se aplicaran y adaptaran las indicaciones de los niveles superiores por los inferiores no llegaba a incorporar como norma del trabajo político la necesidad de reconocer suficientemente lo particular, no para «adaptar», sino para definir finalmente lo que debería  hacerse. Tal es el caso, por ejemplo  de la medida de tener en cada municipio las 10 instituciones culturales básicas. Al visitar una de esas instituciones, un museo donde había apenas unos pocos objetos de escaso valor museable confirmamos que tenía una plantilla de 5 trabajadores que apenas recibían unos pocos visitantes al año. Ahí, más  allá de la loable iniciativa de dotar a cada municipio de una biblioteca, un teatro, una orquesta, un museo, etc. con la que se dio en todo el país un importante impulso al desarrollo cultural local, faltó preguntar en el lugar las condiciones y las principales potencialidades y necesidades reales.

El meollo del asunto radica en el punto de partida antes de tomar las decisiones. Si el asunto es agrícola, comenzar por los campesinos, si es educacional comenzar por los maestros, si es barrial comenzar por los vecinos.. Es en lo que ahora insistiendo nuestro Presidente.

La responsabilidad política y constitucional del partido como fuerza dirigente superior de la sociedad cubana y del Estado no significa que el partido es «el sujeto» y la sociedad «el objeto». El sujeto es el pueblo cubano, del cual es parte activa y revolucionadora el partido que tiene la mayor responsabilidad de coordinar, promover y viabilizar las mejores decisiones, que serán más acertadas mientras mayor sea la participación  social en su definición.

Un cambio de fondo en el estilo del trabajo político

La exhortación del primer secretario del CC del partido a escuchar primero al pueblo como método de trabajo político es un importante cambio de fondo en el estilo de trabajo revolucionario. Lo ha repetido no pocas veces y recientemente en la visita integral del Secretariado del Comité Central a la provincia de Holguín:

“Hay que reunirse con todos los sectores de la sociedad, para que hagan propuestas y dar seguimiento a lo que plantean. Los encuentros al estilo de los que se hacen centralmente con las diversas esferas de la sociedad, hay que replicarlos en los municipios.” (Granma, Sábado 19 de febrero de 2022)

El pueblo es el protagonista principal. No es un pueblo en abstracto, son los colectivos laborales, los barrios y comunidades, los educadores de una escuela, el personal de salud de un hospital, en fin, la gente que vive el día a día, la realidad en cada lugar. El pueblo que mayoritariamente al votar la nueva constitución de 2019 confirmó el papel dirigente del partido, entregó su confianza a la organización en mayor capacidad de coordinar y articular las actividades encaminadas a la construcción social socialista. Pero la confianza es una carretera de doble vía lo que significa que la indicación de tener el oído pegado a la tierra, de escuchar a la ciudadanía, de confiar en el pueblo es la única respuesta posible a la confianza del pueblo en el partido y el gobierno.

Es natural que las indicaciones que vienen “desde arriba” tengan un determinado nivel de elaboración cuyo resultado –de últimas- depende de los eslabones finales que las consideran y emiten. Tienen muchos componentes importantes: la intención siempre presente de viabilizar soluciones, la participación de compañeros con experiencia política, la síntesis que evita que los temas “se vayan por las ramas”, pero siempre persisten dos factores con los que inevitablemente se encuentran esas indicaciones a la hora de ser tomadas en cuenta y que se suman a la utilidad y al derecho del pueblo a participar, a proponer y ser escuchado.

Se trata, en primer lugar, del hecho elemental que cada lugar, centro de trabajo, comunidad, territorio, tiene siempre especificidades que recuerdan que esas indicaciones son una abstracción que sintetiza lo que es fundamental en general para todo el país y que por tanto nunca pueden resultar un traje a la medida para cada situación. Y en segundo lugar, pero no menos importante, es que entre el momento en que se detecta un problema que resulta de carácter nacional, ramal o territorial y el momento en que esas indicaciones son finalmente elaboradas y trasmitidas media un tiempo durante el cual también la realidad va cambiando en unos lugares de un modo, en otros de otro, a veces poco, a veces considerablemente.

Ambos factores evidencian lo imprescindible, en cualquier caso, de comenzar consultando a la gente, discutir sobre las condiciones específicas de ese lugar y ese momento, acordar acciones y después actuar, controlar y seguir siempre atentos a lo que el pueblo señala para ser ágiles y cambiar tomando decisiones que no estén demoradas por la muchas veces contraproducente institución de “la consulta”, lo que nada tiene que ver con el imprescindible flujo constante de información en todos los planos y niveles sobre la marcha del trabajo.

Estamos hoy en un momento crucial del país, con múltiples frentes todos de la mayor importancia. La unidad imprescindible tiene sus primeros nudos en el tejido político que ata la confianza mutua entre la dirección revolucionaria y el pueblo. Este cambio en el estilo de trabajo político en nuestro país es estratégico para el futuro del socialismo en Cuba.

Opinión
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