En la foto, Lula y Sócrates.


José Enrique Ruiz Saura*.- A menudo te topas con gente que está “encantada de conocerse”. Algunos de ellos son los que necesitan ser siempre más intelectuales que tú y que cualquiera.

Por ejemplo, si quiero dedicar un ratito de mi tiempo a ver un partido de fútbol con mis hijas pequeñas, a veces me dicen que el partido, que todo lo relacionado con el fútbol, es vacío o alienante. Bueno, será así si tú lo dices, pero déjame ser “borrego” mientras me distraigo un ratito a la semana en casa, por favor. Además, se olvidan de que, en el mundo de hoy, este deporte tiene una capacidad de emocionar, ser fuente de inspiración, construir simbología y generar contracultura, que no se da en ningún otro.

Quizás por haber sido capaz de lograr todo eso al mismo tiempo, y por hacerlo de forma épica, siempre he sentido predilección por un equipo brasileño: el Corinthians de los años 1982/84, la “Democracia Corinthiana”, capitaneada por mi admirado Sócrates. Llevo años intentando conseguir su camiseta con el dorsal nº 8 y letras rojas a la espalda.

Ha habido muchos equipos brillantes desde los inicios del fútbol hasta la actualidad, es cierto, pero la “Democracia Corinthiana” fue el único donde todos sus miembros (dirigentes, jugadores, técnicos, utilleros, empleados, etc.) pudieron decidir mediante votaciones democráticas cómo se debía funcionar: estrategias de juego, horarios de entrenamiento, pretemporadas, fichajes…incluso, cómo distribuir el dinero del club. El voto del utillero valía lo mismo que el del capitán del equipo…¡bravo! Seguro que muchos pensarán que hacer eso sólo puede conducir al caos, pero se equivocan. De hecho, ese equipo fue campeón dos años consecutivos y logró que el estadio estuviera abarrotado durante aquellas temporadas inolvidables.

Pero la cosa no quedó ahí, viendo que multitud de aficionados que les seguían estaban entusiasmados con los valores democráticos que estaban transmitiendo, Sócrates y el resto del equipo quisieron llegar más lejos y decidieron erigirse en firmes opositores al régimen dictatorial que estaba oprimiendo a Brasil desde 1964. “Ganar o perder, pero siempre con democracia” es su lema más recordado de los muchos que mostraron durante varias temporadas al salir al césped. Dentro y fuera del campo, este equipo y sus estrellas fueron un referente en la defensa de derechos y libertades para su pueblo durante esos años convulsos.

El propio Sócrates, llegando aún más lejos, retó a la dictadura y amenazó con marcharse de Brasil (en ese momento era el líder de la selección nacional y el jugador más emblemático del campeonato) si el parlamento no aprobaba una enmienda que pedía la implantación de un nuevo régimen político basado en elecciones libres y directas. La enmienda no fue aprobada, y Sócrates decidió fichar por la Fiorentina y marcharse a la liga italiana culpando de ello a la dictadura. No obstante, ahí va un spoiler: esta decisión del futbolista no fue sino un nuevo golpe mediático en toda regla que acentuó el proceso de descomposición en que se encontraba ese régimen político y, tan sólo un año después, los acontecimientos precipitaron la ansiada apertura democrática del país.

Cuando Sócrates aterrizó en el país transaplino, la prensa local se apresuró a preguntarle si estaba orgulloso de venir a la catalogada como mejor liga de fútbol del mundo en ese momento. Y es que la liga italiana, llamada Calcio, era considerada en ese momento como la NBA del fútbol mundial. Pues bien, ni corto ni perezoso, Sócrates respondió que lo que realmente le emocionaba era venir a un país en donde, por fin, podría leer a Antonio Gramsci (pensador represaliado por Mussolini y fundador del Partido Comunista Italiano) en su lengua materna…lo dicho, un genio.

Probablemente, Sócrates y sus compañeros de la “Democracia Corinthiana” verían con tristeza que un nostálgico de aquella dictadura militar, como es Jair Bolsonaro, haya vuelto a estar al frente de Brasil. Hay mucho impresentable suelto por la vida, pero es que Bolsonaro llegó a decir que la dictadura cometió el “error” de no haber matado a más gente…en fin, vomitivo.

Aunque Sócrates ya no esté, algunos de sus antiguos compañeros de equipo mantienen fidelidad a su legado y, como ocurre con Walter Casagrande, no dudan en hacer campaña para desalojar democráticamente del gobierno a un Bolsonaro que no ha roto su cordón umbilical con la dictadura.

Lamentablemente, por el contrario, también han proliferado otros futbolistas de alto nivel en activo y retirados que, movidos por ideas religiosas o intereses económicos, promueven abiertamente el apoyo a Bolsonaro. Es el caso de Ronaldinho, Neymar, Rivaldo, Kaká, Pelé o Robinho, entre otros. Quien también lo ha hecho ha sido Romario, que ha sido reelegido diputado bajo las siglas del partido de Bolsonaro. En su época de jugador del Barcelona, Romario zanjó una discusión con su entrenador, Johan Cruyff, recordándole que, de los dos, él sí era todo un campeón del mundo.

Quizás ese sea uno de los problemas, que el dinero y los éxitos deportivos hagan a estas estrellas olvidarse de cuáles fueron sus orígenes y cómo sigue siendo la vida en las favelas de las que ellos tuvieron la suerte de salir. No obstante, gran parte de la afición brasileña al fútbol tiene memoria y un criterio muy claro para valorar a sus grandes deportistas: “Podrás haber ganado un mundial de fútbol, pero nunca serás como Sócrates”, le dijeron unos aficionados hace unos años a Romario en los inicios de su carrera política.

En Sao Paulo, el Corinthians siempre ha sido identificado como el equipo de la población de las favelas, frente a otros clubs que son asociados a las clases altas. Y precisamente entre la hinchada corinthiana, se encontraba Lula, que ya fue presidente de Brasil durante 8 años y ahora anhela derrotar electoralmente a los defensores de esa dictadura contra la que él y su queridísimo amigo Sócrates lucharon durante los años 80 en las calles y los estadios.

Para ello, la vida y obra del larguilucho futbolista con nombre de filósofo griego, sigue siendo fuente de inspiración. Así lo dijo el propio Lula: “La contribución generosa de Sócrates al Corinthians, para el fútbol y para la sociedad brasileña jamás será olvidada”.

* José Enrique Ruiz Saura es abogado y profesor universitario.

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