Pascual Serrano (Foto: CubaHoy).- Cubadebate.- Hace treinta años, el libro que relataba la historia de Radio Venceremos, la mítica radio de la guerrilla salvadoreña del FMLN que tuve el gusto de conocer en las montañas de Morazán, se tituló La terquedad del Izote. El izote es la flor de la yuca gigante y es el símbolo de El Salvador.


El libro hacía referencia a la firmeza y constancia de esa flor. No se doblegaba ante la adversidad, no permitía que la domaran y, como flor perenne, siempre está alerta. Por todo ello, los periodistas guerrilleros gustaban de compararse con la flor del izote contando la historia de la radio en un libro con ese título.

Son muchos los izotes que existen en la historia de luchas de los pueblos. Flores tercas y firmes que no dejan de combatir. El pasado 18 de mayo perdimos una en Cuba. Es, porque no tengo fuerzas para hablar de él en pasado, Iroel Sánchez.

Nos conocimos hace casi veinte años, en Oviedo (España). Desde entonces, con su vitalidad me arrastraba a todos sus proyectos: La Feria del Libro de La Habana, la revista La Jiribilla, EcuRed, La pupila insomne... Me arrastraba a mí y a cualquiera que se le acercara, es decir, lo que se entiende por un buen combatiente: la persona que lucha y logra transmitir fuerza a los de su alrededor.

Iroel era terco, ya hemos dicho que era como el izote, pero dentro de su firmeza escuchaba y quería aprender de todos nosotros. Y para ello, no solo estrechaba relaciones con sus amigos, hacía algo muy complicado, pero fundamental para las luchas, conectar a todos los amigos y crear redes. Por eso ahora sabía moverse bien en las redes sociales digitales, porque él ya las practicaba antes de que nacieran en internet. Un grupo de españoles nos hicimos más amigos entre nosotros gracias a un Iroel que estaba en La Habana.

Su terquedad también era tolerante con los amigos. Cuando colaborábamos la publicación española Rebelion.org y la cubana La Jiribilla, las malas lenguas decían que su influencia nos imponía criterios de publicación en Rebelión. Pero eran mentira, creo que conseguí yo convencerle de más cambios de contenidos en La Jiribilla que él a nosotros en Rebelión.

Como buen revolucionario, no distinguía entre camaradas y familias. Por eso me llamaba hermano y yo consideraba a su esposa, hijos y mamá parte de mi familia.

Con Iroel compartí en España, en Caracas, en Mar del Plata, en el Sáhara. En todos los lugares, a todas las horas, en todas las circunstancias estaba luchando incansable por la revolución, por la justicia, por el socialismo, por la verdad. Con Iroel sentías cómo remabas hacia el horizonte de la utopía. Ese barco ahora ha perdido impulso, por eso debemos remar ahora más fuerte. Porque le prometimos a Iroel seguir avanzando y para demostrarnos nosotros mismos que sigue entre nosotros.

La Revolución cubana comenzó con 82 héroes que llegaron en el yate Granma. Conociendo a Iroel puedes comprender la revolución que se puede desencadenar con solo 82 personas.

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