Diseño: Venezuela News.
Juan García
Venezuela News
Constantemente escuchamos o leemos que Estados Unidos o la Unión Europea imponen sanciones a terceros países. Pero no se trata de “sanciones”, sino más bien represalias o, incluso, actos de piratería totalmente ajenos al derecho internacional. El Diccionario de la Lengua Española define “sanción” como “Pena que una ley o un reglamento establece para sus infractores”. La legislación de EEUU o de la UE tiene un límite claro, solo se puede aplicar en su territorio y a sus nacionales. Pero nunca la legislación estatal es de obligado cumplimiento más allá de sus fronteras. Este principio básico del derecho hace tiempo que fue incumplido por el régimen de Washington.
El bloqueo estadounidense a Cuba se apoya en un amplio conjunto de normas que prohíben el comercio con este país. Las primeras normas datan de octubre de 1960, como respuesta a las nacionalizaciones de propiedades de empresas estadounidenses. Desde 1992, el embargo estadounidense a Cuba tiene un carácter extraterritorial, al establecer sanciones a terceros países que acojan a subsidiarias de empresas estadounidenses, y a barcos que comercian con Cuba. Bloqueo que se endureció en 1996 con la entrada en vigor de la Ley Helms-Burton.
Este bloqueo ha conseguido deteriorar la economía cubana y aunque no hayan logrado el objetivo último, que era la reversión del socialismo en Cuba, el régimen usamericano lo ha considerado como un modelo de éxito y ha ido ampliando sucesivamente este modelo de imperialismo legislativo a otros países desobedientes con las directrices dictadas desde la Casa Blanca. Esto solo ha sido posible gracias a la ineficacia de la ONU, la ausencia de un ordenamiento jurídico internacional real, y por tanto vinculante, y a la coyuntura económica histórica de un mundo unipolar donde EEUU gobierna sin oposición.
A pesar de que hay quien afirma que en el mundo actual hay muchos “imperios”, lo cierto es que a día de hoy solo hay uno. Esto no solo se manifiesta en la superioridad militar de EEUU, en su monopolio audiovisual e informativo, en que el inglés sea la lengua franca, sino también y más importante, en que las transacciones económicas mundiales se realizan en dólares y en el control de los sistemas de pago y transferencia transnacionales.
Este monopolio del dólar y de los sistemas de intercambio monetario ha permitido y facilitado el bloqueo comercial y el robo de bienes por parte de EEUU y su eje. Con la excusa de la defensa de la democracia y de los derechos humanos, se ha robado bienes ya no solo de otros Estados, sino también de ciudadanos por el simple hecho de ser nacionales de aquellos Estados a los que se les ha declarado enemigos.
Declaración de enemistad causada, precisamente, porque los gobiernos “sancionados” defienden su democracia y su soberanía, no permitiendo que las decisiones que afectan a sus países se tomen por un Gobierno extranjero y elegido solamente por una minoría de ciudadanos norteamericanos entre dos multimillonarios de dos partidos (Demócrata y Republicano) con diferente nombre pero con idéntica política exterior.
Crédito: Castellum.AI
Las denominadas sanciones han ido derivando a puros actos de piratería, los más evidentes han sido la incautación o robo de bienes del pueblo venezolano, como la apropiación de Citgo, principal filial de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) en Estados Unidos, o del oro depositado en el Banco de Inglaterra. Más represalias ha sufrido Rusia, las han tenido que padecer tanto el Estado, como sus autoridades, sus empresas e incluso sus ciudadanos, a los que se les han despojado de sus bienes por ser sospechosos de “tener vínculos con Putin”. Por supuesto, obviando la legislación nacional donde se encontraban los bienes y sin intervención judicial. Unas actuaciones tales y como las realizaría un Estado totalitario o sencillamente pirata.
Esta dictadura de ámbito mundial tiene sus fisuras y debilidades. La primera y más importante, es que China es ya también una potencia financiera con sus propios medios de pago e intercambio así como con una divisa fuerte. Su moneda, el yuan, cada vez tiene más implantación mundial, e incluso ha superado al euro como medio de intercambio internacional. Los BRICS nacieron para eso, para desdolarizar la economía mundial. Además, los gobiernos, empresas y ciudadanos que confiaban en el dólar, en el euro y en los bancos occidentales, se han percatado que en cualquier momento pueden ser privados de sus ahorros, lo que ha derivado en una crisis de confianza. en el retorno de capitales a sus naciones y en confiar la custodia de las divisas a los bancos chinos.
Por tanto, tal y como nos enseñó Fidel Castro, defendámonos de la guerra cultural y del lenguaje. Dejemos de llamar “sanciones” a lo que son meros actos de pillaje de Estados Unidos y sus aliados.