Sputnik - Tomado de Cuba en Resumen - Foto: Ramón Espinosa / AP, tomada de Cuba en Resumen.


Danay Galletti Hernández

Las autoridades de Cuba definieron como prioridad para 2024 la implementación paulatina de un programa de estabilización macroeconómica, que busca lograr el crecimiento del PIB, la superación de los problemas estructurales de larga data y atenuar las terribles consecuencias del bloqueo impuesto por Estados Unidos.

Ese nuevo plan económico, informado a finales de diciembre en la clausura del último periodo de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), consiste en la reducción de los desequilibrios presentes, que tienen entre sus expresiones visibles la alta cifra inflacionaria actual, según explicó a Sputnik el economista Antonio Romero.

Todo ello contribuirá a una “mayor certidumbre en la inversión, estímulo en el incremento de la productividad del trabajo y reducción en los niveles de precios para mitigar la erosión de los ingresos familiares de los últimos años”, indicó el doctor en Ciencias Económicas y profesor titular del Centro de Investigaciones de Economía Internacional (CIEI) de la Universidad de La Habana.

Este programa es necesario, subrayó, “porque atacará finalmente una de las causas esenciales de la crisis en la mayor de las Antillas”, y también implicará un reacomodo del mercado laboral. “Lo ideal en un plan de este tipo, para que sea eficiente y efectivo, es el acompañamiento de la reactivación económica y, por consiguiente, la generación de nuevas fuentes de empleo”, señaló.

El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, aseguró en su cuenta de la red social X, el 21 de diciembre, que “nada, absolutamente nada de lo que hacemos es para afectar al pueblo. Nuestra principal tarea es la recuperación económica. Las medidas anunciadas (…) darán un salto necesario en la economía. Haremos más Revolución y más socialismo“.

 

Para José Luis Rodríguez, asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, este es el comienzo de un proceso de cambios que suponen otras transformaciones más profundas.

“Resultará un año difícil, pero no será imposible salir adelante, solo requerimos inteligencia, sistematicidad, respeto a la secuencia en la introducción de estas medidas y monitoreo de la situación”, afirmó Rodríguez en diálogo con Sputnik.

El académico estimó que los resultados de esas acciones serán perceptibles a largo plazo y destacó entre los aspectos positivos el anuncio de medidas para destrabar el financiamiento de divisas, que depende del incremento de las exportaciones y un mayor nivel de sustitución de importaciones.

El también exministro de Finanzas y Precios indicó que otros pasos señalados son la renegociación de las deudas corrientes y de créditos para el desarrollo, pues desde 2019 el país presenta una situación de impago. Cuba posee una economía muy abierta y tiene la necesidad de recursos externos para su desarrollo.

De acuerdo con Rodríguez, las autoridades también mencionaron el carácter fundamental de la expansión del financiamiento extranjero directo. No obstante, Cuba exhibe la calificación de país con alto riesgo para la inversión foránea, basada sobre todo en el bloqueo impuesto por EEUU y el impago de la deuda.

En este sentido, es necesaria la aprobación de condiciones más favorables que en el resto de las naciones de la región, entre ellas, un mayor flujo de utilidades y exenciones fiscales, reconoció el también ministro de Economía y Planificación de 1995 a 2009.

Rodríguez puntualizó que la mayor de las Antillas asumió ya un programa similar para animar la economía nacional a comienzos de la década de 1990, en la etapa conocida como Período Especial, caracterizada por una crisis y la caída del PIB entre 1990 y 1993 en casi un 35%.

En aquel momento, el líder de la Revolución Fidel Castro indicó frenar la inflación, en aumento vertiginoso ante la existencia de mayor cantidad de dinero en efectivo que bienes, y la reducción del déficit fiscal, ubicado en más del 30% del PIB para el año 1993, mediante la determinación de varias decisiones y la información a la sociedad sobre la complejidad del tema.

“Se llevó a discusión con la población en los parlamentos obreros, estudiantiles y campesinos sobre las medidas que ellos proponían adoptar y se recogieron 530.000 opiniones. A partir de la tabulación de las que más respaldo tenían, se lanzó en mayo de 1994 el denominado proceso de saneamiento financiero interno, con medidas similares a las actuales“, recordó.
 
Como consecuencia de ello, aumentaron los precios a una serie de productos: cigarros, bebidas alcohólicas y combustibles, “para sacar ese dinero sin respaldo de las calles”, y se analizó una nueva ley de impuestos, discutida en agosto de 1994 y con ajustes como el impuesto sobre ingresos personales, aplicado totalmente en 2021 durante la Tarea Ordenamiento.

También, dentro de la implementación paulatina de esas estrategias, disminuyeron los organismos del Estado —de más de 50 quedaron 30—. No hubo aumento salarial en moneda nacional, pero sí estímulos en divisas, y aconteció un proceso de redimensionamiento empresarial, a partir de la fusión de entidades.

Ya para 1994, con un crecimiento de 0,7%, emergió el peso convertible, con un respaldo similar en dólares para su funcionamiento en las compras de las tiendas recaudadoras de divisas. En noviembre de 1995, cuando ya estuvo más equilibrada la circulación monetaria interna, surgen las casas de cambio.

Todas estas medidas para la estabilización macroeconómica y otras más contenidas dentro del programa “deben aplicarse de manera sistémica”, porque las acciones aisladas y desconectadas de elementos de la macroeconomía “no resuelven los problemas, ni brindan los resultados esperados”, consideró Rodríguez.

¿Cómo reducir los desequilibrios?

Romero destacó la toma de conciencia sobre la necesidad del enfrentamiento a la inflación desde la adopción de un conjunto de acciones, entre ellas, la rebaja del déficit del presupuesto, que se logra de dos maneras: con un aumento del presupuesto, muy difícil a corto plazo y en condiciones de crisis económica, y/o la disminución de los gastos.

A nivel mundial, este tipo de programas, añadió el académico, está acompañado en un primer momento de un significativo plan para reajustar los gastos que implica la reducción de los subsidios estatales —que forman parte importante de la carga fiscal del Gobierno cubano— y el incremento de determinadas tarifas como la eléctrica y la de los combustibles.

Otro de los aspectos destacados es el análisis, rediseño y reconsideración de la política cambiaria, pues, a su juicio, resulta imprescindible el acceso del sector privado y la población a la divisa, mediante un mercado real y transparente.

Dentro de la nueva estrategia también aparece la revisión de las leyes relacionadas con la compra y venta de viviendas, para el pago de cuotas mínimas en dependencia de aspectos como el lugar de la residencia.

Para el profesor es preciso además poner fin al proceso de dolarización parcial de la economía, que conlleva a una pérdida de la soberanía monetaria, y la búsqueda de una mejor asignación de los recursos hacia sectores que, en el más corto plazo, sean capaces de generar productos y ofertas.

Esta idea, sentenció, debe ir acompañada, en el caso de Cuba, de un programa de transformación estructural que incluye, básicamente, tres cuestiones fundamentales:

Avances más decisivos y coherentes hacia la ampliación y diversificación del sector no estatal de la economía: negocios privados, cooperativas y capital extranjero.

Asimismo, la modificación del mecanismo de asignación de recursos, un aspecto planteado desde 2011 en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, para transitar hacia un sistema de planificación mucho más indicativo, basado en instrumentos e indicadores financieros y considerando el papel del mercado.

De igual manera, la transformación decidida de la empresa estatal, a partir de la concesión de algunas libertades respecto, por ejemplo, a la disposición de sus recursos.

Romero consideró que son muchos los componentes de una estrategia de este tipo para la reducción de los desequilibrios, expresados en las enormes diferencias entre las curvas de oferta y demanda. Por tanto, además de la disminución del déficit del presupuesto del Estado, es crucial el incremento de la oferta con mecanismos de fomento a la producción de bienes y servicios y el incentivo a la inversión y a la creación de valores.

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