Gustavo Espinoza M. - Rebelión
Es inmensa la capacidad de convocatoria que tiene Cuba. Basta que en una determinada circunstancia la Patria de Martí necesite una simple muestra de apoyo, y ella brote como flor en primavera en los más distantes rincones del planeta.
En los Estados Unidos mismo, en Argentina o México, en Perú, Francia o Australia, Inglaterra o Los Emiratos Árabes, da igual. Los Amigos de Cuba asumen la tarea de expresarse y lo hacen con voluntad y entusiasmo, ganados por un simple principio, el de la solidaridad.
Quizá por eso los enemigos de Cuba la detestan. El principal de ellos, el gobierno de los Estados Unidos, se vale de todos los recursos a su alcance para hacerle daño. Y no actúa así desde 1959, cuando una Revolución Liberadora ganó posiciones de Poder en la Mayor de las Antillas; sino desde mucho antes, desde inicios del siglo XIX cuando USA mostró abiertamente el deseo de cautivarla y someterla para convertirla en una estrella más de su bandera. En otras palabras, situarla tras sus barras, como si fueran barrotes.
Comprar Cuba con todo lo que tiene dentro -incluso sus habitantes- fue también el sueño de Abraham Lincoln; pero además de otros, algunos de los cuales quisieron usar la fuerza para lograr su siempre vano propósito. La impotencia, los condujo en todos los casos -y como era previsible- al ataque artero. El más brutal de todos se instaló en 1961, y ya cumplió 63 años. Se llama El Bloqueo.
Con él, el Gobierno Norteamericano pretendió destruir a Cuba arrasándola desde sus cimientos. Quebrar su economía, soliviantar a su pueblo, destruir su historia, doblegar el legado de sus libertadores, acabar con todo lo que tiene Cuba de dignidad y valor. De hecho, le han insumido enormes daños de todo tipo, pero no han logrado derrotarla.
Sus colores y su estrella solitaria, unida a la obra de Fidel y al valeroso heroísmo de su pueblo, han resistido todos los dolores, y todos los embates. Más recientemente, y ya en el nuevo siglo, idearon otra infamia: insertaron el nombre de Cuba en una lista en la que consignan los nombres de países que -supuestamente-”promueven el terrorismo”.
Hacerlo, no es simplemente un gesto de desdeñosa diplomacia. Es colocar en la situación más vulnerable a cualquier país. Asoma algo así como estar en una lista de leprosos que no tienen remedio alguno y a los que nadie debe acercarse. Según la mirada del Imperio, esos países no tienen derecho a nada.
Como lo dice Joanna Tablada “Esta designación sin sustento es mucho más que una calumnia. Sus implicaciones endurecen la guerra económica y financiera, afectan a nuestra emigración y a empresas, entidades y ciudadanos del mundo entero”.En suma, es mucho más que una simple canallada.
Porque así lo entiende el mundo, es que desde distintos confines del planeta han surgido voces exigiendo al señor Joe Biden que retire el nombre de Cuba de esa “lista” de supuestos “promotores del terrorismo”.
Por lo demás, la gente se pregunta, ¿qué autoridad tiene Estados Unidos para “crear” esa lista infame? ¿Acaso no fue Estados Unidos el que creó Alcaeda como estructura terrorista para promover acciones de ese orden contra Afganistán a fines del siglo pasado? ¿Acaso no amamanta a la camarilla terrorista de Netanyahu y apuntala a la de Zelensky? ¿Acaso no usó el terrorismo contra Allende, y contra países enteros como Irak, Siria o Libia? ¿Acaso no alienta desde Miami contra Cuba el terrorismo y creó personajes siniestros como Luis Posada Carriles?
Crímenes abyectos, como el Septiembre Negro de 1978, el asesinato de Letellier en Washington, la voladura del Cubana de Aviación sobre Barbados en octubre del 76, la desaparición de 30 mil personas en la Argentina de Videla, la destrucción de Gaza y el asesinato de 37 mil personas en territorio Palestino; han sido todos crímenes cometidos a la sombra del Imperio, por su permisividad, o su consentimiento.
El gobierno norteamericano sigue la batuta de las grandes corporaciones que rigen los destinos del capitalismo. Para los funcionarios de ellas, lo esencial es la plata. Juzgan a las cosas y a las personas en función de su economía. Por eso, atacan la economía de los países, cuando quieren derrotarlos.
Eso explica que contra Rusia, apliquen sanciones económicas; contra Venezuela, bloqueo; contra Nicaragua, bloqueo; contra Cuba, bloqueo. El bloqueo es un dogal preferido. Y a él, le aumentan la tristemente célebre “lista” de “Países que promueven el terrorismo” (SST por sus siglas en inglés).
Como lo exige el Comité Internacional por la Paz, la Justicia y la Dignidad de los Pueblos, todos demandamos a EEUU: ¡Quiten a Cuba de la Lista malévola, y levanten el Bloqueo Genocida!
Cuba no alienta el terrorismo. Promueve la vida.