Marc Cabanilles - Levante. El Mercantil Valenciano - Foto: Prensa Latina.- Empiezo estas reflexiones aclarando que no sé si en Venezuela hubo o no hubo fraude electoral, como tampoco lo saben muchos políticos y tertulianos, que sin datos, sin estar allí, afirman que sí lo hubo. Escribo como experto en procesos electorales de una multinacional española en la que trabajé durante más de treinta años, tanto en el Estado español (elecciones generales, autonómicas, municipales, referéndums), como por medio mundo (EE UU, Noruega, Angola, Argentina, Venezuela, Colombia, Ecuador, El Salvador, Chile, Nicaragua, República Dominicana...)


El prestigio de estas multinacionales está precisamente en certificar con seguridad, transparencia y veracidad que los resultados se ajustan a lo votado por la ciudadanía. Y ese prestigio, ganado votación tras votación, es un valor suficiente para acallar las inevitables acusaciones sobre posibles fraudes, habiendo evitado, en más de un país, conflictos sangrientos.

A estas alturas, pensar que el fraude se comete en el recuento mecánico de votos es absurdo. Los programas informáticos (en los que yo mismo trabajé, diseñe e implementé) y los procesos de transmisión de datos, son exhaustivamente testados en multitud de pruebas y simulacros a los que tienen acceso tanto las autoridades electorales, como la parte gobernante y los partidos de oposición.

Si hay que pensar en fraudes, ha de ser en otros ámbitos. Por ejemplo haciendo que determinados grupos puedan votar varias veces sin ser detectados. O también, evitando que algunas personas puedan votar, excluyendo del censo en un determinado distrito electoral de tendencia política conocida, a un porcentaje de votantes, con lo cual, la mayoría de quienes no podrán votar, serán de la tendencia política mayoritaria. También se puede cometer fraude con la alteración de actas de escrutinio, pero si los recuentos son públicos y hay presencia de todos los partidos políticos a quienes se facilita copia, es fácilmente desenmascarable.

Ya en lo que se refiere directamente a Venezuela varias consideraciones.

La primera, que Venezuela posee un robusto sistema de votación automatizado, donde se comprueba biométricamente la identidad del votante y las máquinas de votación emiten en papel un justificante del voto que se deposita en una urna para poder efectuar, a posteriori, la auditoria de los datos, comparando los resultados de la urna manual con los emitidos por la máquina de votación. Y hablo con conocimiento de causa puesto que entre 1998 (primer año en que salió elegido el presidente Hugo Chávez) y 2002, tuve la oportunidad de participar en la implementación del sistema automatizado venezolano en las distintas votaciones efectuadas (regionales, parlamentarias y presidenciales).

La segunda consideración, tiene que ver con la observación internacional de las elecciones.

En Venezuela han participado cientos de observadores internacionales, de la Unión Europea, de la Organización de Estados Americanos, la ONU, el Centro Carter, observadores que aunque han pedido la publicación inmediata de las actas de escrutinio, tardan su tiempo en emitir y explicar sus informes sobre lo que han visto sobre el terreno, conclusiones a las que, para poder opinar, deberían esperar todos los que no estuvieron en el escenario de los hechos.

La tercera consideración es sobre la existencia del Observatorio Electoral Venezolano (OEV), una ONG creada en 2012 por profesores de la Universidad Central de Venezuela para validar todo lo concerniente a los procesos electorales (procedimientos, máquinas de votación, censos, simulacros electorales...) y que ha participado en tres elecciones presidenciales (2012, 2013 y 2018), en tres regionales (2012, 2017 y 2021), en cinco locales (2013, 2014, 2017, 2018 y 2021), y dos parlamentarias (2015 y 2020).

Tal y como la misma OEV dice, su misión consiste en promover la libertad, equidad, transparencia y confiabilidad del sufragio para el desarrollo y resguardo de la democracia en Venezuela, mediante la observación, registro y transmisión de lo acontecido durante la jornada de votación y, a largo plazo, defender, divulgar, investigar todo lo relacionado con los procesos electorales.

O todos estos organismos son inoperantes y son incapaces de detectar el «enorme» fraude perpetrado por el gobierno, o bien ante el «enorme» fraude, miran para otro lado y callan.

Para terminar, como lo técnico no está reñido con la opinión como ciudadano, querría destacar el hecho de que la casi totalidad de los que dicen que hubo fraude (repito, que yo no lo sé), son los que en su día reconocieron al golpista Fernando Carmona como presidente de facto en 2002 (sólo duró 47 horas) y también, mediante un golpe de Estado, reconocieron a Juan Guaidó en 2014 como presidente legítimo que ahora reside en Miami, viviendo de fondos del gobierno de EE UU, o son los mismos que piden al ejército que ponga «orden», todo lo cual da a entender claramente que el objetivo es echar a los actuales gobernantes, cómo sea y sin importar de qué forma.

Opinión
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El pueblo Venezolano defendió en las urnas el legado de Chávez....
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