El Che daba ejemplos de humanismo en cada intervención. Foto enviada por: Ventura Carballido Pupo.


Agustín Lage Dávila

Cubadebate

El 8 de octubre es una fecha inolvidable y dolorosa para todos los revolucionarios cubanos: La caída en combate de Ernesto Che Guevara.

Hace unos días Aleida March, la esposa del Che, y su hija Aleidita, me regalaron un ejemplar del libro “Apuntes críticos a la economía política”, que fuera publicado por Ocean-Sur. Anteriormente, ya había leído la versión de la Editorial de Ciencias Sociales. Pero cada relectura de esos textos y apuntes el Che es nueva, porque siempre es nuevo el contexto en que se lee.

Lo primero que vino a mi mente esta vez fue lo que dijo Fidel en Villa Clara el 17 de octubre de 1997: “No venimos a despedir al Che y sus heroicos compañeros, venimos a recibirlos”. “Veo al Che y a sus hombres como un refuerzo, como un destacamento de combatientes invencibles, que llegan a luchar junto a nosotros y a escribir nuevas páginas de historia y de gloria…”

En 1997, ya inmersos en las complejidades y peligros del “Periodo Especial”, ya desaparecida la URSS y el campo socialista europeo, y en el apogeo ideológico de las doctrinas económicas neoliberales, de la retirada del Estado y la consagración del Mercado como árbitro final de los problemas humanos, Fidel veía que íbamos a necesitar al Che y su Destacamento de Refuerzo para las batallas de ideas del futuro, es decir, las batallas de hoy.

Intentemos ver el porqué de esa afirmación y hagámoslo a partir de las propias palabras del Che, las cuales, como fue siempre su estilo, son muy claras y directas; y expresan con total honestidad, como también fue siempre su estilo, su propia mezcla de certezas e incertidumbres.

Ernesto Guevara fue un revolucionario de acción práctica, pero no de “pragmatismo” superficial. En su breve y fértil vida incursionó mucho y profundo en la teoría, y eso también lo proyecta al siglo XXI, y especialmente al Siglo XXI cubano.

Solamente hay espacio aquí para el atrevimiento de subrayar algunas citas breves (dentro de una larga obra) pero que pudieran servir para identificar los temas fundamentales de la economía política que más le preocupaban, e ilustrar por qué necesitamos tanto ese “destacamento de refuerzo” en estos tiempos. Temas hoy tan actuales como el espacio de la propiedad privada, el uso del interés material como palanca económica, las relaciones mercantiles en la construcción del Socialismo, las relaciones económicas entre países con diferente desarrollo tecnológico, el impacto de la tecnología en las relaciones de producción actuales y posibles, y la necesidad de un ser humano con una conciencia social superior. Cada una de las preocupaciones sentidas y expresadas por el Che requerirían largos y profundos análisis y debates. Y aunque nadie puede pretender tener en la mano soluciones a las contradicciones que él identificó, ello no nos exonera del deber de continuar pensando en las direcciones que señaló, y continuar, con la práctica revolucionaria, explorando opciones e identificando peligros. En la carta que le enviara a Fidel en abril de 1965, antes de su partida a la lucha guerrillera en África, el Che resume sus valoraciones sobre la experiencia concreta de la construcción del Socialismo que vio en la Unión Soviética y dice:

El hecho real es que todo el andamiaje jurídico económico de la sociedad soviética actual parte de la Nueva Política Económica (1921); en esta se mantienen las viejas relaciones capitalistas, se mantienen las viejas categorías del capitalismo, es decir, existe la mercancía, existe, en cierta manera, la ganancia, el interés que cobran los bancos y naturalmente, existe el interés material directo de los trabajadores. En mi concepto todo este andamiaje pertenece a lo que podríamos llamar, como ya he dicho, un capitalismo premonopolista”. “El Estado, objetivamente, empieza a convertirse en un estado tutelar de relaciones entre capitalistas.”

En resumen, eliminar las categorías capitalistas: mercancía entre las empresas, interés bancario, interés material directo como palanca, etc, y tomar los últimos adelantos administrativos y tecnológicos del capitalismo, esa es nuestra aspiración”.

Recalcando, los dos problemas fundamentales que nos afligen en nuestro Sistema Presupuestario son, la creación del hombre comunista y la creación del medio material comunista, dos pilares que están unidos por medio del edificio que deben sostener”.

En muchas de sus intervenciones vemos claramente la posición del Che con relación a la propiedad privada sobre los medios de producción. Hablando en una reunión en el Ministerio de Industrias dijo:

Nosotros tenemos que ir también a la liquidación de la propiedad privada sobre los medios de producción en la industria”.

Estamos viviendo un momento de cambios tecnológicos tan fantásticos, que realmente es una obligación de todos los directores de empresas estudiar al máximo la tecnología, en las novedades que van surgiendo” “..que la tarea de la dirección económica de la producción anual sea automática y que lleve la menor cantidad posible de cuadros capacitados… y la tarea verdadera, la tarea del futuro está en el desarrollo tecnológico”.

El Che también vio que la liquidación de la propiedad privada sobre los medios de producción requería al menos dos condiciones: el desarrollo de la ciencia y la tecnología, y el surgimiento del “hombre comunista” capaz de ser más sensible a los estímulos morales que a interés individual. Ese hombre que no trabaja para si mismo, trabaja para la sociedad de la que es parte, y cumple su deber social”.

Así fue como lo anotó en otra de sus observaciones sobre el “Manual de Economía Política” de la Academia de Ciencias de la URSS: “El gran Caballo de Troya del socialismo es el interés material directo como palanca económica” “Todo parte de la errónea concepción de querer construir el socialismo con elementos del capitalismo, sin cambiarles realmente la significación. Así se llega a un sistema hibrido que arriba a un callejón sin salida…que obliga a nuevas concesiones a las palancas económicas, es decir al retroceso”. “Objetivamente, los intereses de las empresas se contraponen a los de la sociedad y crean condiciones que solo se han podido salvar dando mayor vigencia a las categorías capitalistas dentro de la organización económica.” “Todo esto se produce porque han fallado los estímulos morales, es una derrota del socialismo”.

El problema cardinal es resolver la contradicción creada por la existencia de bienes de producción en propiedad privada y asegurar la educación para el comunismo”. “Pretender aumentar la productividad por el estímulo individual es caer más bajo que los capitalistas. Estos aumentan la explotación al máximo de esta manera, pero es la técnica la que permite dar los grandes saltos de calidad en cuanto a la productividad

Son estas algunas municiones que nos trae el “destacamento de refuerzo” para el combate de ideas con quienes hoy, dentro y fuera, reclaman para Cuba más privatizaciones, más relaciones de mercado y más desigualdad de ingresos.

Dirán quizás que las condiciones han cambiado, y es cierto que desde que el Che escribió estas notas han pasado 60 años, pero en esas décadas han ocurrido muchas cosas que, lejos de diluirlas, confirman las tesis del Che: Desapareció el campo socialista europeo, ilustrando la futilidad de querer construir el socialismo con las “armas melladas” del capitalismo; se ampliaron en el mundo las desigualdades de ingreso, entre países y dentro de los países, a niveles indecentes; se hizo evidente y cuantificable la relación negativa entre productividad del trabajo y desigualdades sociales; las tecnologías avanzadas siguen emergiendo, pero se siguen concentrando en unos pocos países ricos; la crisis financiera del 2008 ilustró la catástrofe económica a la que nos pueden llevar los mercados desregulados; la epidemia de la COVID-19 demostró el fallo del mercado para resolver necesidades sociales, aun en los países con más recursos; las ideas neoliberales del “consenso de Washington” fracasaron y las experiencias concretas de varios países ilustran la necesidad de una mayor intervención de los Estados en la economía.

Por otra parte, la globalización de la economía, que aumenta el peso de las relaciones económicas externas con relación a las domésticas, limita el margen de maniobra que tienen los países, especialmente los países del Sur, para implementar grandes cambios internos en las estrategias económicas. Ciertamente, no podríamos de manera voluntarista implementar “por decreto” el tipo de economía que el Che vislumbró. La Historia tiene sus plazos. El contexto específico del momento quizás nos demande ajustes coyunturales y nos limite “el espacio de lo posible”, pero debemos siempre seguir teniendo la mirada donde la tenía puesta el Che. Si el contexto nos obliga a ajustar la velocidad a la que avanzamos, no debemos permitir que nos cambie el rumbo en el que avanzamos.

Hay que seguir dando esta gran batalla de ideas. Bienvenido una vez más, el Destacamento de Refuerzo encabezado por Ernesto Che Guevara.

 

Che Guevara en el siglo XXI: ¿El gran ausente?

Néstor Kohan

Cubadebate

Tanto el teórico militar prusiano Clausewitz como el capitán inglés Liddell Hart fueron teóricos y estrategas del campo enemigo. Pero dieron un gran martillazo en el clavo. Dentro de nuestra familia, el militante comunista italiano Antonio Gramsci abordó el mismo problema teorizando sobre la hegemonía (reflexión completamente ajena al postestructuralismo que volvió famoso a Ernesto Laclau). Con categorías diferentes y otro estilo, Gramsci también acertó en el blanco.

¿Qué tenían en común estos pensadores y estudiosos tan distintos? Que los tres llegaron a una conclusión compartida. Las confrontaciones sociales no se ganan exclusivamente por el ejercicio de la fuerza material. Ni siquiera las guerras más feroces (sean guerras mundiales, sean guerras entre Estado-naciones, sean guerras civiles) alcanzan sus metas apelando únicamente a la violencia.

Clausewitz insistía con las “bajas morales” y el “desarme moral”. En las confrontaciones y conflictos sociales más agudos, no sólo hay bajas humanas y bajas materiales. También se provocan bajas morales. Un cuerpo colectivo contendiente resulta derrotado no sólo cuando se aniquila físicamente a todos sus integrantes. Puede ser derrotado de otra forma, minando su moral de combate, su disposición al enfrentamiento, su convencimiento de que quizás pueda llegar a vencer a su enemigo. Cuando se logra forzar y generar este estado de ánimo en las fuerzas enemigas, se alcanza el desarme moral. La victoria se vivencia y visualiza como algo imposible: “No vale la pena luchar, porque no se puede ganar”. El campo propio se siente derrotado, antes de ser derrotado. Incluso antes de confrontar. La victoria entonces está garantizada.

Liddell Hart repetía que las mejores guerras se ganan sin combatir. En lugar de avanzar directamente al corazón de las filas enemigas, quizás sea mejor ir rodeándolas, en una aproximación indirecta, dando pequeñas batallas que no sólo debilitan la fuerza material del polo opuesto sino que van minando la moral enemiga, hasta pulverizarla. El enemigo finalmente no confronta. Se siente derrotado de antemano, incluso sin haber luchado.

Gramsci sostenía (apelando a un pensamiento que no tiene una gota ni un milímetro de “reformismo”, sino kilómetros y toneladas de inteligencia) que la construcción cotidiana y a veces molecular de diversas estructuras de sentimientos van desmoronando la hegemonía de las clases dominantes horadando su capacidad de dirección política y moral, deshilachando pacientemente su hegemonía.

Desde tres paradigmas distintos (y partiendo de puntos de vista políticos y de clase opuestos y antagónicos) estos tres pensadores llegaron a conclusiones análogas.

Pues bien, en el siglo XXI los poderosos de la tierra han implementado nuevas formas de confrontaciones bélicas llamadas guerras asimétricas, guerras de cuarta y quinta generación, guerras híbridas, revoluciones de colores, golpes blandos, etc. Todo ese abanico multicolor se apoya en un intento común: la desmoralización de los pueblos. El convencimiento de que es imposible, inviable y no deseable dar la vida y jugársela por una alternativa distinta, opuesta y antagónica al reino sagrado del capitalismo, al Mercado entendido como Dios Supremo y al mundo despótico del dinero.

Toda la reflexión teórica y política del Che Guevara gira precisamente en torno a este punto nodal. Lo pone en duda, horada esa certeza aparentemente indubitable. Desarma y desmonta ese presunto “axioma autoevidente”. Por eso el Che ha sido “barrado” y cancelado, para usar dos términos a la moda en nuestros días. Se ha convertido en “el gran ausente”.

Toda su vida (conocida sólo en sus aspectos anecdóticos y periodísticos), su praxis (reducida, en formato caricatura, a tirar tiros en lugares con muchos árboles y maleza espesa), su reflexión teórica (desconocida en un 90%) y su pensamiento político (simplificado y subestimado al extremo) apuntan precisamente a poner en crisis el actual desarme moral del movimiento popular y revolucionario. Por eso vale la pena recuperarlo. Cero nostalgia y ningún “revival”. Che Guevara es la antítesis de toda moda “retro” y “vintage”. Se podrían escribir libros enteros al respecto (lo hemos intentado). En estas cortas líneas nos limitaremos a rescatar, en una síntesis brutal, unos pocos ejes de reflexión:

(a) Mucho antes de que se pusieran de moda el denominado “toyotismo” y el “posfordismo”, Guevara advirtió en “el gran debate” (1963-1964) que los incentivos morales y simbólicos son fundamentales en las nuevas formas de producción y reproducción social.

(b) Cuando nadie imaginaba, ni amigos ni adversarios y disidentes, que la Unión Soviética corría el riesgo de desaparecer e implosionar, el Che advirtió en sus Apuntes críticos al manual de economía política [1965, recién publicado en 2006] que la URSS estaba regresando al capitalismo.

(c) Décadas antes de que emergiera el chavismo, acompañado en aquel entonces por su amigo Fidel, el Che rescató [1960] la herencia de Simón Bolívar y su proyecto de Patria Grande, llegando incluso a poner en discusión algunos juicios unilaterales de su maestro Marx, quien no poseía buena información al respecto en el Museo Británico, biblioteca donde el autor de El Capital no había podido consultar, por ejemplo, las Memorias de O’Leary (edecán de Bolívar) que mucho le hubieran ayudado.

(d) A pesar de que un segmento de la izquierda eurocéntrica lo rescató como un revolucionario “muy valiente y abnegado”, cuestionándole al mismo tiempo “su ignorancia en cuestiones de marxismo” (sic), el Che desarrolló dos seminarios enteros sobre El Capital de Karl Marx. Uno de esos seminarios lo hizo junto a Fidel Castro. El otro lo desarrolló en el Ministerio de Industrias junto a Orlando Borrego Díaz, su ayudante y compañero, quien nos proporcionó en entrevistas filmadas y escritas toda la información sobre la enorme bibliografía marxista estudiada de forma colectiva en dicho seminario.

(e) Décadas antes de que se pusiera de moda la defensa del carácter “plurinacional” de Bolivia y resurgiera el indianismo katarista, el Che estudió la problemática indígena en Bolivia y dejó por escrito [1967, recién publicado en 2011] su balance sobre el carácter plurinacional de dicho país, donde finalmente fue capturado y asesinado.

(f) Frente a los ataques por su supuesto “aislamiento de las masas” y su presunto “desprecio por la clase trabajadora”, hoy se sabe que la clase obrera minera de Bolivia se puso a debatir en asambleas de varias minas su proyecto, llegando a donar un día de sus escasos jornales salariales para su fuerza política insurgente. Motivando, por esta actitud política de apoyo que el ejército oficial, dirigido por los Rangers de las Fuerzas Armadas de EEUU y la CIA, realizara la trágica “Masacre de San Juan” [1967] cuando entró en las minas asesinando a numerosos trabajadores mineros. Existe amplia documentación al respecto.

Y la lista de equívocos, desinformación e imprecisiones al respecto, podría ocupar varios tomos…

Para terminar, focalizaremos entonces algunas pequeñas reflexiones (debido a escasez de espacio) sobre el “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental” [1967].

Este último escrito público (pues en privado quedaron varios cuadernos que recién publicamos completos en el año 2011) resume su concepción estratégica a escala mundial.

Más allá de todos los movimientos insurgentes y personajes analizados por el Che en ese escrito-manifiesto en aquel momento, nos quedamos con su punto de vista general: la lucha principal (aunque no única ni exclusiva) contra el capitalismo como sistema mundial y el imperialismo pasa por lo que en su época se denominaba “el Tercer Mundo” y hoy suele llamarse “el Sur Global”. Esta tesis ha sido, quizás, de las más resistidas por las corrientes eurocéntricas. De la izquierda, pero también del posmodernismo, del posestructuralismo, del autonomismo y diversas modas académicas al uso.

En este punto, la reflexión del Che en dicho Mensaje constituyó el punto máximo de varias tradiciones fusionadas y amalgamadas en su praxis y en su pluma.

Pensamos principalmente en José Carlos Mariátegui, quien ya la había formulado en la segunda mitad de la década de 1920.

Pero como bien apunta el comunista egipcio Anouar Abdel-Malek, esa estrategia ya estaba presente en la Internacional Comunista en tiempos de Lenin. Este último la había formulado en el Segundo Congreso Mundial de la Internacional Comunista, junto al revolucionario de la India Manabendra Nath Roy. También había sido una tesis compartida por los comunistas bolcheviques musulmanes de 1920, reunidos en el Congreso de Bakú, retratados en la película “Reds” [Rojos, 1981], escrita y protagonizada por el actor norteamericano Warren Beatty (quien ocupaba en el film el rol de John Reed, discutiendo con Grigori Zinoviev, otro dirigente de la Internacional Comunista en aquel Congreso de 1920). Según Anouar Abdel-Malek, las tesis sobre los pueblos coloniales y dependientes defendidos por los comunistas musulmanes fueron llevadas a la práctica en Asia por Ho Chi Minh (Vietnam); en África por Ben Bella (Argelia) y en Nuestra América por el Che Guevara.

Por lo tanto, la estrategia que el Che resume y sintetiza en el “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental” no es el escrito de un improvisado, diletante, ignorante o desinformado. Resume el “clima de época”, el proyecto histórico encabezado por Fidel Castro desde la Revolución Cubana y al mismo tiempo constituye la continuación del pensamiento mayormente inexplorado de la Internacional Comunista en tiempos de Lenin (1920), de profunda raigambre en todos los pueblos coloniales y dependientes del Sur Global.

Esa reflexión será, pocos años después, sistematizada en el campo de la economía política por la Teoría Marxista de la Dependencia (TMD), entre otros por Ruy Mauro Marini (quien acaba de ser traducido en EEUU en 2023, es decir, que hoy en día sigue siendo estudiado; no quedó reducido a la “nostalgia” lejana de “aquellos maravillosos y lejanos años ‘60” como suele repetirse en la Academia).

Guevara sintetiza y fusiona allí las luchas de los movimientos de liberación nacional (MLN), agrupados desde 1955, en el Movimiento de Países No Alienados (MPNA) con el proyecto internacional de la revolución socialista. Siempre tomando a Mariátegui como fuente y a Simón Bolívar como guía inspirador.

Para quien vaya navegando y surfeando con la ola del momento este manifiesto político del Che Guevara probablemente sea leído como un inofensivo documento de archivo y de museo. Es previsible, por eso no nos preocupa en lo más mínimo.

No obstante, si se lo estudia desde un ángulo no prejuicioso, constituye un insumo fundamental para romper el cerco de las ideologías en danza y a la moda, durante la tercera década del siglo XXI. Única manera de superar el desarme moral, y todas las operaciones psicológicas de las nuevas guerras híbridas, inspiradas en Liddell Hart y otros teóricos discípulos suyos, con las cuales se pretende desmoralizar a la juventud rebelde. “Ganando la guerra sin siquiera combatir”, como proponía este inteligente capitán inglés.

Frente a ellos, el Che Guevara puede ser un enorme obstáculo. Para nuestro campo, una ayuda fundamental.

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