Koldo Sáenz. Responsable de Relaciones Internacionales del Sindicato vasco LAB.
El 2 de noviembre del 2023 la Asamblea General de las Naciones Unidas rechazó por aplastante mayoría el criminal bloqueo contra Cuba. El resultado no dejaba lugar a dudas: 187 países votaron en contra del bloqueo, hubo una abstención y solo Estados Unidos y su gendarme Israel votaron en contra. El próximo 29 y 30 de octubre se volverá a votar la resolución.
Este año de nuevo se volverá a votar en la Naciones Unidas el fin de este bloqueo inhumano contra la isla, el cual supone una gravísima violación de los derechos humanos, y que tiene como único objetivo precarizar hasta el extremo las condiciones de vida del pueblo cubano y así socavar el apoyo popular que tiene la revolución cubana.
El bloqueo estadounidense contra Cuba dura ya más de 60 años y se han ido recrudeciendo con el paso de los años. La llegada de Donald Trump al poder aumentó las medidas coercitivas contra el pueblo cubano y acabó con algunos aunque escasos avances que se habían dado con la administración Obama. La situación no ha mejorado desde la llegada de Biden y el bloqueo ha estado vigente en toda su crudeza. Está por ver qué es lo que podría pasar tras las próximas elecciones del 5 de noviembre en Estados Unidos.
La política de bloqueo consiste en la prohibición de cualquier relación comercial con Cuba y después de más de seis décadas en el que se ha prolongado esta situación, el daño económico y social causado a Cuba es incalculable. Hay datos que asustan solo con nombrarlos; Desde su aplicación la pérdida para la Isla es superior a 164 mil 141,1 millones de dólares, cada hora de bloqueo han supuesto 575.683 millones de dólares, 13,8 millones, al día y más de 421 millones al mes.
Es evidente que esa coyuntura ha propiciado buena parte de las dificultades que atraviesa actualmente Cuba, y más teniendo en cuenta la virulencia de la tormenta tropical Óscar y el apagón del sistema eléctrico y sus satisfactoria restauración. Sin embargo, a pesar de las intoxicaciones de quienes llevan suspirando e impulsando la caída de la revolución desde su triunfo el 1 de enero de 1959 y a pesar de las adversidades señaladas, tenemos el firme convencimiento de que el pueblo cubano no solo resistirá sino que sabrá encontrar las soluciones para solucionar los problemas actuales y seguir avanzando en el desarrollo de la revolución.
Como bien señaló Fidel “Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.”
Estas palabras tienen hoy una completa vigencia y actualidad, por eso, los pueblos oprimidos del mundo, quienes luchamos por nuestra emancipación social y nacional, hemos sido, somos y seremos solidarios con Cuba. Porque a pesar de los errores inherentes a cualquier proceso político y en cualquier punto del planeta, sabemos perfectamente quién es el responsable principal y directo de las dificultades que vive Cuba, y lo es quién no puede soportar ver florecer una revolución a 177 kilómetros de sus costas; una revolución que dignifica las vidas de los y las cubanas y que pone en evidencia que otro mundo es posible.
Por todo la importancia de la votación que se realizará entre los días 29 y 30 de octubre en las Naciones Unidas. No obstante, más allá de la posible victoria por goleada de Cuba, es necesario buscar una reformulación de la legislación internacional surgida tras el final de la II Guerra Mundial, para que las resoluciones de Naciones Unidas se cumplan en Cuba, Sahara, Palestina y en otros muchos lugares del mundo. Desde luego, una nueva legalidad internacional, con resoluciones vinculantes para los estados miembro, sería un avance muy importante hacia un mundo más justo. Mientras tanto, la clase trabajadora y los pueblos oprimidos, seguiremos luchando por el fin del criminal bloqueo contra Cuba y para defender la revolución cubana.