Alberto Mas, corresponsal de Cubainformación en Buenos Aires.- Durante este siglo se produjeron grandes transformaciones en el interior de imperio y su estrategia de dominación, en paralelo, surge una oposición concreta multilateral con el amplio desarrollo de los BRICS. Hoy asume la nueva conducción imperial, con hombres y nombres propios.
Durante la semana previa a la asunción de Donald Trump, se ha ido conociendo la integración del gabinete que gobernará Estados Unidos a partir de este 20 de enero.
Lo primero que podemos observar es que no se tratan de especialistas o personajes formados en temas institucionales del manejo del Estado.
Es evidente que el nuevo imperialismo, ese que abandona la explotación de los territorios con la ocupación a través de la instalación de empresas para controlar, in situ, producción, venta y repatriación de utilidades, que ha utilizado ejércitos de ocupación y golpes de estado para derrocar gobiernos poco amigables con las políticas de Washington, hoy ha cambiado su método.
Apunta a la ocupación fáctica del país, controlar los distintos poderes de gobierno, ejecutivo, legislativo y judicial, controlando los medios de comunicación alineándolos en el relato que quieren imponer para controlar y direccionar la opinión pública y el mal llamado sentido común y debilitar al máximo las funciones del Estado Nacional.
En ello han trabajado los últimos veinte años, cursos a jueces, ONGs que controlan funcionarios, estrechas relaciones con políticos de todas las tendencias, acuerdos entre Estados donde se cedían permanentemente la soberanía nacional, aun gobiernos de carácter progresistas, como podría ser el caso de la empresa sionista israelí “Agencia Nacional de Agua de Israel (Mekorot) firmado durante el gobierno de Alberto Fernandez en Argentina por su ministro Wado de Pedro (por unos momentos candidato a presidente de Cristina Fernández en 2023) que prácticamente entrega el manejo del agua en siete provincias.
Entrega que en nuestro país se ha profundizado con el triunfo electoral de Javier Milei y la instalación de quienes son los interlocutores directos con el norte de esta nueva política imperial, Luis "Toto" Caputo y Federico Sturzenegger, dos mercenarios decididos a entregar el Estado a las corporaciones norteñas.
Los grandes grupos inversores del mundo, la banca y la industria armamentista, no solo hacen lobby entre los políticos norteamericanos, sino que ahora, ocuparán los puestos de conducción política centrales de la presidencia de Donald Trump. Serán los que implementarán la línea política hacia lo que siempre ha sido considerado por ellos como el “patio trasero” del continente y tratarán de limitar el desarrollo del multilateralismo que se impulsa desde los BRICS.
Estos grupos ejercerán la conducción de este nuevo imperialismo, ahora decidido a bajar el consumo a niveles irrisorios en los territorios que pretenden ocupar, para poder extraer de ellos los recursos naturales para procesarlos y consumirlos en el norte. Claramente toda política que promueva el consumo interno y el crecimiento social en los países del Sur, atenta contra sus intereses.
Dentro del gabinete de Trump se destaca Elon Musk, que posee una fortuna que supera ampliamente los 400 mil millones de dólares, y aplica una política empresarial que no respeta las instituciones nacionales, lo acompaña en su “Departamento de Eficacia Gubernamental”, Vivek Ramaswamy, administrador de uno de los fondos buitres más grandes del mercado.
Como Secretario del Tesoro, se instala un hombre de George Soros, Scott Bessent, obviamente será el ejecutor de los deseos de su jefe político-económico, que tiene intereses en toda la región, donde ha aportado sistemáticamente desde su fundación, “Open Society Foundations”, a incentivar la reacción contra los gobiernos y movimientos progresistas en Latinoamérica y el Caribe.
Marco Rubio sería el hombre fuerte como Secretario de Estado, cubano americano relacionado estrechamente a las mafias terroristas anticubanas de Miami, y un decidido enemigo de Cuba y Venezuela, aliado incondicional de Israel que apoya el uso de fuerzas militares fuera del territorio norteamericano como método para eliminar conflictos que perjudiquen los intereses regionales norteamericanos, algo bastante peligroso en momentos en que Trump se ha pronunciado por la necesidad estratégica de incorporar a Groenlandia, el Canal de Panamá y Canadá a su territorio.
Acompañarán la política exterior de Trump otros dos multimillonarios, que indudablemente estarán más preocupados en las ventajas económicas para las corporaciones que representan que en el bienestar de los pueblos, Leandro Rizzuto, que posee un patrimonio de 3500 millones de dólares y fue un gran aportante a la campaña electoral, será embajador ante la OEA, tendrá la misión de controlar al secretario General del organismo, Luis Almagro, que además ha demostrado ser un subordinado de los intereses de Estados Unidos en América, especialmente contra Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia. Los intereses bancarios y financieros en Londres serán coordinados por el que será su embajador, Warren Stephens, otro multimillonario que también efectuó importantes aportes a su campaña, le reconocen un capital de 3400 millones de dólares.
La educación primaria y secundaria norteamericana quedará en manos de la propietaria de la World Wrestling Entertainment Inc, empresa estadounidense de medios y entretenimiento, integrada principalmente por el área de la lucha libre profesional. WWE también se ha diversificado en el negocio del cine y fútbol americano, entre otros, según se verifica en internet. Indudablemente la cultura y la educación no será un objetivo prioritario de éste área, si los negocios en el mundo.
Los programas estadounidenses de servicios sociales, Medicare y Medicaid, de seguros de salud para personas de la tercera edad, discapacitadas y asistencia para personas de bajos recursos, quedará en manos del multimillonario Mehmet Oz, un médico ligado a la medicina privada y dudosos tratamientos durante la pandemia.
Indudablemente la preocupación de Trump para profundizar la Seguridad Social son evidentes al entregársela al JP Morgan, un multimillonario del grupo, Frank Bisignano, será el encargado de su administración.
Otro multimillonario integrará el equipo de Donald, en su gabinete se designa a David Sacks, quien liderará el Consejo Presidencial de Asesores en Ciencia y Tecnología con el objetivo de controlar en el mundo el desarrollo de la Inteligencia Artificial y las criptomonedas. Sacks, especialista en empresas de tecnología de Internet, exdirector de operaciones de PayPal y socio de Craft Ventures, un fondo de capital de riesgo que cofundó a finales de 2017, “Trabajará en un marco legal para que la industria cripto tenga la claridad que ha estado pidiendo y pueda prosperar en EE. UU.”, publicó Trump y eligió al pro-cripto Paul Atkins para presidir la Comisión de Valores, lo que esperan los ejecutivos de la industria es que frene la aplicación de la agencia contra las criptomonedas.
Cambios evidentes dentro del ejercicio del poder en los Estados Unidos, no nos quedan dudas, el imperio será manejado esta vez por sus propios dueños, sin intermediarios.
La duda es si los políticos, las organizaciones populares y los gobiernos progresistas lo ven, si se adecúan las políticas locales a esta nueva realidad, o si seguirán cometiendo los errores de las últimas décadas de pensar, que con el Imperio se puede negociar.
Recordemos esa frase del Che Guevara, que pocos han tenido en cuenta, "NO SE PUEDE CONFIAR EN EL IMPERIALISMO, PERO, NI TANTICO ASÍ, NADA."
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(*) Con información de Cointelegraph, Tiempo, X, Linkedin.