Francisco Delgado Rodríguez

CubaSí

Todo parece indicar que el derrumbe de la entidad subversiva conocida como USAID, todavía tiene mucha tela por donde cortar. Ahora el diario El País, conocido medio español, se encargó de levantar sus preocupaciones sobre el asunto, y si esto afectará a la prensa que denomina independiente.

El artículo se extiende sobre como la suspensión presupuestaria por 90 días, y eventualmente de forma definitiva, ha dejado sin recursos a varias plataformas o medios latinoamericanos, algunos de los cuales forman parte de lo que autodenominan “el ecosistema de la prensa cubana independiente”.

Dentro del grupo de victimas del súper ministro Elon Musk, aparecen algunos medios “cubanos” muy conocidos por estos lares, por caso, uno  especializado en especulación financiera y ataques al peso cubano. El director de este panfleto digital, confiesa que sin el soporte de la USAID perderán como mínimo un 50% de sus ingresos; otras publicaciones afectadas no dan detalles de las pérdidas, pero ya comenzaron a pedir contribuciones voluntarias, so pretexto que paralizaran su actividad.

En la argumentación del medio español mencionado, la palabra independiente predomina en el enfoque narrativo, como argumento fundamental para justificar la necesidad de mantener las arcas abiertas de USAID.

No se requiere mucho análisis para apreciar una franca contradicción. Por un lado dicen que el medio es independiente y por el otro exigen que reciban dinero, para ser más exacto, que vivan a cuenta de los recursos federales de Estados Unidos. ¿Qué objetividad periodística puede esperarse en estos casos?

Como es conocido, los gobiernos estadounidenses han sido de lejos, los más hostiles para la nación cubana. Mucho espacio ocuparía rememorar esa nefasta realidad pero las apetencias expansionistas sobre las Antillas, para caer con esa fuerza más, diría el Apóstol, se revelan tempranamente en el Destino Manifiesto, en la Doctrina Monroe, en la Enmienda Platt, en la instalación a la fuerza de lo que algunos historiadores denominan la primera neocolonia en existir, a partir del secuestro de la independencia cubana.

La agresión estadounidense contra la familia cubana se multiplicó N veces, a partir del 59: guerra económica vía el bloqueo, financiación de una agresión militar, amenaza de destrucción nuclear, terrorismo de estado desde Estados Unidos y un largo etc, incluido diversas, numerosas operaciones subversivas que llegan hasta nuestros días buscando un cambio de “régimen”.

En otras palabras, nadie puede afirmar sinceramente que los dineros provenientes del gobierno estadounidense son “neutrales”, o que no persiguen garantizar sus espurios intereses.
 
Líneas de mensaje anti cubanas, que se conciben en el Capitolio washingtoniano, o en la Casa Blanca, donde predominan mentiras y pretextos para justificar la agresión permanente, son rápidamente reproducidas por la prensa “independiente cubana”, en ocasiones siendo más papistas que el Papa, es decir, más agresivos, más odiadores, llegando a exigir la agresión militar.

De forma totalmente sesgada, permanente y usualmente sin solapar, estos medios “independientes” coinciden con el Departamento de Estado en el enfoque de otros temas internacionales, además de Cuba; se ve en el silencio escandaloso ante la masacre de los sionistas en Gaza, en la rusofobia, o en la chinofobia, por solo citar tres ejemplos recientes.

Una sola critica a las innumerables violaciones de los derechos humanos en Estados Unidos, jamas!, no es asunto de ellos, responderían. Tampoco al criminal bloqueo, a pesar que es tema consensuado en el mundo el rechazo a esta política, como lo muestran los record de apoyo a Cuba en la Asamblea General de la ONU año con año.

Otro asunto peliagudo tiene que ver con la utilidad práctica de estas plataformas, aquí mencionadas. Sería interesante que los auditores que rebuscan en los archivos de USAID, establecieran cuantas personas acceden a estos medios.

Se conoce, por ejemplo, que los temas más buscados por internautas de habla hispana en el mundo, donde están desde luego los cubanos, se concentra en páginas de entretenimiento como películas, música, deporte y otras; de política es poco o muy bajo el interés. Entonces, ¿para que gastar ingentes recursos financieros en algo que nadie o casi nadie  consume?

A lo anterior se suma la permanente pérdida de credibilidad, dada por la propia línea editorial de estas plataformas  donde predominan el embuste y la manipulación, generalmente fáciles de desmentir, así como las lógicas limitaciones que supone escribir de un país residiendo en otro; esto provoca un desacople sistémico entre los editores “independientes” y el público meta, supuestamente los cubanos que residen en la isla.
 
Ciertamente, es tan obvia la subordinación ideológica, política y financiera al gobierno estadounidense de los medios “independientes cubanos”, además de su dudosa utilidad,  que realmente harían innecesarias estas aclaraciones, pero el afán del medio español, de defender algo a partir de premisas políticas predeterminadas, simplemente ofende la inteligencia ajena.

Pero no se debe culpar demasiado a El País. También la confusión ideológica proviene de las propias autoridades estadounidense, que acusan de “izquierda radical” a los que han recibido financiamiento USAID.  Es decir, las plataformas contrarrevolucionarias, ¿también son de “izquierda radical”?, qué locura.

El País asimismo, debería reconsiderar si es éticamente correcto, si es moralmente aceptable naturalizar este tipo de prácticas según las cuales, un gobierno hostil a Cuba puede tranquilamente sustentar y dirigir mediante testaferros mercenarizados, un medio disque “independiente”, para imponer su particular e imperial narrativa.

En resumen no son independientes, no defienden los legítimos derechos de los cubanos a tener una sociedad prospera y en paz, no soportan la idea sublime de la soberanía nacional. La euforia de hacer público los manejos de la USAID y otros medios, por las razones que ahora tengan los manda más en Washington, sacan a flote lo impresentable.

Esta historia continúa y como se sabe, la USAID podrá o no desaparecer, y el Imperio recurrirá a nuevas opciones agresivas; los periodistas “independientes” tal vez, deban buscarse otro trabajo aunque quizás no, en última instancia no se debe descartar que Mr. Rubio, nuevo jefe de lo que quede de la Agencia, busque algún dinerito para que alguien desde la “sociedad civil independiente” cubana, les haga el trabajo sucio en el espectro digital.

De cualquier forma, la verdad verdadera es que el embuste sobre la “independencia” de esta prensa quedó al desnudo, nadie lo puede tapar, ni siquiera la generosa cobija de El País.

Opinión
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