Gustavo Veiga

Cubadebate

El multimillonario Elon Musk creó la empresa X.AI, según informó el Wall Street Journal y está listo para disputarle a compañías del sector como OpenAI.

Starlink, la multinacional del empresario que lidera el Departamento de Eficiencia Gubernamental de EEUU, busca penetrar en la isla pese a las restricciones que existen contra la importación de sus equipos. En los hechos, se trata de inundarla de esos dispositivos electrónicos que requieren ser activados desde otros países para que funcionen. Mientras tanto, Trump profundiza las sanciones contra La Habana.

A la memoria de Tomás Borón, hijo de Atilio

El doble comando de Estados Unidos va dejando sus primeras secuelas en territorio cubano. Donald Trump y Elon Musk – el orden de los factores no altera el producto – funcionan en tándem contra la isla de dos maneras. Con el agravamiento y extensión de las sanciones económicas y la utilización de dispositivos satelitales o electrónicos para desestabilizar al país por más años castigado en la historia del hemisferio occidental. A las medidas anunciadas contra La Habana por el secretario de Estado Marco Rubio, y que este fin de semana reflejaron los medios internacionales, se suma la polémica intromisión de Starlink en Cuba. Es la multinacional del empresario que lidera el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) en EEUU y que ha logrado penetrar en la nación caribeña pese a las restricciones que existen contra la importación de sus equipos. Una medida soberana que responde en parte al daño causado por la batería de sanciones económicas que la gran potencia le aplica a su vecino desde principios de la década del 60.

El 6 de abril de 1960 Estados Unidos expuso según un funcionario de aquella época su verdadero propósito hacia Cuba. El vicesecretario de Estado asistente para los Asuntos Interamericanos, Lester D. Mallory, declaraba: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro y el único modo previsible de restarle apoyo interno es mediante el desencanto y la insatisfacción que surjan del malestar económico y las dificultades materiales. Hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba. Una línea de acción que, siendo lo más habilidosa y discreta posible, logre los mayores avances en la privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.

Pasaron 65 años de aquel momento – en pocos días más se cumplirá ese aniversario – de lo que el periodista cubano Edelberto López Blanch llama “La enfermiza obsesión contra Cuba” en un artículo publicado el 20 de marzo. Esa política unilateral, que viola el derecho internacional y se adentra en abusos de extraterritorialidad, tiene también un contexto geopolítico.

Estados Unidos lidera la lista como el país más sancionador del mundo, con el 38 %, según el Center for a New American Security (CNAS), un think tank yanqui. Con el 15 por ciento le sigue la Unión Europea que en su conjunto está integrada por 27 países. En todo el planeta, entidades civiles y comerciales de un centenar de naciones han recibido sanciones de Estados Unidos. Son más de la mitad de las 193 reconocidas por la ONU.

Desde Cuba se señala que con la llegada de Trump a la Casa Blanca, Rubio ya instrumentó siete medidas clave para profundizar el cerco económico contra la isla.

Ellas son: La reincorporación del país a la lista de estados patrocinadores del terrorismo. El restablecimiento de la nómina de entidades cubanas a las que Estados Unidos prohíbe realizar cualquier transacción. La reactivación del Título III de la Ley Helms Burton que les permite a ciudadanos estadounidenses presentar demandas en tribunales de ese país contra empresas extranjeras que inviertan en propiedades nacionalizadas por la Revolución cubana desde 1959. La suspensión de la licencia para operar con la compañía cubana Orbit SA que recibía remesas desde EEUU. Una suspensión más es la del parole humanitario y la reunificación familiar por la cual miles de cubanos podrían ser deportados bajo las nuevas disposiciones del gobierno republicano. La suspensión del otorgamiento de visas para intercambios y la restricción de visas a colaboradores de programas de cooperación cubanos. Esta última apunta al desprestigio contra las misiones médicas de La Habana y entorpece la chance de ofrecer asistencia médica en numerosos países.

Trump delegó en Rubio su política exterior contra Cuba que al igual que naciones como Rusia, China, Irán o Venezuela tienen restringido el acceso a la tecnología estadunidense. Sobre todo en inteligencia artificial. Según el Mapa geopolítico de Sanciones aplicadas por EEUU del Observatorio Venezolano Antibloqueo, es la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), dependiente del Departamento del Tesoro, la principal agencia del mundo en establecer medidas coercitivas unilaterales (38 %) contra treinta países. Son 14.398 en total. Rusia es el principal blanco de la OFAC con el 60 % de esas sanciones.

La intromisión de Starlink en Cuba viola las disposiciones locales que impiden la importación de sus productos. Para hacerlo legalmente se requiere un permiso especial del Ministerio de Comunicaciones. Aun así, hay quienes pudieron hacerse de esa tecnología en la isla. La web de avisos clasificados Revolico, que en Cuba significa turbación o revuelo, ya publicó varios artículos de la multinacional que pertenece al funcionario, empresario y asesor principal de Trump.

No era una novedad este objetivo de penetrar en el territorio bloqueado por el imperio. El 13 de noviembre del año pasado, la congresista del Partido Republicano y periodista, María Elvira Salazar, posteó en sus redes sociales: “Fue genial hablar con @elonmusk esta mañana sobre llevar conectividad a Cuba. Tenemos la tecnología, solo necesitamos la voluntad”.

Fuentes diplomáticas con sede en Washington ratificaron ese propósito de violar la soberanía cubana con “los fondos que tradicionalmente eran asignados a la USAID” recortados por el actual gobierno de EEUU. En los hechos, se trata de inundar la isla de esos dispositivos electrónicos que requieren ser activados desde otros países para que funcionen. En Revolico se detectó que el aviso más antiguo publicado en sus páginas se remontaba a septiembre de 2024, incluso antes de la llegada de la dupla Trump-Musk al gobierno.

Un personaje clave en esta trama de injerencia – una más de EEUU – es Teo A. Babún (h), empresario cubano-estadounidense, de credo evangélico y cuya familia de clase alta huyó de Cuba tras la revolución liderada por Fidel Castro. Gusta definirse como un filántropo aunque desde La Habana se ha expuesto cuál es su verdadero propósito por medio de la organización Outreach Aid to the Americas, Inc. (OAA). Trata de introducir la tecnología Starlink que permite el uso de internet de manera remota en seminarios religiosos. El gobierno cubano denunció que no es una medida benéfica. De esa manera evitaría el control de la estatal ETECSA, aprovechándose del espacio radioeléctrico cubano sin limitaciones.

En la isla huelen a la CIA a miles de kilómetros de distancia. Bajo la premisa de contribuir al declamado proyecto religioso-humanitario de Babún y otros como el del Instituto Patmos, la multinacional que prescinde de antenas y proyecto clave de la aeroespacial SpaceX de Musk, ya puso sus pies en Cuba.

(Publicada por Derribando Muros)

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