De acuerdo con el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), en 2023 el gasto militar mundial alcanzó los 2,24 billones de dólares, alrededor del 2.3% del PIB global. Imagen: Tomada de Misión Verdad/Archivo.


Manu Pineda

Cubadebate

En 1998, cuando aún resonaba el fin de la Guerra Fría, Fidel Castro lanzó una advertencia que aún permanece: redirigir los ingentes recursos dedicados a la carrera armamentista hacia la seguridad humana y el desarrollo sostenible. Su llamado —como señaló el expresidente argelino Abdelaziz Bouteflika— mostraba “la rara capacidad de Fidel Castro de viajar al futuro y volver para contárnoslo”.

Tres décadas después, en un contexto de avances tecnológicos sin precedentes, pero con crisis humanitarias persistentes, su mensaje sigue siendo tan urgente como entonces. En este texto examinamos la contradicción entre el gasto militar y las necesidades globales, subrayando la prioridad del bienestar colectivo sobre la obsesión por enemigos imaginarios.

Contexto histórico y político: La ventana de oportunidad post-Guerra Fría

La caída del Muro de Berlín (1989) puso fin al orden bipolar en que la disuasión nuclear justificaba presupuestos militares desorbitados. En 1998, Castro advertía que la ausencia de una confrontación global abría una oportunidad única para transformar esa “paz armada” en desarrollo sostenible. Sin embargo, la desmilitarización efectiva no se produjo. En lugar de ello:

  • La OTAN continuó su expansión hacia el este.
  • Surgieron múltiples conflictos regionales.
  • El complejo militar-industrial reforzó su influencia en la toma de decisiones.

Por ejemplo, en 1998 Estados Unidos destinó el 3.1% de su PIB a defensa, mientras que en gran parte de África subsahariana apenas se invertía un 0.5% del PIB en salud pública. Castro propuso, acertadamente, desarmar las economías para armar a la humanidad contra sus verdaderos enemigos: la pobreza, la enfermedad y la desigualdad.

La magnitud del gasto militar: Cifras que escandalizan

De acuerdo con el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), en 2023 el gasto militar mundial alcanzó los 2,24 billones de dólares, alrededor del 2.3% del PIB global. Para dimensionar este monto:

  • Un solo día de gasto militar (aprox. 6 150 millones USD) bastaría para construir 100 000 escuelas rurales.
  • El coste unitario de un caza F-35 (unos 80 millones USD) garantizaría agua potable a cerca de 2 millones de personas.

Estas cifras demuestran que incluso redirigir una pequeña porción de ese presupuesto podría transformar radicalmente miles de vidas.

Necesidades apremiantes: Los Objetivos de Desarrollo Sostenible como brújula ética

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ONU, 2015) recogen las urgencias que Fidel señalaba en 1998:

  • Hambre: 828 millones de personas sufren subalimentación crónica.
  • Agua: 2 200 millones carecen de acceso a agua segura.
  • Energía limpia: 675 millones viven sin electricidad.

Invertir en estos ámbitos no solo salva vidas, sino que previene conflictos. El programa “Hambre Cero” de Brasil (2003–2014), por ejemplo, redujo la desnutrición infantil en un 25%, demostrando el poder de las políticas sociales bien dirigidas.

Mecanismos de reasignación: De las armas a las manos

Para reconducir fondos militares hacia el desarrollo sostenible hacen falta estrategias claras:

1. Tratados de desarme vinculantes: el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares (2017) sirve de modelo, aunque requiere adhesiones más amplias.

2. Fondos de Paz: Noruega dedica el 1 % de su presupuesto de defensa a cooperación; si todos los países de la OTAN hicieran lo mismo, se liberarían más de 22 000 millones USD anuales.

3. Reconversión industrial: igual que la NASA colabora con empresas verdes, las fábricas de armamento podrían transformarse en plantas solares o centros de fabricación de turbinas eólicas.

Estos mecanismos, sin embargo, topan con la resistencia de lobbies militares y la falta de voluntad política.

Beneficios sociales y ambientales: Un círculo virtuoso

Suponiendo una reasignación del 10% del gasto militar global (224 000 millones USD al año), se podrían lograr:

  • Educación: construir 1.6 millones de escuelas en diez años.
  • Salud: vacunas universales para 20 millones de niños cada año.
  • Medio ambiente: reforestar 100 millones de ha, capturando hasta 1.8 Gt de CO.

Además, el refuerzo de la cohesión social y la reducción de la desigualdad contribuyen a una paz estable y duradera. El ejemplo de Costa Rica —país sin ejército desde 1949— ilustra cómo la inversión en educación y ecoturismo genera prosperidad y resiliencia.

Obstáculos: La sombra del poder militar

Los principales frenos a esta transformación son:

  • Intereses económicos: en 2022, las cien mayores empresas de armamento facturaron 592 000 millones USD.
  • Rivalidades geopolíticas: la “Guerra Fría 2.0” impulsada por el cúmulo de tensiones entre EE. UU. y China extiende la carrera armamentista incluso al espacio ultraterrestre.

Superar estas barreras exige reforzar la transparencia presupuestaria y empoderar a la sociedad civil, como demuestra el Movimiento Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN).

Inspiración para el presente: Castro como faro en la tormenta

Frente a la crisis climática y las pandemias, el legado de Fidel Castro nos convoca a:

  • Política: negociar un “Nuevo Pacto de Paz” que vincule el desarme con la financiación de los ODS.
  • Economía: aplicar un impuesto global del 5 % sobre las ventas de armamento para destinarlo a salud, educación y energía limpia.
  • Cultura: desmontar el mito del “enemigo externo” y promover la interdependencia como base de la seguridad compartida.

Como resumió António Guterres, “no hay seguridad en un planeta en llamas”.

La seguridad humana como sinónimo de dignidad

Fidel Castro no fue un idealista, sino un realista que comprendió que la verdadera seguridad no se forja con misiles, sino con escuelas y hospitales. En un mundo donde cada día mueren 25 000 personas por causas prevenibles, seguir invirtiendo en armas equivale a un acto de crueldad política. Redirigir el gasto militar hacia el desarrollo sostenible no solo es un imperativo ético, sino la única estrategia racional para garantizar la supervivencia y dignidad de la humanidad. Tal como advirtió Bouteflika, Castro viajó al futuro y regresó con un mensaje ineludible: la paz no es la ausencia de guerra, sino la presencia de justicia.

Opinión
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