Pablo Azócar*.- Quién hubiera podido predecir que una catástrofe de esta magnitud sucedería cuando en el país más poderoso del mundo, supuestamente destinado a encabezar los esfuerzos colectivos, gobierna un individuo zafio que se jacta de su xenofobia y su misoginia, que tiene a Oriente Medio convertido en una bomba de tiempo, que desató una sangrienta guerra comercial con China y otra guerra a cuchillazos nada menos que contra Naciones Unidas, que aceleró la calamidad ecológica planetaria porque no cree en la ciencia, que tiene a miles de sus compatriotas contagiados ahogándose en pasillos de hospitales colapsados o en estacionamientos, pero él sigue como si nada, impertérrito, como esos matones del Oeste que avanzaban por el medio de la calle disparando a diestra y siniestra.