Sandra Gutiérrez (Instituto de Estudios Marxista-Leninistas) - Cubainformación.- Queridos compañeros, permitidme llamaros así aunque no nos conozcamos. Os escribo mis pensamientos en una noche larga de hospital desde Andalucía, España.

Antes de llegar al hospital a cuidar a mi madre recién operada, he pasado la tarde con mi compañero montando un video sobre vuestro caso. Queremos dar charlas debate por todos los lugares de la ciudad donde nos dejen. Nos comprometimos a ello con la Asociación de Amistad Hispano Cubana de Málaga. Ha sido fácil encontrar información para nuestra tarea. En un país como el mío no hace falta impedir la información porque la tapan a diario con montañas de banalidades y falsedades.


Viendo el material recopilado, escuchando la historia de sus familias, desde el sofá de una cómoda casa en España, algo me ha despertado.

Debo decirles que en realidad soy militante comunista desde que tenía 16 años. Ahora tengo 33. Pero pocas veces me había acercado tanto a la realidad del pueblo cubano, del ejemplo de su revolución.

Las emociones, viendo el material recopilado, eran muchas, los sentimientos muy grandes. Para una pareja joven de trabajadores en mi país la vida se destina a trabajar para ganar dinero, consumir todo tipo de cosas innecesarias, acudir a lugares de ocio donde todo está empapado de consumismo, y si decides tener hijos, su fin es acumular dinero para dejarles algo. Como ven aquí todo gira en torno al dinero. TODO.

Cuando alguien como mi pareja o yo misma, tiene alguna inquietud social, política, creadora, en seguida eres señalado por raro. No es propio de trabajadores aquí el ocuparse de nada que no sea uno mismo.

Todo está orquestado para que consumas la vida consumiendo y haciendo cada vez más ricos y poderosos a los que controlan que tu vida solo sea tuya a ratos.

En mi casa, mi compañero y yo pasamos muchas dificultades para poder salir adelante. La vivienda es un lujo y los alimentos cada día son más caros. Cuando eres consciente de que la sociedad en la que vives es un enorme contenedor de basura no te planteas ni siquiera tener hijos.

Esta tarde viendo a los niños cubanos, a sus artistas, a sus estudiantes, a su pueblo luchar día a día con todas las dificultades del mundo, pero con la cabeza alta, con dignidad, con orgullo, yo me sentí profundamente conmovida.
Mi compañero y yo hemos hablado muchas veces de ir a Cuba. Para nosotros no seria un sacrificio dejar atrás esta vida de comodidades mal entendidas. Seria un descanso vivir entre gente que, en general,  vive en sociedad y le da sentido a la palabra comunidad. Aquí solo existe el individuo, y el individuo solo existe si tiene dinero.

Veo a mi madre en la cama del hospital y recuerdo que hace poco hablamos de lo mal que esta la sociedad. Ella siempre creyó que sus hijos vivirían mejor que ella, que tendrían más oportunidades. Hoy ve que esas oportunidades solo son espejismos que nos hacen caminar hacia la esclavitud más absurda, la del auto esclavo.

La miro y pienso que me ha dado siempre una gran lección de dignidad y afecto, de amor hacia los demás. Por ello, por mi padre, por los míos, es que no he cogido un avión a Cuba. Esta sociedad asfixia.

Recuerdo el testamento del Che en el que decía que no dejaba nada material a sus hijos y que no le pesaba porque sabía que Cuba cuidaría de ellos. Esa tranquilidad que tienen sus hijos aquí no es posible. Veo a diario niños golpearse, drogarse, asesinatos, pedofilia, violencia en las aulas, prostitucion de inmigrantes esclavas, personas durmiendo en la calle sin nada que comer, muriendo de frío, personas mayores maltratadas y abandonadas. Todos sin futuro, ni presente.

Pienso si algún día tendré hijos o no. Quizás seamos capaces de mejorar esta sociedad, de cambiarla, pero para eso el mundo debe dar muchas vueltas.

Compañeros, os quiero sentir compañeros porque habéis luchado por un país y por un pueblo que amo y que es la esperanza de millones de personas en todo el mundo. Vuestro ejemplo como pueblo combatiente, trabajador, digno, hace que aquí no tengamos derecho a quejarnos por nuestra situación personal.

Nos hace más sensibles, más humanos, y más comunistas.

Nos dais el aliento necesario para no tirar la toalla definitivamente. 

Si algún día tengo hijos quiero que vean en Cuba a su pueblo. 

Esta noche, desde esta cama de hospital, respiro hondo y os envío un fuerte abrazo. Respiro tranquila al saber que Cuba sigue de pie y firme frente a las olas de la intolerancia y el Imperio.

El mundo tiene la esperanza de vuestro ejemplo, Cuba y vosotros, los luchadores cubanos tendréis siempre el apoyo de todos los que deseamos un mundo nuevo. Gracias.

Hasta la victoria siempre

Venceremos

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