Rafael Hojas Martínez - Cuba Trabajadores.- Mientras el caso de los Cinco continúa siendo un baldón para la jurisprudencia norteamericana, este 12 de septiembre, al cumplirse 11 años del injusto encierro, los hombres y mujeres del mundo continuarán reclamando que se imponga la justicia.
Las noticias no dejan de sorprender. Los días 3 y 4 de septiembre se desarrolló en el hotel Hilton de Buenos Aires, la Conferencia de Cortes Supremas de Justicia de las Américas, un evento que reunió a un importante número de jueces y magistrados de la región para debatir sobre Ética Judicial, El Debido Proceso y Los Tribunales Internacionales y las Cortes de América.
Según reportes de la prensa local, la conferencia no emitió una declaración final para no comprometer institucionalmente a sus países, dada la alta investidura de ministros o representantes de cortes supremas o constitucionales asistentes.
Las intervenciones de Ruth Bader Guinsburg, jurista de 76 años y miembro de la Corte Suprema de EE.UU. desde 1993, fueron ampliamente reseñadas por los medios argentinos, y las quiero compartir con ustedes.
“Sabemos que la herencia más importante que tenemos son los derechos humanos, que defendemos con todo nuestro corazón”.
“Es vital para el Estado de Derecho que un sistema judicial o los jueces sean independientes, que no actúen bajo la órbita de otra rama o del poder del gobierno…”
“...la independencia de los jueces no significa ausencia de responsabilidades”.
“...una nación puede confiar en la integridad de su sistema judicial solo si tiene confianza en que los jueces que se encargan de salvaguardar el Estado de Derecho se adhieren a los más altos estándares éticos”.
“...un sistema judicial independiente es la marca indeleble de la democracia y nuestra tarea sagrada es administrar la ley de manera justa”.
Excelentes conceptos jurídicos. Vale entonces la pena hacer varias preguntas a la jueza Bader Guinsburg: ¿Existe alguna dificultad en EE.UU. para que la ley se aplique a todos por igual, independientemente de la raza, credo o filiación política de los acusados? ¿Hasta dónde pueden llegar el nivel de responsabilidad y la ética jurídica para ignorar casos que lesionan la propia letra de la Constitución?
El pasado 15 de junio, la Corte Suprema estadounidense decidió no revisar el caso de los Cinco cubanos, acusados únicamente por combatir el terrorismo. ¿Es que acaso la lucha contra el terrorismo no sugiere la atención de la Corte Suprema? ¿Cómo un tribunal que se autodefine como paladín de los derechos humanos, negó el derecho a la justicia a hombres que defendían en los propios Estados Unidos el derecho humano más importante; el derecho a la vida?
¿No tiene mérito una causa que ostenta un récord de amicus curiae sin precedentes, que recibe el respaldo de 10 premios Nobel y de prestigiosas organizaciones de abogados de EE.UU. y de centenares de parlamentarios del mundo y de la comunidad internacional?
La llamada independencia de poderes también ha sido conculcada en este caso. Cuando el 9 de agosto de 2005, tres jueces del Tribunal de Atlanta revocaron unánimemente las condenas y ordenaron un nuevo juicio, el gobierno, representado en la Fiscalía, solicitó a Atlanta que revirtiera aquel fallo y el pedido fue acatado. La “independencia” fue nuevamente transgredida cuando la Corte Suprema consideró como válidos los argumentos expresados por la Fiscalía, la cual cumplía instrucciones gubernamentales.
Ciertamente, así no queda clara la idea de que administrar la ley de la manera justa sea para la Corte Suprema una tarea tan sagrada.
Más de una vez he escuchado que la Corte Suprema de Estados Unidos tiene la potestad de emitir fallos en los casos que crea conveniente, pero haber rechazado el recurso de apelación en el caso de los Cinco es una aberración jurídica.
¿Podrán los ciudadanos norteamericanos confiar en la integridad de su sistema judicial, cuando los jueces encargados de salvaguardar el Estado de Derecho se apartan de los más altos estándares éticos?
Evidentemente, son apreciables las “contradicciones” entre el discurso de la jueza Bader y las pretensiones del bienobrar de la Corte Suprema. Dudo que, en su intimidad, ninguno de los jueces que la integran pueda reconciliarse con tan vergonzosa decisión.
Mientras el caso de los Cinco continúa siendo un baldón para la jurisprudencia norteamericana, este 12 de septiembre, al cumplirse 11 años del injusto encierro, los hombres y mujeres del mundo continuarán reclamando que se imponga la justicia.