Asociación de Cubanos en Galica - Cubainformación.- Nuevamente la Unión Europea pretende estigmatizar a la revolución cubana con la complicidad de los medios que representan los intereses de un poder incapaz de resolver sus propios problemas por el agotamiento del modelo neoliberal.
A propósito del corrillo difamatorio contra la mayor de las antillas cabe responder recordando los niveles de abstención ciudadana en recientes convocatorias europeas. Tanto desinterés es una señal evidente de la poca credibilidad hacia cuanto dice representar la organización. Los hechos avalan su incapacidad para encarar el clamor de sus nacionales arrastrados por la crisis que cada día lleva a la desesperación a miles de familias del viejo continente.
Existe un ejército de desempleados en esta región; persiste la xenofobia y la exclusión; afloran la marginalidad y el empobrecimiento pero el supuesto ejercicio de la democracia y su preciada libertad de expresión no han aliviado tanto sufrimiento social. La voluntad política solo ha servido a las jerarquías financieras y a la prioridad de rescatar al sistema.
Es oportuno ofender a Cuba y desplazar la atención hacia la lejana isla. Es táctico desterrar los esfuerzos para una cooperación respetuosa afincada en la plena igualdad de las naciones. Es conveniente abandonar lo que pudo ser un camino propio para alinearse a la política hegemónica norteamericana. Así se evitan rozaduras con Obama, el Nobel guerrero. El mismo que mantiene sus bases militares con los misiles enfilados, dispuestos a masacrar pacíficamente.
Tan nefastos benefactores no han convencido a la mayoría de la sociedad cubana que tampoco le ha otorgado el papel que pretenden adjudicarse como voceros. No creen en ellos, ni en la disidencia. Desconfían de grupos prefabricados en arrogantes concilios extranjeros y los ven como portadores de un virus que no desean contraer. Sin embargo reconocen sus deficiencias internas y han asumido el desafío histórico de decidir por cuenta propia.
Quienes parten de esa realidad con todos sus matices mantienen el apoyo a Cuba. Las condenas increpantes del mejor postor, con el abuso de sus medios, provienen del desconocimiento y del fracaso. Sus imposiciones han sido incompatibles con los deseos de un pueblo solidario, contrario a la injerencia foránea y a favor de las soluciones basadas en su legítimo derecho a elegir por sí mismo.
