Alberto Mas, corresponsal de Cubainformación en Buenos Aires.- Recibimos la noticia a través de la radio, Santi falleció, ninguno de los que lo conocimos en Argentina, los que lo conocieron en Cuba, los que se convirtieron en sus amigos, podíamos creerlo, nos quedamos mudos. Dolor, tristeza, emoción, por el revolucionario, el poeta cantor, el buen tipo que nos prodigó su amistad y su canto, partió a no sabemos dónde.

El zurdo de la guitarra mágica, esa a la que no le cambió el sentido de las cuerdas, el innovador que a los 16 años se incorporó a la Nueva Trova, el creador de la magia en el escenario, el alumno de Silvio que tempranamente voló solo del nido, seguirá cantando entre nosotros desde la eternidad de su obra.

La pérdida vital del compañero, del que empuñaba la guitarra para arrancarle los sonidos más maravillosos, que además le permitía disparar sus opiniones cuando se lo reporteaba “Ya era hora, después de medio siglo bloqueados y excluidos, de que empezaran a realizarse los sueños de Bolivar y Martí de una unidad. Solo juntos podemos ayudarnos para tener una independencia real y esto que recién comienza no puede tener vuelta atrás” opinaba a un reportero de TELAM cuando lo consultaba antes de un recital en Rosario, nos deja un gran vacío.

Santi, el gran solidario de las luchas populares, el que contribuyó a difundir en nuestra tierra la causa por la Libertad de los Cinco antiterroristas cubanos presos políticos en los EEUU, el que le canto al FZLN, el que defendió en cuanto escenario pisó a su Revolución Cubana, PRESENTE ¡¡HOY Y SIEMPRE!!