Eduardo Galeano en Casa de las Américas

La pupila insomne.- Este 13 de abril de 2015 ha fallecido Eduardo Galeano, incómoda voz lírica de los latinoamericanos sin voz. Aquí este artículo publicado por el diario argentino Página 12 en ocasión de que la Universidad cde la Habana le otorgara el Doctorado Honoris Causa.


 

“En Cuba, los seres humanos no están condenados a la humillación”

Eduardo Galeano fue nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad de La Habana, en un acto “lleno de amigos y de entusiasmo”.

Verónica Abdala

Si hay algo que Eduardo Galeano conoce bien es la forma de construir relatos valiéndose de El escritor fue homenajeado por artistas, académicos e intelectuales.las voces de los otros: las que tienen dueño y las que no. El susurro anónimo que cuentan las ciudades, y también el clamor de los pueblos, y sus luchas. En reiteradas oportunidades le tocó escribir, en ese marco, sobre la realidad del pueblo cubano, por el que nunca ocultó su predilección, y al que amparó siempre que pudo. “He amado a esta isla de la única manera que es, digna de fe, con sus luces y sombras”, dijo el uruguayo la semana pasada, al recibir el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de La Habana, en un acto del que participaron artistas e intelectuales cubanos, alumnos y profesores. Los académicos que lo premiaron juzgaron que el escritor y periodista, “cuya obra escrita se destaca como una de las más valiosas de la literatura latinoamericana contemporánea, es un recuperador de la memoria real y colectiva sudamericana y un cronista de su tiempo”. Y celebraron “su amplia labor en defensa de las causas más justas de América latina”. “Me siento profundamente emocionado por esta distinción”, dijo Galeano ayer a Página/12, ya de vuelta en su casa de Montevideo. “Nunca olvidaré ese acto lleno de amigos y de entusiasmo.”

La entrega del premio, que se realizó en el aula magna de ese centro de educación superior, sirvió de excusa para que el autor de obras como Las venas abiertas de América latina (Premio Casa de las Américas), El libro de los abrazos y Memorias del fuego reflexionara sobre la actualidad de la isla. “Hace treinta años, me preguntaba yo a propósito de la actitud del gobierno de los Estados Unidos, que prohibía que sus ciudadanos viajaran libremente a Cuba: si esta isla es, como dicen, el infierno, ¿por qué los Estados Unidos no organizan excursiones para que sus ciudadanos la conozcan y se desengañen? Ahora me lo sigo preguntando”, explicó Galeano. “Hace diez años, formulaba otra pregunta sobre la infiernización de Cuba: ¿por qué voy a confundirla, ahora, con el infierno, si yo nunca la he confundido con el Paraíso? Y ahora me lo sigo preguntando. Ni infierno, ni Paraíso: la revolución, obra de este mundo, está sucia de barro humano, y justamente por eso, y no a pesar de eso, sigue siendo contagiosa. Muchos de los que antes la ubicaban en las alturas celestiales, ahora la condenan al fuego eterno. Antes confundían el socialismo con el stalinismo, y ahora son campeones de la libertad de expresión. Ahora son maestros de democracia, y antes confundían la unidad con la unanimidad y la contradicción con la conspiración, porque la contradicción era un instrumento de la conspiración imperialista en lugar de ser, como era, como es, la única prueba irrefutable de que está viva la vida”, señaló. “En el Nuevo Orden Mundial, cuando los burócratas se hacen empresarios y los toros bravíos se vuelven bueyes mansos, cuando muchos amigos de antes se convierten en enemigos de ahora, cobran tremenda actualidad aquellas palabras de Carlos Fonseca Amador, el fundador del Frente Sandinista: ‘Los amigos de verdad son los que critican de frente y elogian por la espalda’. Yo siempre creí que a Cuba se puede quererla sin mentir coincidencias ni callar divergencias”, sostuvo el escritor. “Y ahora estoy más que nunca seguro de que no hay otra manera de quererla, ni dentro ni fuera de sus fronteras, porque la coincidencia que se alimenta de la divergencia es la única forma de amor digna de fe.”

En el mismo acto, Galeano criticó la “postura servil que buena parte del mundo mantuvo con Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre”, y que dejaron un saldo de 4 mil muertos en Nueva York y en Washington. “Es porque creo que no son muy honrosos que digamos estos tiempos que estamos viviendo. Pareciera que se está disputando la Copa Mundial del Felpudo. Uno tiene la impresión, y ojalá sea una impresión equivocada, de que los gobiernos compiten entre sí a ver quién se arrastra mejor por los suelos y quién se deja pisar con mayor entusiasmo. La competencia venía de antes pero, a partir de los atentados terroristas, hay una casi unanimidad en la obsecuencia oficial ante los mandones del mundo.” Para el escritor, Cuba es el país “que más claramente ha puesto los puntos sobre las íes diciendo no a la impunidad de los poderosos, el país que con más firmeza y lucidez se ha negado a aceptar esta suerte de salvoconducto universal otorgado a los señores de la guerra, que en nombre de la lucha contra el terrorismo pueden practicar a su antojo todo el terrorismo que se les ocurra, bombardeando a quien quieran y matando cuando quieran y a cuantos quieran”, según definió. “Pienso que en un mundo donde el servilismo es alta virtud; en un mundo donde quien no se vende, se alquila, resulta raro escuchar la voz de la dignidad; Cuba está siendo, una vez más, boca de esa voz”, subrayó el escritor. “A lo largo de más de cuarenta años, esta revolución, castigada, bloqueada, calumniada, ha hecho bastante menos que lo que quería, pero ha hecho mucho más que lo que podía. Y en eso está. Ella sigue cometiendo la peligrosa locura de creer que los seres humanos no estamos condenados a la humillación.”

Daniel Chavarría habla de Eduardo Galeano

Daniel Chavarría*

Diversos periodistas me han pedido opinar sobre el lamentable deceso de Galeano. Mi precaria salud no me permite atender a todos, y he optado por escribir, de momento, estas pocas líneas para darlas a mis amigos de la prensa.

Galeano fue un periodista precoz que a los 15 o 16 años se dio a conocer en El Sol, órgano del Partido Socialista de Emilio Frugoni, un adherente a los postulados de la Segunda Internacional. Yo era 8 años mayor que Galeano, y lo despreciaba a él, a Frugoni y a la Segunda Internacional pues como militante comunista estaba persuadido de que el futuro de la humanidad lo aseguraba el movimiento obrero mundial, bajo la capitanía de la Unión Soviética y del camarada Stalin. Y a toda la izquierda uruguaya que se opusiera a la Unión Soviética, yo y mis camaradas los considerábamos agentes de la burguesía.

La historia ha demostrado el error de nuestro entusiasmo y el acierto de Galeano en sus críticas. Pero yo no me arrepiento de mi ingenuidad y me honro del desinterés y la entrega con que actué.

A Eduardo Galeano, cuyo primer apellido era Hughes, pronunciado Jius, y así se lo llamaba en Montevideo, comencé a respetarlo después de la Revolución Cubana, que cambió mis perspectivas políticas y me indujo a preferir la lucha armada al obrerismo mundial. Ya leía sus artículos con mayor interés, y cuando publicó Las venas abiertas de América latina me convencí de su enorme talento comunicador, y empecé a enorgullecerme de que fuera mi compatriota. Y hace ahora unos tres años, cuando acopiaba información para escribir mi ya publicada biografía de Raúl Sendic, el legendario fundador de la guerrilla tupamara, que también militó en el Partido Socialista de Frugoni, se acrecentó mi aprecio por Galeano.

Fue un gran amigo de Sendic, y mientras el valeroso héroe andaba prófugo de la policía y el ejército por la periferia fronteriza del país, Galeano se arriesgó muchas veces a caer preso o a que lo mataran por visitarlo en sus móviles escondites.

Chau Jius. Estoy muy conmovido con tu partida. Fuiste un buen novelista y poeta, un militante honrado, y un excepcional periodista. Tu obra nos enaltece a todos los latinoamericanos. Junto con Benedetti, hoy te situamos entre lo mejor de la cultura uruguaya.

* Escritor uruguayo residente en La Habana.

Galeano: ¿Un dinosaurio en el cielo de América Latina?

Wilkie Delgado Correa - Cubainformación

“Este es mi testimonio. ¿Confesión de un dinosaurio?. Quizás.”

Eduardo Galeano.

La noticia es cierta. Llega y se repite hasta el infinito. Dejó de respirar, se dirá, a una hora concreta de de este lunes 13 de abril. Nos sorprendió en una fecha en que por primera vez en la historia las masas rescataron, salvaron y repusieron en el poder a su líder y presidente. Quizás quiso así ligarse aún más a esta clarinada de nuestra América y a su amigo Hugo Chávez.

La noticia es cierta, pero no es cierto que Eduardo Galeano se nos vaya callado e inmóvil. Lo dijo José Martí: “La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida.”

Galeano supo y pudo extraer y rellenar el cántaro aunténtico de los pueblos del surtidor profundo del mundo y de nuestras tierras americanas. Allí quedaron atrapadas verdades como puños esgrimidos con una síntesis e ironía geniales. ¡Qué de ideas regó con profusión, generosidad y consecuencia el ilustre uruguayo, es mejor decir, el ilustre nuestroamericano.

En esta hora de grandeza y victoria de América Latina la voz de Galeano, surgida en épocas de derrotas y destierros, tiene muchas cosas que gritar a nuestras conciencias. Y mucho aliento que insuflar a nuestros corazones. Y habrá que repetir sus ideas visionarias en las épocas de frustración y desaliento, ya que siempre el recuerdo sirve como herramienta de salvación. Las venas abiertas de América Latina han derramado suficiente sangre para redimir a un continente de tantos sufrimientos de los pueblos y de tantas orgías de los oligarcas.

“Ahora, hay que empezar. Pasito a paso, sin más escudos que los nacidos de nuestros propios cuerpos. Hay que descubrir, crear, imaginar…Y hoy, más que nunca, es preciso soñar. Soñar, juntos, sueños que se desensueñen y en materia mortal encarnen, como decía, como quería, otro poeta. Peleando por ese derecho, viven mis mejores amigos; y por él algunos han dado la vida.”

Ante la caída traumática del socialismo europeo, nos alertó y alentó de esta manera en esos años 90 del siglo pasado:

“Parece que ya no hay sitio para las revoluciones, como no sea en las vitrinas del Museo Arquelógico, ni hay lugar para la izquierda, salvo para la izquierda arrepentida que acepta sentarse a la diestra de los banqueros. Estamos todos invitados al entierro mundial del socialismo. El cortejo fúnebre abarca, según dicen, a la humanidad entera.

Yo confieso que no me lo creo. Estos funerales se han equivocado de muerto”

“Pero, ¿y Cuba?...Cuba no importó desde Moscú un modelo prefabricado de poder vertical, sino que fue obligada a convertirse en una fortaleza para que su todopoderoso enemigo no se la almorzara con cuchillo y tenedor. Y fue en esas condiciones que este pequeño país subdesarrollado logró algunas hazañas asombrosas: hoy por hoy, Cuba tiene menos analfabetismo y menos mortalidad infantil que los Estados Unidos. Por lo demás, a diferencia de varios países del este, el socialismo cubano no fue ortopédicamente impuesto desde arriba y desde afuera, sino que nació desde muy adentro y creció desde muy abajo.”

“Para nosotros, el capitalismo no es un sueño a realizar, sino una pesadilla realizada… Nuestros Estados han sido comprados, a precio de ganga, por los dueños de la tierra y los bancos, y todo lo demás. Y el mercado no es, para nosotros, más que una nave de piratas cuanto más libre, peor. El mercado local, y el internacional.”

Hoy toda la obra de Galeano es un monumento a la lucha del hombre por defender con optimismo, aún en las peores circunstancias de la historia, la condición humana generosa y la sociedad mejor para toda la humanidad. Como dijo Galeano en su momento, en su libro El tigre azul y otros relatos, su testimonio sobre épocas pasadas anuncia el cambio de época que ha venido y habrá de proseguir en América Latina.

“Este es mi testimonio. ¿Confesión de un dinosaurio? Quizás. En todo caso, es el testimonio de alguien que cree que la condición humna no está condenada al egoísmo y a la obscena cacería del dinero, y que el socialismo no murió, porque todavía no era: que hoy es el primer día de la larga vida que tiene por vivir.”

Eduardo Galeano, gracias por el fuego de tus ideas y la pasión y lealtad de tu compromiso. Sé que te estás burlando de la muerte, que apostó con tus enemigos que algún día te mataría. Si cada uno de nosotros te llevamos vivo, de la manera que cada cual quiere e imagina, cómo vamos a pensar que te moriste hoy. Sonríe así, Galeano, con esa sonrisa, a la vez pícara e inocente, de niño que se escapa traviesamente para jugar con el futuro, sea en la tierra o en el cielo de América Latina.

Don Eduardo Galeano de nosotros los nadies 

Ilka Oliva Corado - Cubainformación.- Siempre he estado segura que los seres extraordinarios se marchan en días aciagos, de cielos encapotados llorando cántaros de lluvia. Don Eduardo Galeano se ha ido en un día así, hoy amaneció sollozando la niebla de la primavera estadounidense, despidiéndolo desde las primeras horas de la madrugada.

Nosotros los parias, los impronunciables, los de los lomos partidos durante siglos de explotación, nosotros los iletrados, los jornaleros. Nosotros obreros, campesinos y eternos proletarios nos hemos quedado huérfanos con la partida de don Eduardo.

En un total desamparo, sumidos en la densa oscuridad del desconsuelo, se fue el hombre que se atrevió a vernos a los ojos, que se atrevió a darnos un nombre, a caminar con nosotros y a cargar sobre sus hombros nuestra tribulación de clase social explotada por los tiranos.

Se ha ido un intelectual que siempre se sintió un peón de a pie y esa grandeza humana es la que lo hace inmortal, él transcendió los linderos de las clases sociales y de los cartones de universidad.

A don Eduardo lo lloran en estos momentos los intelectuales, los luchadores sociales, los seres justos y consecuentes, lo llora el exclusivo mundo de las editoriales, lo llora la poesía y la buena literatura.

Pero también lo lloramos los invisibles, los calvarios anclados en los pies de los jornaleros, lo lloran las manos de las niñas que piscan granos de café en las fincas ajenas, lo llora el vientre materno que lleva en sus entrañas el fruto de una violación, lo llora el adolescente encarcelado por el único delito de ser de arrabal. Lo llora la chusma de periferia, lo lloramos los indocumentados, nosotros los del desarraigo. Las putas, los homosexuales, los drogadictos, los fétidos revolucionarios de todos los tiempos.

Nosotros los necesitados de su luz, de su consecuencia y de su lealtad. De su pulso certero, de su palabra justa y de su dignidad. Nosotros los de la piocha y el machete, los de la mazorca y el costal. Nosotros los apaleados, los engañados, los braceros, los que vivimos en los basureros, los que no tenemos permitido soñar. Nosotros los nadies.

Nosotros los de las venas rojas y fecundas, los del buen lomo para cargar. Nosotros los del agobio, los de la servidumbre. Los apátridas, los pestilentes a sencillez. La masa labradora, los agrestes y su caudal. Nos hemos quedado sin El Bastión, sin el ser que nos dignificó.

¿Cómo llenar ese enorme vacío? ¿Cómo sobrevivir a tanta soledad? ¿Al infortunio a la esterilidad?

En la quimera nos queda el paradigma de un ser inmortal, la grata escuela, su fecundidad. Nos deja su semilla, su poesía y su libertad. Nos deja las ilusiones para continuar, nos deja su prosperidad.

Nos deja el elixir de la locura, y la alegría de soñar. Nos deja la consecuencia de un ser cabal. Una vereda para continuar. Nos deja la flor de cordillera, el canto de las chicharras, la trova y la oda, nos deja a las musas de los acantilados, nos lo deja sin punto y final. Nos deja la vena abierta para no presagiar. Nos deja la puerta abierta y su claridad. Nos deja el amor profundo de la hermandad, el sentido de la solidaridad, nos deja en la eterna lucha de la equidad. Nos deja su sinceridad, su hermosura su fidelidad.

Se va y lo despedidos desde los cerros, las barriadas, las grandes urbes, desde las maquilas, los campos de cultivos, desde las casitas de adobe, desde la calle de tierra. Desde los salones de universidad.

Buen viaje maestro se le va a extrañar.

Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado.

Abril 13 de 2015.

Estados Unidos

Galeano: “Dejemos el pesimismo para tiempos mejores”

Rosa Miriam Elizalde - Cubadebate.- En diciembre de 2001, después del derrumbe de las Torres Gemelas y después que tuviéramos noticias de las terribles sentencias contra Cinco cubanos en Miami por quienes se desató una lucha mundial para que se hiciera justicia, Eduardo Galeano ofreció una entrevista a nuestra editora, Rosa Miriam Elizalde. Recordamos esta conversación como homenaje a este periodista, escritor, hombre entrañable, que sabía expresarse como pocos en el lenguaje y la sensibilidad de nuestros pueblos.

“La solidaridad necesita de la soledad, aunque parezca un contrasentido”, dice  despidiéndonos en la puerta del Hotel Meliá Cohiba, vestido invariablemente de azul y rematando una idea que lo obsesiona: el tiempo para escribir. No le alcanza, y siempre tiene un discurso preparado para quienes lo invitan a congresos y conferencias, el discurso del insustituible aislamiento del escritor que necesita batallar a solas con las palabras. Generalmente quienes lo llaman aceptan sus razones y hasta lo compadecen, pero él termina yendo igual a esos encuentros que lo persiguen por todo el mundo, aunque “lo de este Festival en Cuba es distinto. Yo tengo una relación especial con los organizadores”.

El tiempo es también implacable capataz de esta entrevista. Apenas una hora de conversación -”de todos modos, tú no tienes mucho espacio”, me consuela-, en la que quedan muchas preguntas fuera, pero no el Eduardo Galeano que una se ha imaginado después de leerlo en los libros y perseguirlo en los periódicos. Habla como escribe, le encanta que pirateemos todos sus artículos y hace bromas tiernas, como el niño que es y que cualquiera adivinaría en El libro de los abrazos. Mi compañero de faena, Angelito, quiere enseñarle la fotografía que le ha hecho y que aparece en la pantallita de la cámara digital. “No, por favor, yo no me miro porque me da mala suerte. A menos que ya hayan inventado la cámara que le devuelve el pelo a la gente.”

Galeano es, también, la sensibilidad. Para empezar es él quien pregunta por las noticias del día: “¿qué pasó en el juicio de los cubanos presos en Miami?” “Dos cadenas perpetuas para Gerardo”, le digo. “Eso ya es demasiado, ¿no te parece?”, y hay una pausa larga, incrédula y dolorida, por la que se cuelan, irreverentes, los acordes de un piano.

-Otra noticia de última hora es un vídeo en el que Bin Laden se congratula de los ataques del 11 de septiembre. Esto se presenta como la prueba de las pruebas, y el malo de la película regresa en momentos muy oportunos ¿Qué le parece?

-Las pruebas que se conocieron no son muy convincentes. A mí, personalmente, me da la impresión de que a Bin Laden le encanta atribuirse los atentados, o al menos dejar en el aire la sospecha de que él fue el autor. No sé si eso será verdad o no, quién sabe si alguien sabe. Lo que sí se conoce, porque se puede deducir en todo lo que está ocurriendo desde el 11 de septiembre, es que se nos está invitando a caer en una trampa que nos obliga a elegir entre un fanatismo y otro fanatismo, uno religioso y otro militar, entre un señor que se cree Mahoma y otro que se cree Buffalo Bill.

“De hecho el sistema mundial de poder ha utilizado a Bin Laden y a los atentados como una suerte de salvoconducto para hacer lo que se le ocurra. Te diría que habría que citar a mi nieta Catalina, que tiene tres años y que llegó de la escuela diciéndole a la madre que estaban haciendo, junto con todos los chiquitos, un dibujo sobre la paz. La madre le dijo: ¿pero tú qué sabes lo que es la paz? La niña miró a su madre con piedad, con lástima y perdonándole la vida le respondió: `pero, mamá, cualquiera sabe: la paz es vivir’. Yo creo que esa definición es perfecta y podría servirnos de brújula en tiempos confusos para no ceder a las tentaciones que nos ofrecen los enamorados de la muerte.”

-Muchísimo antes de que se desplomaran las Gemelas usted denunció la dictadura de la imagen y la palabra únicas. Si eso era entonces una realidad palpable, ¿ahora qué estamos viviendo?

-Ahora solo empeoró mucho. Esto que no nació el 11 de septiembre, que venía de antes, es la imposición en la escala universal de un sistema que se disfraza de destino, que dice: “Yo soy la eternidad”, y la verdad sea dicha: desde el 11 de septiembre para acá son muchas las puertas que se han cerrado para los que intentan otras alternativas, los que quieren ofrecer otras respuestas a los desafíos del tiempo y del mundo. Esto ha asestado un golpe muy duro “por supuesto, no un golpe de muerte” a las voces alternativas y a las imágenes alternativas, porque sus posibilidades de discusión se han tornado mucho más complicadas y se han cerrado puertas y caminos. Habrá que atravesar esta etapa difícil, partiendo de la certeza de que la impunidad del sistema, de un sistema enemigo de la tierra y de la gente, puede conducir a un desastre total. Una impunidad que puede conducir -y yo no quiero hablar en términos muy apocalípticos- a… a…

-Al futuro como recuerdo… Hay un proverbio quechua que dice: “la historia es inventada, pero el futuro es recordado”.

-Sí, a cosas muy terribles, a la imposición por el miedo de una suerte de gran prisión universal, donde en nombre de la democracia se imponga una única posibilidad de vivir en el mundo, si es que podemos sobrevivir en él. Una única posibilidad de vivir como si fuéramos todos rehenes de un sistema que decide en lugar de nosotros. La dictadura de la palabra única y de la imagen única, impuestas a partir de esto que llaman globalización, corresponde a lo que es la dictadura del poder en el mundo de hoy, un mundo que dice ser democrático, pero que en realidad está en manos de muy poquitos. No hay más que leer las noticias en los diarios de cada día, o escucharlas por radio, o verlas por televisión.

“Uno se pregunta, ¿quién gobierna realmente?, ¿quién gobierna en el mundo de hoy?, ¿habrá un gobierno que gobierne? Salvo las excepciones que conocemos: creo que eso es algo que a Cuba nadie le puede negar, con todo y las discrepancias y contradicciones que puedan haber. Cuba es la única que trata de salvar en el mundo de hoy eso que se llama derecho a la autodeterminación, el derecho a la dignidad.

“Pero la realidad universal es otra. Uno ve que el pueblo elige un presidente en cualquier país, y después gobierna el clon, no el presidente. El clon es otro señor que es idéntico al presidente, pero que piensa todo lo contrario, que empieza a decir todo lo contrario de lo que dijo; alguien que, por supuesto, actúa al revés de aquel candidato que pronunciaba discursos durante la campaña electoral. Y el clon es un clon obediente. No toma ninguna medida sin que sea aprobada por el gobierno que gobierna a los gobiernos. ¿Y cuál es el gobierno que gobierna a los gobiernos? El que está todos los días en las noticias de los periódicos: el Fondo Monetario, donde hay cinco países que toman las decisiones y que tienen el 45 por ciento del capital -allí el voto es el dólar, de acuerdo con el capital aportado a esta institución financiera tan poderosa. El Banco Mundial es un poquito más democrático: son siete países que deciden. Y en la Organización Mundial de Comercio no se vota jamás, aunque hay derecho a votar, los votos no se usan. A esto podríamos agregar el atentado cotidiano contra la libertad de expresión, que es la concentración del derecho de informar y opinar en muy poquitas manos, drama de nuestro tiempo. Nunca hubo una concentración tan feroz de ese derecho, y este se corresponde solo con el ejercicio del poder financiero, económico, político y militar en el mundo contemporáneo.”

-Quién no está con Estados Unidos, está en su contra, y Dios no es neutral, dijo Bush. Ante esa disyuntiva, ¿con quién está Galeano?

-Con ninguno de los dos: Bush dice lo mismo que Bin Laden, solo que este usa el nombre árabe de Dios, que es Alá. Cada uno se escuda en esta suerte de permiso divino para decidir la suerte del planeta, como si Dios hubiera decidido algo de eso. John le Carré, ese autor de novelas espléndidas, lo sintetizó hace ya algunos días en una frase certera: “Dejen a Dios fuera de este asunto”. Pero esto no tiene nada de nuevo. Siempre las peores atrocidades se han cometido en nombre de Dios. Yo, como tuve buena relación con él cuando era chico, sé que es inocente de las barbaridades que se le atribuyen.

La culpa no es del espejo

-Se ha tratado de culpar a la izquierda antiglobalizadora del odio que inspiró el ataque del 11 de septiembre. ¿Por qué?

-Siempre, siempre, la izquierda tiene la culpa, lo sabemos. Pero la culpa de la cara no la tiene el espejo. Lamentablemente ocurrió esta tragedia de las Torres, pero no hay que perder de vista que es la primera vez que alguien le asesta a los Estados Unidos, lo que estos propinan habitualmente al resto del mundo. Claro, como nadie los había bombardeado desde 1812, cuando los ingleses quemaron la Casa Blanca, pues resulta que es la izquierda la que ha predicado el odio que desembocó en este acto de locura del atentado contra las Torres Gemelas. Si la izquierda ha denunciado los crímenes que se han cometido -y ha sido en cantidades, por todas partes, matando no 5 000 civiles como en las Torres, sino centenares de miles, millones de civiles en todas partes del mundo-, el problema está en esos actos criminales, y no en la voz que los denunció. ¿O acaso el termómetro tiene la culpa de la fiebre?

-Usted es un mago de las palabras, pero no tan bueno como los jefes de la dictadura global. Estamos viendo sinónimos delirantes: islamismo/terrorismo; libertad duradera/justicia infinita; Estados Unidos/civilización; bombas de racimo/paquetes de alimentos… ¿Qué está pasando con las palabras en esta nueva cruzada?

-No solo se está matando inocentes, porque ¿qué tienen que ver esos campesinos afganos que murieron en esta guerra absurda?, ¿qué tiene que ver eso con el atentado que pudo haber cometido Bin Laden, o quien sea el energúmeno?, ¿por qué tienen que pagar eso los pobres afganos que han muerto? A ver, que alguien me lo explique. No solo tuvieron que soportar la dictadura talibán, sino, encima, los bombardeos que los castigaron, que castigaron a los castigados. Esos fueron víctimas inocentes de esta suerte de locura compartida en este mundo de hoy convertido en gran manicomio.

“Pero no son las únicas víctimas. También el diccionario es una gran víctima, el lenguaje. Las palabras están significando nada o poco más que nada, y una de las palabras más sacrificadas es la palabra justicia. ¡Pobre palabra justicia! Esto de justicia infinita no es nuevo. Cuando aniquilaron el barrio más pobre de Panamá, en un bombardeo que el mundo ha olvidado, lamentablemente, y que ocurrió poco antes de la guerra de Iraq, cuando la aviación norteamericana aniquiló al Chorrillo, con sus habitantes adentro, aquel crimen se denominó Causa Justa. O sea, esto de usar la justicia como coartada para hacer injusticias no es una novedad.

“Lo mismo ocurre con las demás palabras, lo que implica un desafío para todos los que trabajamos con ellas, y en ellas creemos y amamos, y siempre sabemos que a veces la mejor palabra es el silencio, y que muchas veces la verdad se expresa callando. Pero también sabemos que hay palabras que no pueden ser traicionadas y que es necesario rescatarlas y cuidarlas para que puedan brotar limpiamente en la boca de la gente que viene, de los tiempos que vienen. Este es un desafío que hoy por hoy se multiplica, porque nunca las palabras han sido tan ensuciadas, ellas también bombardeadas, ellas también asesinadas.”

Guardaespaldas de la verdad

-Tengo por aquí algo que dijo Winston Churchill, el primer ministro británico durante la Segunda Guerra Mundial: “En tiempos de guerra, la verdad es tan valiosa, que siempre debe ser custodiada por mentiras como guardaespaldas”. ¿Qué está pasando con la verdad? ¿Dónde la guardaron sus guardaespaldas?

-(sonríe) Mejor que la frase de Churchill, que era un cínico inteligentísimo, un vocero realmente brillante del pensamiento conservador británico, es la vieja frase que se atribuye a muchos, y vaya usted a saber quién la dijo porque son muchos los padres posibles: “en toda guerra la primera víctima es la verdad”.+

“Es cierto, cuando estalla una guerra siempre es más lo que se miente. Nada más hay que ver lo que pasó con la guerra de Iraq. Al principio, las cifras oficiales norteamericanas de bajas iraquíes fueron de 10 000. Luego los muertos aumentaron a 15 000, después pasaron a 20 000, más tarde reconocieron 100 000 -por cierto en el anuario de la revista Time es esa la cifra que dan. Después pasaron a ser 186 000, según los datos del Departamento de Estadísticas. A lo largo de unos meses, de dos o tres años, las cifras crecieron de 10 000 a 186 000, en una batalla que al principio se transmitió al mundo como una guerra inocua en la que nadie moría. Solo veíamos la belleza perversa de las máquinas de matar que iban y venían por la pantalla chica. Muy rara vez se veían las víctimas humanas, la gente que estaba pagando con sus vidas el precio de esa guerra loca. Fíjate, los Estados Unidos bombardearon a Iraq porque había invadido a Kuwait. Pero los EE.UU. venían de invadir Panamá, entonces: ¿por qué no se autobombardearon?”

-Hay otro hecho trágico, la opinión pública en EE.UU. supuestamente está a favor de lo que ocurre. Tengo unos datos: el 53 por ciento de los norteamericanos, ahora mismo, dice que el gobierno tiene derecho a censurar las noticias. Más del 82 por ciento cree que su administración está dando a conocer todo lo que puede sobre la guerra (Centro de Investigación Pew). ¿Cómo es posible que en el país de la “libertad de prensa” millones de personas estén a favor de la censura?

-El efecto rebote de la tragedia del 11 de septiembre ha generado este tipo de cosas, que se corresponden solo con los ciclos victoriosos de la guerra. Esta es la primera etapa de la guerra. Después la gente razona un poquito mejor. Hay una primera reacción que es esta, ¿no? Lamentable reacción de la inmensa mayoría de una sociedad determinada, pidiendo a grito pelado que le mientan: `miéntannos, miéntannos’, dicen. Yo creo que eso no es definitivo, que eso después va cambiando. Tal reacción tiene su lógica: me animaría a decir que la opinión pública norteamericana, el ciudadano medio, es bastante ingenuo. Lamentablemente este país que tiene el nivel tecnológico más alto y que cuenta con la mayor capacidad tecnológica para la comunicación y la información, es también el país peor informado, donde la opinión pública es la más ignorante de todo lo que ocurre más allá de sus fronteras.

“Me impresiona muchísimo, cada vez que voy, que los informativos no otorgan casi ningún espacio al mundo exterior. El planeta fuera de sus fronteras es un gran abismo oscuro, desconocido, donde acechan los demonios, una especie de nebulosa de la cual no se sabe nada, pero que siempre es peligrosa. De ahí pueden surgir los enemigos, movidos por el odio, pero sobre todo por la envidia: ‘no soportan que los norteamericanos seamos tan libres, tan felices.”

El mapa termina en Norteamérica

“Ellos ignoran casi completamente lo que ocurre fuera de su propio mapa. Esto no lo digo por un delirio personal, como algo que a uno le pasa por la cabeza en un mal momento. Lo dicen los propios dueños de los medios de comunicación. Ted Turner “yo se lo escuché” lo dice en esos términos: la opinión pública norteamericana es la más ignorante. Y eso es grave: ese es el país que decide el destino de todos los demás pueblos. George W. Bush es el presidente del planeta y gobierna en un país que ignora a todos los demás, y que se entera muy rara vez de algo que ocurre. Se entera, por ejemplo, cuando muere algún norteamericano fuera. Solo en ese momento, súbitamente, descubren que otra gente vive en ese otro lugar.

“Recuerdo que una vez estaba dando unas clases en la Universidad de Stanford, y de repente alguien me preguntó por Guatemala, porque un norteamericano había muerto por allá. Ahí fue que se enteraron mis alumnos que había una dictadura militar, y que no había sido una sino varias, sucesivas las dictaduras organizadas, armadas y financiadas por los norteamericanos, y que habían asesinado a 200 000 personas, la mayoría indígenas. Aquellos norteamericanos comunes y corrientes no tenían ni la menor idea. Tengo una anécdota que le he contado a mis amigos muchas veces. Allí había un profesor de Ciencias, del cual yo me había hecho compinche, un buen tipo. Un día cenando con él y con su mujer, esta se quedó atónita cuando empecé a hablar de Central America. Ella creía que en el centro de América solo estaba Kansas. No sabía que había una cosa que se llamaba América Central fuera de su país. Si eso llegara hasta ahí estaría bien, pero el problema es que ellos son los que van a decidir qué va a pasar con los 6 000 millones de habitantes de lo que queda del planeta.”

-¿Por qué cree que en unos medios donde tanto se ha fastidiado con la libertad de expresión, los periodistas huyen de la explicación del contexto como si fuera de la peste?

-Es una indiferencia política, también. La política es una cosa que hace el gobierno, pero no es cosa mía, dice el norteamericano medio. Eso es todo lo contrario a lo que pasa en los países latinoamericanos. No importa el contexto, el porqué. Esa cultura se está convirtiendo en cultura universal a pasos agigantados, y se ha globalizado -lo que significa que todos pensamos, sentimos de la misma manera, o eso es lo que se intenta- aceptar como natural que la información nos desinforme.

“Tú hablabas de la guerra. Dime, ¿por qué nadie se pregunta quién vende las armas? Eso jamás lo escucha uno. Ni en los informativos, ni en los artículos de los periódicos, ni en los noticieros de la tele. Nunca nadie me ha dicho ahí quién está vendiendo las armas para esa guerra que está ocurriendo. Esos silencios no son inocentes, porque ocurre que los pocos países que manejan al mundo son también los proveedores de las armas para las guerras. Los miembros del Consejo de Seguridad que tienen derecho de veto, son los fabricantes de armas que hacen el negocio de la guerra. O lo que es lo mismo, los que velan por la paz son los que se ocupan de hacer las armas que matan al prójimo. No tiene nada de inocente ese silencio. Te lo pongo como ejemplo. Hay muchos más. A mí siempre me llamó la atención: ¿en la guerra, quién vende las armas? Nadie lo dice. Hay un negocio del cual todos participan. La industria militar necesita guerra, como los pulmones necesitan el aire, como los fabricantes de abrigos necesitan el invierno. Si no, ¿qué sería de ellos, pobrecitos?”

La esperanza no es invulnerable

-En medio de este contexto, ¿por dónde cree que anda la izquierda?

-Ha cambiado bastante. El marco en el que se concentraban las fuerzas alternativas ha sido desbordado por algunos fenómenos muy interesantes, y que son la contracara de otros fenómenos muy deprimentes, que desalentaban a cualquiera. Es asombroso que en medio de todo esto se están abriendo espacios para multiplicar la esperanza, en tiempos donde más que nunca cobra vigencia aquel grafitti que vi una vez en la pared, en Bogotá, creo, que decía: `Dejemos el pesimismo para tiempos mejores’.

“Hay una multiplicación de movimientos, que no están encuadrados en lo que serían las estructuras tradicionales de los partidos y los sindicatos obreros -que siguen en pie, y que a menudo dan respuestas estimulantes a los desafíos de la realidad. Pero ahora hay otros movimientos alternativos que han brotado como hongos por todas partes, y que son una fuente de esperanza para los que creemos que mañana no es otro nombre de hoy.”

-Hablando de esperanza, hay una frase en su novela que a mí me consterna: ¿siente de verdad que “la esperanza es una puta estéril de tanto asesinarse personitas en el vientre”?

-(se ríe) Estaría yo medio deprimido cuando escribí eso. Es muy fuerte… Lo que pasa es que a veces uno se cae, y eso es legítimo. No creo en esa especie de invulnerabilidad de la esperanza. Ella es humana. Se parece a nosotros porque de nosotros brota, y por eso a veces se cae, y a veces se levanta, como nos levantamos nosotros; se lastima, y a veces se cura y a veces no se cura…

-¿Por qué cree que la esperanza de Cuba no se cayó?

-Eso tiene numerosas implicaciones. Tiene que ver con la capacidad de resistencia del pueblo cubano, con la solidaridad internacional, pero como suele ocurrir con la realidad, también tiene sus misterios. ¿Por qué a Cuba no se la almorzaron con cuchillo y tenedor, habiéndolo intentado tantas veces? ¿Por qué se atravesó este bocado en la garganta del poder? ¿Y por qué sobrevivió con todos los contras que la realidad cubana hoy puede tener? Yo he tratado de ser siempre honesto, diciendo lo que me gusta y lo que no de esta Revolución. Pero el hecho irrebatible es que está viva, se diga lo que se diga, está ahí, viva y coleando. Yo creo que es por eso que te decía antes, y también por otros misterios que habrá que consultar en la santería.

-Usted, que fundó o participó en revistas que son paradigmas del periodismo de resistencia, se ha quejado bastante de la incapacidad patética que tiene la izquierda para comunicar sus ideas. ¿Sigue pensando lo mismo?

-Ha mejorado, es un poquito más flexible… La aparición de fenómenos interesantísimos, como el movimiento zapatista y de su vocero, el subcomandante Marcos, ha contribuido a descongelar el lenguaje de la izquierda, y le ha incorporado mucho humor al asunto. Esto ha venido a demostrar que tenía razón aquel viejo amigo mío brasileño que un día me dijo: “Eduardo, no te tomes en serio nada que no te haga reír”.

-¿Qué se siente cuando alguien, desde el oficio de la palabra, no solo es leído y citado en los congresos, sino querido? Buena parte de mi generación lo ve a usted como al hablador de esas extrañas tribus del Amazonas, un brujo capaz de entenderse perfectamente con los dioses y con sus criaturas…

-Este elogio me deja mudo.

EDUARDO GALEANO (Montevideo, 1940-2015)
Escritor y periodista. Fue uno de los más activos y prestigiosos periodistas de su país -jefe de redacción del Semanario Marcha y director del diario Época- antes de convertirse en 1972 con la publicación del ensayo Las venas abiertas de América Latina, en uno de los más importantes autores de su generación en el continente. En Buenos Aires fundó y dirigió la revista Crisis (1973-1976), considerada entonces una de las más combativas entre las publicaciones culturales latinoamericanas. Vivió exiliado en Argentina y España. Autor de numerosos libros, traducidos a más de veinte idiomas y de una profusa obra periodística. Después de haberse dedicado a escribir cuentos (Vagamundo) y un romance (La canción de nosotros), Galeano se concentró principalmente en la reconstrucción de la historia de América Latina, a través de una inspirada trilogía -Memoria del fuego (Los nacimientos, Las caras y las máscaras y El siglo del viento)- que recibió un resonante éxito. Obtuvo en dos ocasiones el Premio Casa de las Américas – en el género novela por La canción de nosotros (1975) y en testimonio por Días y noches de amor y de guerra (1978). Otros títulos sobresalientes de su bibliografía son: El libro de los abrazos (1989), El fútbol a sol y sombra (1995), así como Las aventuras de los jóvenes dioses y Patas arriba. La escuela del mundo al revés, ambos de 1998. Recibió en la Universidad de La Habana, el título de Doctor Honoris Causa en Letras.

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