Arriban a Cuba, médicos y licenciados en enfermería, procedentes de Liberia y Sierra Leona, que se encontraban en el África Occidental combatiendo la epidemia del Ébola , en el aeropuerto internacional Juan Gualberto Gómez, en Matanzas, el 23 de marzo de 2015. Foto: Marcelino Vázquez/ AIN.


Cubadebate - Video: TV Cubana.- Ayer fue conferida la los colaboradores cubanos que batallaron contra la epidemia del ébola en África, la medalla conmemorativa 60 Aniversario de las FAR, que otorga el Consejo de Estado.

Roberto Morales Ojeda, miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba y titular del Ministerio de Salud Pública, y el General de División Elfre Pérez Zaldívar, presidieron la imposición del estímulo a ese ejército de batas blancas, que enfrentó la riesgosa tarea, con peligro real para la vida, y cumplió el compromiso contraído con Fidel, Raúl y el pueblo de Cuba.

La vicetitular del MINSAP, Marcia Cobas, miembro del Comité Central del Partido, rememoró cuando en octubre de 2014, al partir las brigadas del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve hacia Sierra Leona, Liberia y Guinea Conakry,  el líder histórico Fidel Castro Ruz, en sus reflexiones, escribió:

“El personal médico que marcha a cualquier punto para salvar vidas aun a riesgo de perder la suya, es el mayor ejemplo de solidaridad que puede ofrecer el ser humano, sobre todo cuando no está movido por interés material alguno”.

Hoy su ausencia física nos duele y a la vez nos compromete a seguir sus ideales o  cumplir el sagrado compromiso de defender el socialismo bajo los preceptos del concepto de Revolución, expresó Cobas en el acto, presidido además por la General de Brigada Delsa Esther Puebla, vicepresidenta de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.

Con el espíritu de victoria que primó en los 82 hombres que arribaron a las costas cubanas en el yate Granma, los que combatieron en la Sierra y los que entraron triunfantes en La Habana, el ejército de batas blancas reafirma que siempre tendrá en cada batalla la convicción de que se pudo, se puede y siempre se podrá luchar y salir victorioso, acotó la viceministra.

En nombre de los colaboradores que recibieron la medalla, el doctor Felipe Delgado Bustillo, integrante de la brigada en Sierra Leona, recordó la creación por el Comandante en Jefe del contingente Henry Reeve el 19 de septiembre de 2005, y ponderó la voluntad y espíritu humanista de Fidel.

El galeno subrayó que durante estos años  esa fuerza ha estado presente en Pakistán, Haití, Ecuador, Guatemala, Perú, República Árabe Sarahui  y en las tres naciones africanas antes mencionadas, entre otras, donde dejó su impronta de solidaridad y amor.

Ratificó el compromiso de cumplir cualquier misión encomendada dentro o fuera del país, mantener las conquistas de la Revolución y continuar llevando la solidaridad y entrega por las causas justas de los pueblos,  y concluyó  con una frase de Fidel:

“Ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la humanidad” y” quien no sea capaz de luchar por otros, no será nunca suficientemente capaz de luchar por sí mismo”.

En el acto, efectuado en la Unidad Central de Colaboración Médica, fue develado un sitio para honrar a los 291 profesionales del sector de la salud fallecidos en el cumplimiento de su misión durante los más de 50 años de colaboración médica, y se colocó una ofrenda floral en tributo a su memoria.

(Con información de la ACN)


Gratitud hecha honor

Colaboradores cubanos de la Brigada Henry Reeve que participaron en el combate contra el virus del Ébola en África Occidental fueron condecorados con la medalla conmemorativa 60 Aniversario de las FAR

Lisandra Fariñas Acosta - Diario Granma

Fueron a África a librar la más férrea de las batallas, la que se disputa con la muerte. El nombre del enemigo espantaba: ébola. No cejaron, y vencieron. Entonces, iban solo con el compromiso de quien daría hasta la vida en el empeño de salvar otras.

Dos años después, en esa misma plaza desde donde partieron en octubre del 2014, en la Unidad Central de Cooperación Médica, los colaboradores cubanos de la Brigada Henry Reeve que participaron en el combate contra el virus del Ébola en África Occidental fueron condecorados con la medalla conmemorativa «60 Aniversario de las FAR» que otorga el Consejo de Estado de la República de Cuba.

«El personal médico que marcha a cualquier punto para salvar vidas aun a riesgo de perder la suya, es el mayor ejemplo de solidaridad que puede ofrecer el ser humano, sobre todo cuando no está movido por interés material alguno», escribió Fidel en sus reflexiones cuando los 256 profesionales de la salud cubanos partieron a Sierra Leona, Guinea Conakry y Liberia; palabras que recordó en el acto de condecoración la viceministra de Salud Pública, Marcia Cobas Ruiz.

«Con el espíritu de victoria que primó en los 82 hombres que arribaron a las costas cubanas en el Yate Granma, los que combatieron en la Sierra y los que entraron triunfantes en La Habana, el ejército de batas blancas reafirma que siempre tendrá en cada batalla la convicción de que se pudo, se puede y se podrá luchar y salir victorioso», expresó la viceministra.

En el homenaje, presidido por el Ministro de Salud Pública, Roberto Morales Ojeda, miembro del Buró Político del Partido; y el general de división Elfre Pérez Zaldívar, jefe de la Jefatura de la logística del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, entre otros funcionarios del Minsap y Jefes de las FAR; fue develado además un sitio para honrar a los 291 profesionales del sector de la salud fallecidos en el cumplimiento de su misión durante los más de 50 años de colaboración en salud.

«Nunca antes un contingente sanitario cubano, en los más de 50 años de colaboración médica internacional de la Mayor de las Antillas, viajaba a algún lugar del mundo a enfrentar una tarea tan riesgosa y con peligro potencial para la vida», recordó el doctor Felipe Delgado Bustillo, integrante de la Brigada Henry Reeve en Sierra Leona, a nombre de los condecorados.

«Esta medalla será portada con orgullo por los integrantes de la brigada Henry Reeve, y agradecemos a la Revolución que nos haya dado esa honrosa misión, que se tuviera confianza en nosotros para cumplirla», dijo, al tiempo que reafirmó el compromiso de los galenos por mantener las conquistas alcanzadas y continuar llevando nuestra solidaridad y entrega por las causas justas de los pueblos.

Emiliano Sosa de la Cruz, pediatra de Segundo Frente en Santiago de Cuba, reafirma a Granma que, Sierra Leona fue una misión compleja. «Fuimos con la intención de enfrentar la epidemia y aun cuando no sabíamos qué nos deparaba allí, lo hicimos con toda la voluntad y humanismo que caracteriza al médico cubano. Fue una gran experiencia de la que nos queda la gratitud de las vidas que salvamos, de las sonrisas que devolvimos», dijo.

Pero también «nos queda la tristeza de los que no pudimos salvar, porque nos llegaban en un estado de salud muy complicado».

Y es que además de ébola padecían desnutrición, sida, tuberculosisis, paludismo… «Dejamos esa huella en los pueblos de África afectados, que manifiesta que el hermano pueblo de Cuba no los dejó solos. Estuvimos hasta el fin y vencimos la epidemia», recordó.

«De esta misión me llevo recuerdos gratos y otros no tan buenos» rememora a nuestro diario Víctor Lázaro Guerra Viera, licenciado en enfermería de la provincia de Pinar del Río.

«Allá perdimos a un compañero, eso nos marcó mucho, fue un momento muy difícil. Desde que partimos de Cuba sabíamos a lo que íbamos, conscientes de que el nombre de nuestro país y la salud cubana debían quedar bien en alto».

«Para nosotros es un orgullo y un honor pertenecer a la brigada Henry Reeve que participó en la lucha contra el ébola».

 

Batas blancas entre montañas

El joven médico Osvaldo Zalazar Hernández compartió con JR la experiencia de vivir y trabajar en la comunidad Cacahual del consejo popular Banao, a 18 kilómetros de la ciudad de Sancti Spíritus

Ana María Domínguez Cruz  - Juventud Rebelde

Cuentan que en 1518, cuatro años después de fundarse la Villa de Sancti Spíritus, el obispo Espada y Landa ascendió hasta la cima de una montaña, ofició una misa y desde allí bendijo esa ciudad. Casi cinco siglos después, es la Loma del Obispo, con una cruz de unos 25 pies de altura, lo primero que ve el joven médico Osvaldo Zalazar Hernández cuando sale de su casa, dispuesto a trabajar.

Lo conocí en la comunidad Cacahual del consejo popular Banao, a 18 kilómetros de la ciudad de Sancti Spíritus, donde vive y labora desde hace poco más de un año, en cumplimiento de su servicio social. Allí, en su consultorio, me contó la historia de esa loma y de la peregrinación que con frecuencia realizan los creyentes. Me aseguró que Cacahual, a donde se puede llegar en carro o en la guagua local, es también un pueblo bendito.

«Estar aquí es un premio, no un castigo. Vivir entre las montañas, convivir con sus habitantes, ser la persona que los cuida, los orienta, los alivia o los cura, es una experiencia que agradezco, porque como aspirante a la especialidad de Medicina General Integral (MGI) debo estudiar e investigar mucho para saber un poco de todo y ofrecer una atención médica óptima en este nivel de atención.

«Cacahual es una comunidad muy tranquila y me siento en familia los 24 días que permanezco aquí, y los extraño a todos los seis días que viajo hasta mi casa en la ciudad cabecera. Aún así he aprendido mucho porque cada persona tiene manifestaciones clínicas diferentes de una misma enfermedad y me empeño en ofrecerles siempre un tratamiento a su alcance, para que no tengan que alejarse mucho de la comunidad en su busca».

—¿Qué es lo más difícil para ti?

—Lograr todos los días una atención médica superior, estar siempre cerca de los ancianos que viven lejos, en casitas aisladas en las montañas de Planta Cantú y Cangalito y realizar acciones de promoción de salud sistemáticas porque nuestro sistema se sustenta en la medicina preventiva y es lo que permite, por ejemplo, que las embarazadas de esta comunidad ingresen a las 37 semanas para evitar contratiempos en sus últimos días de gestación,  que los niños sean atendidos con rigor, y que no tenga yo que enfrentar una situación perfectamente evitable solo con los recursos básicos que tengo a mi alcance.

Osvaldo me explica que ante cualquier emergencia, la ambulancia acude desde el policlínico de Banao, ubicado aproximadamente a ocho kilómetros y que cualquier padecimiento que requiera atención en la ciudad de Sancti Spíritus tiene prioridad.

Milda Chinea Abreu es la enfermera que, luego de 29 años de trabajo en este consultorio, conoce la comunidad como la palma de su mano. «Vivo aquí y cualquiera sabe que puede tocar la puerta de mi casa cuando lo necesite, como a veces debo hacerlo yo para que las mujeres acudan a realizarse la prueba citológica, las madres lleven a sus bebés a vacunar o para citar a los adolescentes a las charlas de educación sexual. Cacahual completo es mi casa».

Mientras Osvaldo buscaba el estetoscopio y el esfigmomanómetro para visitar a una paciente recién operada, Milda recordó aquella noche hace años cuando andaba por las lomas a caballo con el médico Mario Crespo, visitando casas. «Mi caballo corrió mucho, me tumbó y caí en un pantano en medio de la lluvia. El médico regresó a buscarme y me trajo cargada hasta el consultorio, sin conocimiento, y me remitió de urgencia. A veces pasan esas cosas cuando uno anda por el monte, pero también hay que atender a los que viven en las montañas».

Los acompañé hasta la casa de Dolores González Sosa, una anciana de 94 años que luego de 50 días de operada, debido a una fractura de cadera, ha evolucionado muy bien. «Dolores es una mujer muy fuerte, y como hago con otros adultos mayores, me gusta mantener una buena comunicación con ella porque a veces el médico en estos campos es también una persona para hablar y escuchar».

¿Cuántas historias no pueden vivir Osvaldo y Milda cada día? Sin embargo, no las cuentan porque no les parecen fuera de lo común. Pero están ahí, ellos y las vivencias cotidianas, en una comunidad que mira a la cruz de la Loma del Obispo y que es, sin dudas, un poblado bendito.

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