Iramsy Peraza Forte - Lisandra Fariñas Acosta.- Granma - Video: Prensa Latina TV.- Cuando Fidel Castro extendió su mano al entonces primer ministro de Timor Leste, Mari bim Amude Alkatiri, y le prometió que Cuba le ayudaría sin reparos a formar 1 000 jóvenes timorenses para convertirlos en profesionales de la salud que se ocuparan de su propio pueblo, difícilmente Isabel de Jesús Amaral consideraba una posibilidad certera de convertirse en doctora.


 

No solo lo consiguió, sino que lo hizo siendo una de los primeros estudiantes de Medicina graduados en Timor Leste como país. Porque Isabel hizo parte de los 54 integrantes de la primera promoción que graduaba a médicos formados completamente en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de esta nación del sudeste asiático, creada en el año 2005 por iniciativa de la brigada médica cubana en esta tierra, y que estaría a cargo de profesores de la Mayor de las Antillas.

Un año antes, en el 2004, 15 de nuestros galenos llegaban por primera vez a Timor Leste, aquejado por una precaria situación higiénico-sanitaria e insuficiencias en la garantía de los servicios de salud.

Era el primero de los frutos de una relación que comenzara en las conversaciones entre el Comandante en Jefe y el entonces presidente de la República Democrática de Timor Leste, Xanana Gusmao, en la XIII Cumbre de Países No Alineados de Kuala Lumpur, Malasia, en 2003,  y donde se diera nacimiento no solo a las relaciones de amistad, sino también a la colaboración médica entre ambas naciones.

Trece años después de la llegada del primer cooperante cubano, la realidad timorense es totalmente distinta. Tanto el pueblo como sus gobernantes reconocen que las brigadas médicas y educativas de la Isla han influido en el desarrollo histórico y en la reconfiguración de una nación nacida en el siglo XXI, luego de cinco siglos de colonización portuguesa y más de 20 años de anexión a Indonesia.

No más de 25 médicos quedaron en Timor Leste cuando finalmente alcanzó su independencia. Ninguno, además, era formado en esta nación. Así lo recuerda este pueblo, así lo narran ahora a Granma timorenses como Herminio Noronha, quien abandonó la carrera de Química y se integró al grupo de jóvenes que vino a estudiar Medicina a Cuba.

Noronha forma parte ahora de los cerca de 900 doctores que conforman la fuerza médica de su país. Durante dos años trabajó en consultorios y policlínicos para ayudar a cubrir las necesidades asistenciales de salud de su nación, y «reconfigurar, no solo desde la curación, sino enseñando y educando a las personas, el panorama sanitario que todavía provoca que mueran de causas totalmente prevenibles».

Bastó este tiempo además, para saber que debía seguir estudiando si quería en verdad cubrir las necesidades del país. Como la mayoría de sus compañeros recibió lecciones aquí hasta quinto año y partió a terminar la carrera en su país, en «la facultad de Medicina creada por los cubanos». Ahora está de regreso en Cuba, junto a otros ocho colegas, para formarse como especialista en anatomía humana.

«Somos los jóvenes que vamos a desarrollar, desde la docencia, el sector de la salud en el futuro de Timor, que debe ser capaz de formar sus propios médicos. Por eso volvimos, para crecer como profesionales, para poder tener un país mejor».

«De Cuba aprendí muchas cosas, sobre todo el sentido del patriotismo, de lo que significa sentir el compromiso de ayudar a tu pueblo, de trabajar para cambiar la situación sin importar las condiciones», precisa Noronha.

Bebimos además, dice, del sistema de salud cubano. «Aprendimos a tratar al enfermo con respeto y cariño, a no crear distancias».

«La mejor forma de medir el impacto de la colaboración cubana en Timor es a través del cambio en los indicadores de salud de la nación», se apresura a decir Acacio de Jesús, quien se especializa en Fisiología.

Desde que inició este convenio, apunta, han disminuido considerablemente las tasas de mortalidad infantil y materna. «Los médicos graduados en Cuba están distribuidos por casi todo el país, lo cual ha contribuido a mejorar importantes indicadores de salud y al aumento de la esperanza de vida.

«El pueblo timorense, que durante muchos años no sintió la presencia de un doctor, adora a los cubanos que llegan hasta los lugares más recónditos de la geografía del país. Los médicos de la Mayor de las Antillas salen a buscar los enfermos y eso la comunidad lo agradece». Para Acacio, hay algo que distingue a la medicina cubana y es justamente, el sentimiento de humanidad.

***

Cuba nos acogió, expresa agradecida Joaninha da Costa. Lo hizo allá cuando envió sus médicos, lo hizo aquí cuando llegaron a aprender el arte de curar la vez primera, lo hace ahora que volvieron.

«Yo quería ser médico, para atender a mi pueblo y Cuba me dio esa oportunidad», dice la joven doctora que ahora estudia Fisiología.

Hablan entonces de una historia que aseguran es la de muchos de sus colegas, la de esos muchachos sin recursos que no olvidan que al otro lado del mundo pudieron cumplir sus sueños. Hablan del proyecto de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), donde «aprendieron a conocerse» entre ellos, y a tantos otros futuros médicos de «países, culturas e ideologías distintas».

Pero hablan, sobre todo de Fidel. «Gracias al Comandante en Jefe y a la Revolución Cubana, ahora llevo una bata blanca», afirma Manuel Francisco da Costa, quien recuerda que proviene de una familia sin posibilidades de costearle sus estudios de Medicina. «Yo soy médico gracias al pensamiento humanista de Cuba y de Fidel».

Para Grigorio Belo los doctores timorenses son también su legado. Belo, residente de segundo año de Bioquímica clínica, ve esta nueva ocasión de estudiar en Cuba como la oportunidad para «regresar a nuestro país a continuar la obra ideada por el líder de la Revolución e iniciada por la brigada médica cubana».

***

Hoy Isabel de Jesús Amaral estudia en Cuba la especialidad de Embriología humana en la Facultad de Ciencias Médicas Victoria de Girón. Se formó como médico en su país, pero confiesa que el hecho de que casi la totalidad de sus maestros fueran cubanos, «con ese amor y paciencia que les caracteriza», hizo de ella una mujer diferente, «algo que nunca hubiera soñado»: una doctora.

La Escuela de Medicina en Timor Leste que a partir del año 2011 fungió como la Facultad número 13 de la Universidad Nacional, es una institución en la que actualmente laboran cerca de 170 profesores de la Mayor de las Antillas.

Un gran número de los estudiantes timorenses que comenzaron la carrera de Medicina en nuestro país, regresaron a su país en quinto año y se graduaron en la facultad fundada por los cubanos. Algunos de ellos alivian el dolor de muchos en comunidades e instituciones públicas de esa nación. Otros, como nuestros entrevistados, se instruyen de las herramientas necesarias para asegurar la continuidad de la primera Escuela de Medicina en Timor Leste.

Y más aún, anhelan, ahora con la certeza de que solo de ellos depende que sea posible, que de esa escuela nazca también, ¿por qué no?, un proyecto como la ELAM en la región de Asia Pacífico.

Solidaridad
Prensa Latina.- El ministro de Salud de Guatemala, Joaquín Barñoya, y el embajador de Cuba en este país, Nazario Fernández, firmaron hoy un acuerdo de cooperación hasta 2027 para fortalecer la labor asistencial...
Prensa Latina.- Desde un balcón del hotel Plaza en La Paz el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, bebió té de la hoja de coca en defensa del equipo de futbol de Bolivia, recuerdan hoy....
Canal Caribe Alterno.- Este sábado se cumplen 41 años de la victoria de Cangamba, una de las muestras de resistencia, de mayor sacrificio y entereza protagonizadas por cubanos en toda nuestra Historia. En un remoto punto del surest...
Lo último
EnModoVerano: A+ Espacios Adolescentes
Canal Caribe Alterno - La periodista Elizabeth Carmona Fernandez nos trae el Segmento #ModoVerano, hoy con una propuesta para los adolescentes, El Centro A+ Espacios Adolescentes ha diseñado un amplio programa de actividades para animar el ver...
Ver / Leer más
La Columna
La Revista