Canal Caribe.- Un grupo de docentes cubanos, miembros de la brigada de colaboración, Félix Varela, participan en el inicio del curso escolar en Bahamas, a menos de una semana del paso del huracán Dorian.
Cincuenta y cinco luces para Las Bahamas
Luego del desastre que dejó el huracán Dorian, los bahameses vuelven a las escuelas y ponen parches al dolor. Pero los maestros en Bahamas no están solos: un grupo de 55 colaboradores cubanos, pertenecientes a la brigada Félix Varela, hacen del humanismo y la voluntad un arma poderosa
Abel Reyes Montero - Granma
Hoy se escurren las cajas de tizas y los libros en Bahamas. De a poco, el país se sacude de los escombros para llorar a sus muertos, para mirar de frente a la esperanza y al optimismo, bajo un sol que echa sombras en casi todas las esquinas. Luego del desastre que dejó el huracán Dorian, los bahameses vuelven a las escuelas y ponen parches al dolor con esa savia especial de los que enseñan.
Pero los maestros en Bahamas no están solos: un grupo de 55 colaboradores cubanos, pertenecientes a la brigada Félix Varela, hacen del humanismo y la voluntad un arma poderosa, y llevan la luz a las islas caribeñas. Porque a Cuba no le es indiferente el dolor ajeno; porque nuestra Isla contagia el espíritu de sacar adelante la docencia a como dé lugar; porque es imperativo que los pueblos aprendan. Y esa motivación les llega a los hermanos de Bahamas, no solo en las aulas, sino en las comunidades.
Los brigadistas cubanos contribuyeron a la recuperación de las instituciones educativas y sus entornos; cambiaron la tiza y el pizarrón por instrumentos de trabajo o por una palabra de consuelo a quien perdió su casa, o a quien no encuentra a su hijo después de una semana. Doble el mérito cuando, en tierra extraña, nuestros maestros se destacaron por ser los primeros en llegar y los últimos en retirarse de las escuelas afectadas, y catalizaron, así, la apertura del año lectivo.
En ellos va la impronta de Martí y la del maestro que da nombre a su brigada. Son misioneros del alma que levantan a un pueblo avasallado por la furia de la naturaleza; hombres y mujeres que ponen en alto, limpio como un crisol, el nombre de Cuba, el concepto de internacionalismo, la voluntad eterna de nuestro Fidel.
Que el sol, entonces, comience a iluminar las aulas bahamesas, como primeras heridas que sanan. Que se sumen otras manos a reconstruir las islas de Ábaco y de Gran Bahamas. Que el mundo se haga eco de estos 55 maestros cubanos, para que la Tierra alargue sus años y sea mejor.