Médicos cubanos regresan desde Turín. Foto: Cuba en Italia/ Facebook.


Sheyla Delgado Guerra Di Silvestrelli - Cubadebate

Desandar las páginas de este libro, solo podría hacerse desde la sensibilidad y el agradecimiento. E, ineludiblemente, desde el amor que desdibuja fronteras, y desconoce distancias y océanos. El mismo amor que, ensartando sueños y voluntades, se las ingenia para construir puentes.

Así, Cuba e Italia se abrazan en estas páginas con la fuerza de quienes se saben siempre cerca, a la escasa distancia de un nuevo abrazo.

Como estampase en blanco y negro el editor de este volumen, Reynaldo Duret Sotomayor: “La realidad humana solo cobra lógica en el sacrificio personal, se glorifica y engrandece con el esfuerzo social. El lector encontrará en Hilando puentes, más allá de experiencias compartidas, la grave voz del hombre, salvado por el hombre”.

De modo que el libro se figura en un verdadero puente de solidaridad: “pintura verbal donde las palabras saben la contraseña para abrir perspectivas y cerrar prejuicios; ejercicio de significativa fortaleza; levadura que cataliza el corazón y conforma follajes poéticos de amena efervescencia; indagación al hombre y sus incertidumbres convertido en discurso paliativo para quien sufre su dolencia individual, hasta romper fronteras y convertirse en la dolencia colectiva”.

Palabras que dibujan el abrazo

Escrito a cuatro manos, las del médico Yoydel Santines y las de la escritora  Liudys Carmona, este ejemplar con el sello de Ediciones El Abra (Isla de la Juventud) llegará a las manos de los lectores de Cubadebate incluso antes de que su versión impresa salga de la poligrafía.

Al decir de su editor, en la nota introductoria, “Hilando puentes se erige como una suerte de testimonio novelado. Desde el comienzo de su lectura logra comunicarnos —a través de su lealtad filosófica y el calado expresivo de los textos— con las vibraciones íntimas de sus autores”.

“Inmersos en diseñar el complejo océano de dolor y a la vez resiliencia que se instala como resultado de la pandemia COVID-19 logran ofrecer, no con el uso de enrevesadas figuras retóricas, sino con singular dominio de las estructuras sensoperceptivas en las que cabe la palabra, una visión expresionista —íntimamente expresionista— del intenso bregar que hombres y mujeres de la salud despliegan en diversos escenarios, fundamentalmente Italia, adonde partiera Yoydel Santines Acuña como miembro de la brigada.

El abrazo se dibuja también en la tradición de solidaridad de estos dos pueblos a ambos lados del océano. Italia ha sido una de las naciones europeas de mayor fuerza en la voz y el brazo para defender a la Mayor de las Antillas, en distintos escenarios, y donde muchos de sus mejores hijos han encontrado bandera compartida en nuestras luchas: el rechazo al bloqueo, la campaña internacional por la liberación de los Cinco, la condena a la inclusión de Cuba en la lista estadounidense de patrocinadores del terrorismo, la defensa frente a las manipulaciones mediáticas en agendas construidas y financiadas desde Washington, la solicitud del Nobel de la Paz para nuestros médicos y una lista que no se puede resumir en pocas alusiones pero con el denominador común del apoyo permanente a nuestros más irrenunciables principios...

Las historias recogidas en forma de diario, en el exiguo espacio que Yoydel le robara a sus horas de descanso en Turín, viajan en trayecto tecnológico hacia las manos de Liudys en la Isla. Palabras y emociones devienen conexión e impulso de dos seres que, además de la lectura como refugio, comparten el mismo día de cumpleaños en abril, el municipio de cuna (Manzanillo, Granma) y se conocieron, precisamente, en un día de consulta médica. El encuentro inicial donde Liudys le regaló un libro para niños que él atesoró, aunque todavía no había tenido la dicha de ser papá.

Su pequeña Alessandra llegaría después, bautizada con nombre italiano coincidentemente. Y el libro nos habla también de ella, de cómo vive una infante de menos de tres años la ausencia de un papá que lucha por preservarles, a otros niños, la sonrisa y la fe.

Carta de manos adultas, desde el alma de una niña que aún no sabe escribir

Hay un texto del libro que lo resume todo, la carta que se torna crónica, o al revés, para disparar las emociones todas, de un solo golpe de palabras:

1ro. de junio de 2020, Isla de la Juventud, Cuba.

Alessandra hace mucho tiempo que no ve a su papá. Cuando pregunta a la madre por él, ella contesta que es un héroe, está en un castillo lejano peleando con un bichito muy travieso que quiere enfermar a la gente —para una niña que aún no tiene tres años es una respuesta adecuada—.

Alessandra no comprende por qué no puede salir a jugar, por qué tiene que quedarse sola con mamá, por qué cuando alguien la visita tiene que correr a ponerse ese pañito que le cubre la nariz y la boca. A veces piensa que es mejor hacerle caso a mamá y no hacer tantas preguntas y sonríe, sonríe siempre. Cuando Alessandra está contenta su sonrisa llena de estrellas lo ilumina todo.

Pide una golosina cuando está enojada. Si está triste, pregunta a su muñeca por papá.

Hoy mamá tiene una foto nueva de él. Alessandra no lo reconoce, quizás piensa que es un hombre del espacio (como el de los muñequitos de la tele que va a visitar la luna); no tiene la boca de papá, ni la nariz de papá, ni las orejas de papá y los ojos —atrapados en esa máscara de cristal— tampoco parecen los ojos de papá. Mamá le explica —porque a los niños hay que decirles la verdad, la verdad que puedan entender— y Alessandra vuelve a sonreír. Sabe que detrás de esa máscara está papá cuidándose mucho. Sabe que el bichito muy travieso no lo vencerá y ella lo espera. Lo espera, feliz. Papá volverá pronto del castillo.

Entonces ella le dará el beso más grande del universo.

Nota de lectora: Por favor, lea urgente este libro, alguien que no tenía tiempo para dormir, por salvar, lo ha escrito para usted

Luego de ese testimonio en forma de misiva, sobraría cualquier palabra. Bastaría suscribir las de Duret Sotomayor cuando deja claro cómo ambos autores “en magistral simbiosis, intercambian sus respectivas corrientes narrativas para ofrecer un ‘todo peculiar’. Con el aquí-allá-ahora asumen con éxito dos asuntos indispensables para edificar una buena obra literaria: acción y pensamiento”.

Y a la agradecible sinceridad de sus letras y contundencia de las emociones, se une otra certeza: estos dos manzanilleros con alma de Isla “viajan, sin descuidar las formas del lenguaje conversacional, hacia el espíritu de seres fenecidos o no por la COVID-19; disparan su reservorio verbal de arquitectura estremecida haciendo énfasis en los conocimientos que explora el ser humano para desbordar sus vertientes”, como sintetizaría con elocuencia el editor de este viaje en letras. “Hilan, atrapando madejas testimoniales y artículos que otros añaden a su paso, puentes de encrespadas molduras, singulares sacudidas de luz dentro de la más implacable oscuridad; pintan un lienzo emocional e invulnerable de luminosidad más allá de las formas que subyacen y emergen del hosco acecho de la muerte”.

Yoydel atesora las historias contadas y las que guarda para sí, tras haber regresado de su primera misión en Turín, donde defendió el derecho a la vida al lado de los médicos en el país de Garibaldi... La tierra que no puedo sentir jamás lejana en la geografía, cuando el corazón la sabe una de las dos patrias de mi hija. Y en medio de la intensidad de sus días de médico, ahora en una nueva misión en México, le sigue robando minutos a su descanso para regalarle a usted, lector de Cubadebate, el libro tal cual lo ha sentido y vivido él. Testimonio que encontrará al final de estas líneas.

Ahora yo me permito una última recomendación, en mi atrevimiento de lectora voraz y agradecida de esta propuesta editorial que llegó a mis manos mediante Claustrofobias Promociones Literarias (proyecto también experto en hilar puentes, con la incondicionalidad de Yunier Riquenes y Naskicet Domínguez) y Ediciones El Abra, la familia editorial que mucho ha hecho para hacer de la de la Juventud, una Isla de (buenos) libros. Agradecida además, y en especial, a Yoydel y a Liudys por las múltiples maneras de abrazar —gentes y países— que encontraron en estas palabras nacidas, necesariamente, desde el alma.

Mi recomendación pareciera casi un post scriptum o alguna suerte de nota de lectora: Refúgiese en estas páginas, encuéntrele espacio en su día, invéntele horas. Como sea... pero, por favor, lea urgente este libro, alguien que no tenía tiempo para dormir, por salvar, lo ha escrito para usted.

  • Descargue el libro Hilando puentes, de Ediciones El Abra (PDF 1.86 MB)
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