"El 15 de noviembre se ha convocado a otro intento de golpe blando en Cuba usando la fórmula de las revoluciones de color, bajo el lema `La marcha por el cambio'. ¿Marcha por qué cambio?", se pregunta el Frente Antiimperialista Internacionalista.
Declaración del Frente Antiimperialista Internacionalista contra el golpe blando del 15 de Noviembre en Cuba
El 15 de noviembre se ha convocado a otro intento de golpe blando en Cuba usando la fórmula de las revoluciones de color, bajo el lema “La marcha por el cambio”. ¿Marcha por qué cambio? En un mundo lleno de injusticias, disparidades, desigualdades y concentración inédita de la riqueza, Cuba, cómo cualquier país, necesita, no un cambio, sino miles. En un país socialista que se enfrenta al Goliath del capitalismo e intenta a la vez generar justicia, riqueza nacional y bienestar social, quién podría cuestionar la necesidad y la urgencia de cambiar. Las preguntas qué más urgen responder ahora son: ¿Qué cambios está proponiendo esta marcha para Cuba? Y ¿Qué debe conservar y guardar Cuba para mantener su programa de justicia y socialismo dentro de este mundo capitalista?
La marcha por el cambio es otro caballo de Troya para el cambio de régimen en Cuba. Es decir, la regresión a un sistema capitalista, de democracia liberal y economía neoliberal, favorable al imperio norteamericano y sus aliados. La idea central es criminalizar, dentro y fuera de la isla, al gobierno, al Estado y sus instituciones, así como generalizar la idea dentro de la población de que la Revolución cubana, a pesar de sus innegables logros, ha sido un gran error histórico.
Como toda revolución de color, sus instigadores no tienen otro programa que convocar a una revuelta “pacifista”, pero en el fondo desestabilizadora, usando una jerga llena de ambigüedades y contradicciones, bien afinada con profecías y cantos de sirenas que se nos presentan abrumadoramente por todo tipo de canales y medios (Las mismas palabras clave que ya no se soportan por si solas: libertad de expresión, democracia, derechos humanos, dictadura de izquierda, Cuba es de todos, patria y vida, etc, etc). Dentro de la diversidad de voces que componen el coro de una revolución de color se pueden encontrar, desde socialistas, hasta fascistas, pero sobre todo, se caracteriza por el hecho de que es una suma fragmentada de individuos que solo deben concordar en algo: “hay que cambiar el régimen y después veremos”.
Hay varios objetivos tácticos para realizar esta estrategia de “revolución de color” dentro de los cuales enumeramos algunos:
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Aprovechar las contradicciones internas del país, así cómo las dificultades, desigualdades, errores internos políticos, etc, para generalizar y criminalizar el Estado y lograr así una ruptura entre sus instituciones y la ciudadanía.
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Hooliganizar y dividir la sociedad, esto es, generar bandos opuestos, a partir de enfrentamientos entre diferentes grupos sociales e incluso familias, recurriendo al lenguaje de odio y generando una polarización asociada a tensiones y conflictos emocionales. Es por eso que se motoriza el lenguaje de odio, burla y bullying para generar rupturas interpersonales de todo tipo. Este ya estudiado fenómeno de hooliganización se basa en la defensa de posiciones políticas no basadas en el razonamiento, sino en emociones de rechazo, sentimiento de pertenencia a pequeños grupos o “tribus”, basados en la exclusividad. También podríamos llamarle tribalización de la sociedad. Se pretende además lograr esto a nivel intergeneracional aprovechándose de las diferencias naturales entre jóvenes y las generaciones que les preceden.
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Movilizar y darle un papel importante al sector de la cultura donde por naturaleza prima lo personal, la individualidad, el disenso, la diversidad de opiniones y posturas personales sobre todo tipo de temas. Este objetivo en particular intenta crear nuevas figuras con carisma dispuestas a generar desorden a partir de confrontaciones que tengan un mínimo de respaldo en sectores de la sociedad.
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Generar confusión y saturación psicológica, o lo que se conoce cómo estado de shock, lo cuál desemboca en desconfianza, angustia y apatía política.
Hoy denunciamos esta implementación de guerra no convencional por la plataforma “Archipiélago”, con Yunior García a la cabeza. Ya al día de hoy se conoce de las conexiones, el respaldo y la tutela que le dan organizaciones norteamericanas usando las nuevas tácticas tecnológico-comunicacionales. Intentando generar aislamiento y fragmentación, basada en la idealización de una sociedad compuesta por individuos con “libertad de expresión” pero sin capacidad real de actuar más allá de sus intereses individuales o grupales, anulando el concepto de sociedad, cultura y nación. El golpe blando es contra la memoria histórica, el imaginario y las razones de Cuba. Hay un término más preciso para describir el rol de García: es, más que un líder o cabecilla del “movimiento”, un agente (agente: “Persona que trabaja en una agencia prestando determinados servicios”).
Pero advertimos también que la denuncia no es suficiente para ganar esta guerra. Creemos que enfrentarse a esta realidad implica trabajar en sentido opuesto al enemigo. Combatir con sus armas y en sus términos, es una trampa. Lo que está en juego dentro de Cuba es mantener la legitimidad popular de la Revolución y la capacidad real del Estado y sus órganos para servir cómo plataforma revolucionaria a los ciudadanos. El ejercicio constante y permanente de restaurar, reformar, extender y enriquecer la Revolución es una cuestión de supervivencia. Fuera de Cuba está en juego la capacidad del continente y el eje de la resistencia de desbancar al imperialismo y al capitalismo como única alternativa para resolver la crisis global y ecológica que enfrenta el planeta.
¡Esta es una guerra de todos que solo se puede ganar con todos y para el bien de todos!
Frente Antiimperialista Internacionalista, 8 de noviembre de 2021