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Cuba exporta salud al mundo: Samira Addrey destaca el legado de la ELAM y la solidaridad cubana
Nikolay Aguirre
Prensa.ec
La egresada de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) y miembro de IFCO-Pastores por la Paz resalta el papel de Cuba en la formación de médicos humanistas y su impacto global.
En un mundo donde la salud se ha convertido en un privilegio, Cuba sigue siendo un faro de esperanza. Samira Addrey, egresada de la Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas (ELAM) y miembro de IFCO-Pastores por la Paz, destaca cómo la isla ha formado a miles de médicos comprometidos con la solidaridad y la justicia social, incluso frente a la hostilidad de Estados Unidos.
Samira Addrey, una joven médica ghanesa-estadounidense, no duda en afirmar que Cuba le cambió la vida. Graduada en 2020 de la ELAM, una institución que en 25 años ha formado a más de 30,000 médicos de más de 100 países, Addrey representa el legado de un sistema educativo que prioriza la humanidad sobre el lucro. “Cuba ha sido un bastión de esperanza para mucha gente en el mundo”, afirmó durante una entrevista en Prensa Latina desde Nueva York.
La ELAM, fundada en 1999 por iniciativa del líder cubano Fidel Castro, no solo enseña habilidades médicas, sino que también inculca valores de solidaridad y justicia social. “En Cuba se forma un tipo de médico humanista, solidario, que mantiene esa conciencia sin importar dónde ejerza”, explicó Addrey. Este enfoque contrasta con el sistema de salud estadounidense, que, según ella, “no centra al ser humano y deja atrás a quienes no tienen recursos”.
Addrey, quien ahora forma parte de la junta directiva de IFCO-Pastores por la Paz, una organización que promueve la justicia social y la solidaridad internacional, trabaja para inspirar a nuevas generaciones a seguir el ejemplo cubano. “Queremos captar a jóvenes que no quieren ser robots del sistema capitalista, sino médicos comprometidos con su comunidad”, dijo.
Para Addrey, Cuba no fue solo un lugar de estudio, sino un hogar que la acogió con los brazos abiertos. “Cuba reforzó en mí valores que ya traía de mi familia en Ghana, pero también me enseñó a verme como un ser humano capaz de contribuir algo importante al mundo”, compartió. La médica recordó cómo en la isla encontró un sentido de pertenencia y aceptación que nunca experimentó en Estados Unidos. “En Cuba, podía ser Samira, con mis particularidades, y todos me amaban igual”.
Este sentido de comunidad y solidaridad es, según Addrey, uno de los mayores legados de Cuba. “El mundo debe reconocer a Cuba no solo por sus logros médicos, sino por la humanidad de su pueblo. Vivir con ellos, sentir su apoyo incondicional, es algo que no se puede replicar desde Nueva York”, afirmó.
A pesar de las dificultades económicas y el bloqueo estadounidense, Cuba sigue exportando salud y solidaridad al mundo. Addrey y otros egresados de la ELAM trabajan para mantener vivo este legado, promoviendo la formación de médicos humanistas y apoyando a comunidades desfavorecidas. “Nuestra tarea es ser ejemplos de que otro mundo es posible, un mundo donde la salud no sea un privilegio, sino un derecho”, concluyó.