Noel Manzanares Blanco – Cubainformación.- La proeza realizada, nos compulsa; la crítica revolucionaria, nos fortalece para tributar a la irreversibilidad de nuestro Socialismo
Al comenzar esta serie, tuve a bien precisar que determinadas actividades profesionales durante el año en curso me obligaban a mermar mi labor mediática; sin descartar el acontecer palpitante en la Mayor de las Antillas. Así, inicié con la siguiente inscripción: si constituyen prioridades la lucha contra la Covid-19, los efectos del Bloqueo y la Tarea Ordenamiento; entonces es inadmisible la indolencia (1).
Con esa señal, anuncié no solo la intención de referirme a los sucesos más trascendentales que tendrían lugar sino además de hacerme acompañar de la última Tesis de Marx sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo” (2); unido a una advertencia de Fidel, a saber:
“[…] aquí ha habido durante bastante tiempo la tendencia a suponer que los señalamientos críticos, la denuncia de las cosas mal hechas, hacían el juego al enemigo, ayudaban al enemigo y a la contrarrevolución. […] Y yo he estimulado al máximo ese espíritu crítico porque es un factor fundamental para perfeccionar nuestro sistema./ Claro, sabemos que hay inconvenientes, pero queremos una crítica responsable. Y a pesar de las posibles consecuencias, todo es mejor que la ausencia de críticas” (3).
Se explica, pues, que termine esta serie enfatizando estos presupuestos de Marx y Fidel.
Ante todo, significo la celebración del 8vo Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) por la calidad ideo-política revolucionaria del Informe Central presentado por Raúl; el rigor de las Resoluciones en torno a los Lineamientos, al funcionamiento, la actividad ideológica y la vinculación con las masas, y a la Política de Cuadros; así como por el Magisterio presente en el Discurso de clausura a cargo de Díaz-Canel (4).
Las orientaciones derivadas de este cónclave partidista dejaron su impronta en la dinámica de los diversos sectores de toda la sociedad cubana; tanto que la desesperación de Washington y secuaces se hizo patente a causa de nuestra recuperación de la Covid-19 y de la economía, aspecto que me condujo a exaltar que “la dignidad, la resistencia y la unidad son nuestras fuerzas más poderosas” —augurio de la paulatina mejoría para nuestro pueblo (5).
No obstante, lo alcanzado no niega que “hemos errado en ocasiones, nos movemos con excesiva cautela para impulsar cambios que requieren urgencia” y debemos realizar proactivamente “un análisis de lo que Cuba puede hacer cercada y acosada por la mayor potencia de la historia”. El liderazgo del PCC “nos libra de las pugnas y de la corrupción política que tanto daño hacen a naciones pequeñas y pobres”, y nos sitúa en el camino correcto —muy a pesar de las agresiones del régimen yanqui (6).
Unido a indiscutibles avances que consolidaremos/ampliaremos en 2022, estamos convocados a dejar atrás las empresas estatales con pérdidas; las desviaciones de la dolarización parcial; las distorsiones que minan las relaciones entre las entidades estatales y el sector no estatal; problemas internos que limitan las potencialidades para la atracción de inversión extranjera; insuficiencias en la sustitución efectiva de importaciones; y la inflación —entre otros elementos (7).
En correspondencia, entre los objetivos priorizados para 2022 se encuentra avanzar, como parte de la reanimación gradual de la economía, en el proceso de estabilización macroeconómica; en la recuperación del papel del peso cubano como centro del sistema financiero y en la racionalidad de los precios de los productos y servicios, priorizando los que resultan más sensibles para la población.
También, estabilizar el sistema electroenergético nacional; controlar el impacto de las medidas que se implementan para la atención priorizada a personas, hogares y comunidades en situación de vulnerabilidad y asegurar su sostenibilidad; dar seguimiento al proceso de descentralización de competencias de los municipios, así como al fortalecimiento de los sistemas productivos locales, los encadenamientos productivos y el desarrollo territorial.
Además, atender las transformaciones en la empresa estatal socialista, evaluando su impacto en la eficiencia y el incremento de la productividad; continuar el seguimiento del perfeccionamiento del comercio interior; garantizar el control de gastos a todos los niveles presupuestarios, potenciando el ahorro y, a su vez, asegurar los ingresos previstos en el presupuesto del Estado; y asegurar la eficiencia del proceso inversionista (8).
Entretanto, comparto unas líneas para el tema que devendrá nuestro Código de las Familias —trama a la que dediqué un par de series (9, 10, 11, 12/ 13, 14, 15, 16).
Más allá del esfuerzo/resultado que representa trabajar para casi 25 versiones del asunto, considero de utilidad extrema aplaudir tanto a especialistas con pesquisas de vanguardia en Psicología, Sociología, Pedagogía y Derecho, como a entendidos/as que también exhiben investigaciones de punta en Biología, Filosofía, Politología y Etnología —la última, con el sabio Fernando Ortiz (17).
Subrayo que si Fidel sentenció que “La Revolución solo debe renunciar a aquellos que sean incorregiblemente reaccionarios, que sean incorregiblemente contrarrevolucionarios” (18), carece de justificación que en los próximos análisis y debates en torno al venidero Código sean objeto de repudio quienes asuman una posición discrepante/ajena al antagonismo respecto a algunos de sus artículos.
Traigo a capítulo el razonamiento que sigue de Luis A. Montero Cabrera:
“La ciencia nos dice que este proceso no puede realizarse con límites dogmáticos preconcebidos. La verdad científica es independiente de los deseos y preferencias del experimentador. […] Lo que nunca puede ocurrir es que deje de responder a las expectativas de un pueblo”./ Si algún programa o proyecto de investigaciones científicas sociales es de absoluta prioridad hoy debe ser el de saber cómo somos los cubanos […]” (19) —las negritas son mías.
Concluyo: si nos guiamos por Marx y Fidel —al calor de lo mejor del pensamiento cubano y universal—; si con Díaz-Canel concretamos que “¡En esta Cuba siempre será posible hasta lo imposible!”; entonces ni por asomo hemos de asumir la crítica revolucionaria (20) como una amenaza: antes, como una fortaleza para tributar a la irreversibilidad de nuestro Socialismo —ajeno a la ex Unión Soviética (21)—. El pueblo camagüeyano acaba de ejemplificar la disposición cubana de seguir adelante (22). ¡Amén!
Referencias:
1.- https://cubainformacion.tv/la-columna/20210203/89887/89887-cuba-el-pulso-en-el-2021-1.
2.- http://www.filosofia.org/cla/ome/45tes_d.htm.
3.- http://www.fidelcastro.cu/sites/default/files/documentos/libros/cien_horas_con_fidel.pdf.
4.- https://www.cubainformacion.tv/la-columna/20210422/90986/90986-cuba-el-pulso-en-el-2021-7.
5.- https://www.cubainformacion.tv/la-columna/20211019/93726/93726-cuba-el-pulso-en-el-2021-13.
7.- http://www.cubadebate.cu/opinion/2021/12/23/en-esta-cuba-siempre-sera-posible-hasta-lo-imposible/.
17.- http://www.perfiles.cult.cu/articulos/factores_cubanidad.pdf.
18.- http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1961/esp/f300661e.html.
19.- http://www.cubadebate.cu/opinion/2021/08/24/como-somos-los-cubanos/.
22.- http://www.adelante.cu/index.php/es/noticias/de-camagueey/24654-marcha-de-la-victoria-camaguey.